viernes, 29 de julio de 2011

Consume veganismo. Por ellos, por ti

     Me resulta muy curiosa la expresión que adoptan la mayoría de las personas cuando en el transcurso de una conversación surge el tema de la salud, la alimentación o hacemos referencia a nuestros hábitos cotidianos. Al exponer mi filosofía de vida, al explicar que hay una forma honesta, compasiva y respetuosa de convivir con los demás seres del planeta que consiste en NO consumir ni utilizar nada que provenga de ellos se produce una llamativa transformación en el semblante de mi interlocutor, su mirada se llena de perplejidad y surge la tendencia a pensar que un habitante de Alfa Centauro acaba de aterrizar por error en el planeta Tierra.
     Desgraciadamente así son las cosas, pensar que los animales han sido puestos ahí para nuestro uso indiscrimado con licencia para vejarlos, humillarlos y torturarlos hasta su muerte, es algo que se contempla con absoluta normalidad en nuestra sociedad, mirándose incluso con indiferencia.
     Cuando estoy en el gimnasio, en la cola del supermercado o esperando el autobús y tengo la posibilidad de escuchar conversaciones o retazos de ellas, me doy cuenta de cuáles son las prioridades, los objetivos, los principios o valores de la gente y cuán insensibles se muestran ante el sufrimiento de seres inocentes sin posibilidad de defensa y condenados de antemano a una muerte atroz. No pienses ni por un instante que esta mentalidad pertenece a una minoría, ni muchísimo menos; si te mueves habitualmente en la red por páginas y foros que versan a favor de los derechos de los animales tendrás  la falsa ilusión de que son ampliamente respaldados, craso error, lamentablemente estas personas consituyen una ínfima parte del sentimiento general, mas no por ello hay que bajar los brazos y tirar la toalla.
     Hoy estoy aquí para escribir sobre el veganismo y su concepción armónica y respetuosa de convivencia tanto con el planeta como con los seres vivos que lo pueblan. Antes de proseguir quiero dejar clara una cuestión, NO soy tu enemigo, a pesar de que en algunas partes de este artículo apreciarás intensidad y vehemencia a la hora de abordar algunas escabrosas cuestiones. La finalidad es la de esclarecer puntos de vista distorsionados por una tradición caduca o arrojar luz sobre un montón de mentiras vertidas en la sociedad bajo el influjo de unos intereses totalmente partidistas. Lo único que te pido es que leas esta publicación con una mente abierta e irás viendo como vendas fuertemente atadas tras años y años de oscurantismo informativo irán deshaciéndose a tu alrededor.
     Las tradiciones, más a menudo de lo que sería deseable, se constituyen en abanderadas de la cultura e identidad de un pueblo. No me cabe la menor duda de que algunas de ellas son dignas de ser conservadas y realzadas por la nobleza y sabiduría que comportan, sin embargo, otras muchas están empapadas del analfabetismo e ignorancia inherentes a otros tiempos cuando el oscurantismo y la crueldad eran las notas predominantes... a la vista está que NO hemos progresado mucho en el aspecto que afecta a la sensibilidad. La tecnología y el conocimiento humanos avanzan a una velocidad vertiginosa, a un ritmo tal que nuestra mentalidad es incapaz de seguir. Este hecho desemboca en una diatriba peligrosa, la cual nos grita que nuestra evolución mental es totalmente inmadura para administrar de forma inteligente y conveniente el fruto de nuestro progreso, somos como un niño con una pistola cargada en las manos. El peso de la tradición nos escribe con letras de sangre un sinfín de siglos gobernados por el sometimiento más abusivo, la explotación más cruel y el esclavismo más deleznable sobre los animales, para aprovecharnos de ellos y asesinarlos para comerlos. En la actualidad, si albergáramos una brizna de compasión, comprederíamos que ya no es necesario su utilización ni para nuestra dieta ni para nuestra vestimenta, que existen alternativas perfectamente válidas para sustituir esta barbarie. No obstante esta pesada losa de la historia, la tradición, nos sigue empujando en pos de un abismo por el que precipitamos a miles de millones de seres inocentes e indefensos cada año.
    Mi mensaje es muy claro y contundente, hay que dejar de comer productos que provengan de los animales, no los necesitamos. Los intereses económicos que se suscitan alrededor de la adicción más antigua y arraigada que existe en el mundo, la carne, son de tal magnitud que la propaganda que promueven nos avasalla diariamente con un bombardeo tan constante como efectivo.Y para ilustrar esta exposición me gustaría que meditaras sobre esta pregunta: ¿Cuánto tiempo hace que no has visto en televisión anuncios de tofu, acelgas, lentejas, rábanos o naranjas? Por el contario a buen seguro que recuerdas infinidad de ellos que te incitan a comer carne, a que consumas huevos, leche, queso o sus derivados. Hacen que vuelques, subliminalmente, tu atención hacia estos productos vendiéndote la cantinela de que tu vida y tu salud los necesitan, pero ¿sabes qué es lo más curioso de este tema? Que en mitad de todos esos anuncios que te auguran una vida sana y feliz encontramos otros de suplemento de calcio, complejos vitamínicos, favorecedores del tránsito intestinal, facilitadores de la digestión... ¡Qué incongruencia! Si la dieta que se nos induce a consumir permanentemente, si el mensaje de la industria cárnica y lechera es que consumas sus productos a todas horas en aras de tu bienestar es tan maravillosa, ¿cómo es posible que necesitemos toda esa amalgama de productos que he mencionado antes? Muy sencillo... ESTÁS SIENDO ENGAÑADO.
     Están matándote a ti, están asesinando a los animales y están arrasando el planeta. Esas personas que están ciegas y que no quieren ver, son sus mejores clientes. Voy a proporcionarte un dato harto elocuente, un consumidor de carne, durante toda su vida, come aproximadamente tres mil animales terrestres y varios miles de otros animales marinos según datos extraídos de la USDA. Y semejante aberración es cometida por solo una  persona entre los millones y millones que comparten las mismas costumbres, aberración que propicia la mutilación y matanza de esa ingente cantidad de seres vivos para satisfacer una forma de alimentación inmisericorde y tan desfasada como innecesaria.
     Otro hecho escalofriante y que nos afecta a todos es que los consumidores de carne necesitan a miles de millones de animales terrestres para su dieta, con lo cual hay que producir esos miles de millones de seres para su posterior consumo. Esto significa una industria multimillonaria alrededor, todo un NEGOCIO eminentemente lucrativo. Esto es MCdonald´s, Burger King, Wendy´s, Pascual, La Asturiana, Puleva y una larguísima e interminable lista. Continuemos con el argumento, la producción de esos miles de milllones de animales implica a su vez la generación de trillones de toneladas de estiércol. Esos residuos se vierten en desagües, se dejan en los campos o van directamente al agua contaminándola o bien se dejan para que se mimeticen con las propias cosechas. Pero el deterioro del medio ambiente propiciado por esta industria no acaba ahí, la deforestación avanza inexorablemente porque cada vez se talan más bosques para que a su vez puedan albergar más campos destinados a producir pastos que sirvan de alimento a estos animales. Como puedes ver el despropósito no tiene fin. Un dato tristemente revelador es que el noventa y ocho por ciento de los animales asesinados en todo el mundo tienen su consecuencia en la actividad que llevan a cabo las industrias cárnica, lechera y productora de huevos. TERRIBLE.
     Voy a exponer, someramente, algunos temas relacionados con la salud que están vinculados a estos nocivos y mayoritariamente practicados hábitos alimenticios. Tanto las principales causas de muerte, así como las enfermedades más importantes que padecemos en el mundo desarrollado, como las cardíacas (ataques al corazón y paros cardíacos), las diferentes tipologías cancerígenas (próstata, colon, páncreas, ovarios), diabetes, osteoporosis, presión arterial alta, obesidad, asma... son causadas por nuestra forma de alimentarnos, evidentemente ayudadas además por el tabaco, el alcohol, el estrés, la polución y el sedentarismo. Pero las buenas noticias, que las hay, es que todos estos problemas pueden ser erradicados teniendo como base de alimentación el veganismo. Cuando adquieres los hábitos veganos estás eliminando completamente el colesterol de tu dieta porque solo puede ser obtenido a través de fuentes externas como la carne, la leche, el queso o los huevos. El cuerpo humano fabrica su propio colesterol, el que llamamos bueno (HDL), pero cuando lo ingieres a través de elementos externos se convierte automáticamente en colesterol malo (LDL). También estás eliminando de un plumazo el noventa y cinco por ciento de la grasa saturada y completamente los ácidos grasos nocivos. Se erradica así mismo el problema que genera la proteína animal en nuestro cuerpo, que es extremadamente ácida y no podemos procesarla de manera correcta, además es la razón por la que una de cada tres personas padece cáncer y una de las principales causas de osteoporosis. Cuando la proteína animal entra en nuestro organismo la sangre se torna instantáneamente ácida, lo que conlleva que nuestro cuerpo "invente" un sistema para neutralizar esa cuestión, pues de lo contario moriríamos; el inconveniente es que el fosfato es el elemento necesario para ello y solo hay un sitio del que extraerlo... de los huesos. Los huesos están formados de calcio y fosfato, indivisiblemente, por lo que cuando se lucha contra la acidez se utiliza el fosfato para neutralizarla y el calcio se elimina mediante la orina. Una vez llegados a este punto quiero dejar un dato, estudios médicos demuestran, fehacientemente, que las sociedades más consumidoras de proteína animal tienen los índices más altos de osteoporosis, fracturas de huesos y cáncer. Mientas que las que no lo hacen, como los vegetarianos, veganos, judíos o hindús entre otros, tienen unos porcentajes bajísimos o simplemente no padecen estas enfermedades.
     Cada vitamina, mineral o nutriente tiene una fuente original y NO son los animales. Vamos a dejar a un lado de una vez esta irracionalidad olvidando la costumbre de obtener estos elementos a través de los cuerpos de los demás. NO es lógico. Podemos obtener todos los nutrientes que necesitamos de sus fuentes originales: vegetales, semillas, nueces, granos, legumbres, frutas... estos no pueden causarte ningún mal, ninguna enfermedad y al mismo tiempo no hacemos daño a nadie.
     Ya has leído toda esta información, la cual puedes contrastar, es más, te invito a que investigues por tu cuenta y la cotejes. Pero una cosa sí te digo, ya no podrás alegar a partir de ahora estar desinformado ante el universo de crueldad que he abierto antes tus ojos, porque el veganismo no va de tu salud, no seamos egoístas, se trata de despertar un sentimiento de compasión y respeto por los animales que nos rodean y que han tenido la desgracia de compartir casa con nosotros, los humanos.
A partir de este instante tienes la oportunidad de ser protagonista ayudando a paliar una masacre, de impedir, modificando tus hábitos, que cada segundo en un lugar del mundo un cuchillo cercene el cuello de un inocente. Te propongo que inicies una revolución personal que haga de ti una persona más sensible, más bondadosa y que pase por este mundo causando el menor daño posible.
     Ahora voy a dejarte un vídeo, en él hay imágenes duras. Me gustaría que no apartaras la mirada ni tan solo un instante mientras dure el documento y si en algún momento lo haces te hago esta pregunta, ¿si crees que no es bueno para tus ojos por qué piensas que sí lo es para tu estómago?




lunes, 25 de julio de 2011

Mamá, papá... NO me llevéis al circo

     Desde que era un niño he oído repetir hasta la saciedad, como seguramente la mayor parte de vosotros, esta leyenda: "El circo es el mayor espectáculo del mundo". Se nos ha presentado siempre como un mundo de diversión, fantasía e ilusión donde todos eran felices y la risa constituía un patrimonio universal. Hoy, por desgracia, traigo un mensaje diametralmente opuesto y sustituiría en dicha leyenda la palabra "espectáculo" por otra más real y adecuada, la de "esperpento". Voy a explicar el porqué.
     Un circo constituye una auténtica casa de los horrores, en su interior se hacinan decenas de animales esclavizados y maltratados. La mayoría de la gente NO es consciente, o no quiere serlo, de los aspectos inmorales, violentos y de explotación continuada que se dan en este negocio. Hacer reír a un niño es una actitud loable, sin embargo torturar animales para conseguir este fin es verdaderamente despreciable. Ver elefantes encadenados, a leones y tigres golpeados con látigos u osos amedrentados con barras de hierro es la mentira hipócrita que nos venden los circos cuando proclaman que son lugares de esparcimiento y diversión orientados para toda la familia.
     Tenemos que entender que estamos hablando de seres salvajes y como tales, nacidos bajo la condición de libres, constituyendo la única forma posible de "domesticar" a estas criaturas la brutalidad y violencia extremas. Debemos aceptar que estas majestuosas criaturas tienen entre una de sus características principales el orgullo, dicho lo cual, ¿cómo podemos llegar a plantearnos ni tan siquiera por un instante que puedan aceptar el realizar una sarta de trucos estúpidos y absurdos para el público? Todo tipo de bestialidades son utilizadas para obligarlos a obedecer a su entrenador y aprender los números; garrotazos, palos, golpes, privarles de agua o comida son tácticas habituales empleadas por los cuidadores en su afán de doblegar la voluntad del animal. Trabajan con MIEDO. Sinceramente, a mí me parece patético y del todo detestable exhibir a un grupo de animales adiestrados.
     Jamás he visto en los famosos documentales de la 2 que saliesen elefantes por las selvas de Tanzania o en Asia vestidos de lentejuelas haciendo ridículos equilibrios a una pata sobre un minúsculo pedestal, como tampoco he visto nunca a los leones o tigres de Namibia ocupando su tiempo libre en saltar entre aros de metal bañados en fuego, así como no me he apercibido de ver osos montados sobre triciclos descendiendo vertiginosamente por las Montañas Rocosas...  no los he visto por la sencilla razón de que los animales no hacen estas tonterías en la naturaleza.
     Antes de proseguir quiero puntualizar una cosa, este artículo no está en contra del circo como tal, sino de la utilización y explotación de animales en el mismo. NO se puede consentir la vejación y esclavitud de otras especies, de ninguna especie, con fines lucrativos.
    Lo que consiguen los circos con su forma de proceder es rebajar a los animales a una caricatura de si mismos, perpetuando de esta forma una visión distorsionada de ellos que no contribuye, precisamente, a modificar la actitud de la gente en general a la hora de abanderar un comportamiento de armonía y respeto.
     Viven constantemente hacinados en compartimentos y jaulas que les restan cualquier tipo de movilidad lo que les provoca lesiones con suma facilidad. Tampoco pueden lograr mantenerse sanos y tranquilos debido a los constantes viajes que deben de realizar de un lado para otro; se han registrado numerosas muertes de estos esclavos consentidos, especialmente en verano, a consecuencia de las elevadas temperaturas que han de soportar. Evidentemente viajan sin aire acondicionado, a oscuras y envueltos entre sus propios excrementos. No es inusual certificar muertes de crías de elefante o de cualquier otra especie debido al calor o a infecciones gastrointestinales.
     Si a esto le añadimos que cada vez que llegan a un punto de destino, para "desperezarlos", aumentan considerablemente sobre ellos los abusos tanto físicos como psicológicos, tenemos el caldo de cultivo perfecto para que los animales empiecen a mostrar algún tipo de comportamiento neurótico. El confinamiento permanente conjuntamente con varios días de dominación autoritaria, desemboca en tristes casos de neurosis como por ejemplo la del elefante rotando la cabeza con movimientos circulares constantes o tigres y leones dando vueltas convulsivamente sin parar de un lado a otro de la jaula u osos mordiendo desesperadamente los barrotes de su prisión. Pero lo más aberrante de todo, lo más cruelmente cínico de esta situación es que los propietarios de los circos aducen que el tratamiento para con estos seres explotados hasta la muerte "está dentro de la política de los derechos con los animales"... Esperpéntico. 
     Quiero volver a insistir a través de esta publicación que los circos son empresas cuyo negocio es la deplorable esclavitud de los animales. Se ganan la vida vergonzosamente bajo el auspicio de la miseria más ubérrima y el sufrimiento más execrable al que son sometidos seres de carne y hueso con sentimientos, que son conscientes de sí mismos y del medio que les rodea, como cualquiera de nosotros. NO todo son risas en un circo. Hay algo que todos, absolutamente todos debemos de tener muy claro... los animales NO pertenecen a estos despreciables empresarios, pertenencen a la naturaleza. 
     Os quiero dejar un pequeño relato de mi cosecha que no ilustra, ni de lejos, el verdadero horror, la verdadera tortura a la que son sometidos estos esclavos, sin futuro ni esperanza, mientras tengamos esta mentalidad y estas leyes tan permisivas para con la vejación y discriminación de los derechos de los grandes damnificados de este mundo, los animales.



     Con qué montón de energía me he despertado esta mañana y además el día es precioso, como todos, porque me gusta cuando llueve, cuando hace sol e incluso cuando hace tanto viento que parece que me va a llevar volando hasta la otra reserva que hay más allá de la montaña.
     Tengo unas ganas enormes de jugar con mis amigos, me encanta estar con ellos. Hoy treparemos a los árboles, nos revolcaremos por la húmeda hierba y nos daremos golpes en el pecho para ver quién es el más fuerte, eso sí, sin lastimarnos porque nos queremos un montón, como también quiero muchísimo a mi madre y a mi padre, que están siempre vigilándonos, aunque ellos quieran disimularlo.
     Me gusta vivir aquí, corriendo y saltando de un lado para otro, descubriendo cada día nuevos amiguitos que no son como yo pero sí muy buenos y simpáticos; algunos tienen miedo cuando me ven, porque soy más grande, pero yo no les quiero hacer ningún daño, los veo tan pequeños e indefensos que solo siento que debo protegerlos y cuidarlos.
     Lo que más me divierte es cuando jugamos para ver quién llega más rápido al río, saltamos de liana en liana a una velocidad asombrosa y nos lo pasamos en grande. No importa el ganador porque lo que nos gusta es estar juntos e ir de un sitio para otro. Está todo tan verde y hay tantas cosas por descubrir.
     Nos ha pasado algo curioso hoy, mi padre, que es el jefe del grupo, nos ha hecho estar en silencio durante un rato, se le veía inquieto y algo nervioso así que todos hemos permanecido callados y escondidos tras unas rocas. Al principio no oía nada, pero poco a poco fui oyendo unos sonidos extraños que provenían del otro lado del río. De pronto comenzó un gran alboroto y puede ver como sacaron una especie de palos de hierro de los que salía humo haciendo un ruido ensordecedor. Me dio miedo ese sonido pero me aterró aún más escuchar los gritos de dolor que proferían unas pobres criaturas que iban cayendo ante ellos. Al cabo de un rato, que me pareció interminable, se fueron.
     No entiendo lo que está ocurriendo, todavía es de noche y un griterío enorme nos ha sobresaltado a todos, el ruido llega por todas partes y oigo también ese rugido infernal que ayer salía de aquellos palos de hierro.Todos estamos asustados y corremos de un sitio para otro, qué miedo!. Mi padre, tan valiente como siempre, ha salido a defendernos y ha derribado a una de esas criaturas pero de pronto, y sin que nadie le tocara, ha caído al suelo en medio de un charco de sangre. Mi madre se ha puesto delante de mí cuando estaban a punto de cogerme, pero esos seres  han empezado a golpearla una y otra vez hasta que la han tirado al suelo y allí, pobrecita, aún seguían dándole patadas y clavándole cuchillos. He notado cómo me miraba con ojos de profunda tristeza mientras la vida se le iba escapando por todas las heridas de su cuerpo. Me han agarrado por detrás y me han propinado un fuerte golpe en la cabeza, todo se ha vuelto oscuro... ya no recuerdo nada más hasta ahora que me he despertado dentro de esta jaula.
     No sé cuánto tiempo llevo siendo transportado de esta manera, me duele mucho la cabeza y apenas me dan de comer, pero lo peor de todo es que no tengo espacio para moverme... ¿qué he hecho mal para estar aquí?
     Parece que hemos llegado porque me han sacado de aquella jaula pero para meterme en otra igual de pequeña, tengo los huesos doloridos y los músculos entumecidos de no poder moverme.
     Tras llevar un buen rato aquí mi vista se ha acostumbrado a la poca luz y ahora puedo ver a muchos animales enjaulados, algunos son como yo y la mayoría de otras especies. Puedo ver el miedo reflejado en sus ojos, no me gusta nada todo esto. ¡Echo tanto de menos a mi madre!
     Me han sacado de mi jaula y un ser grandote que parece estar siempre enfadado me obliga a hacer unas cosas muy raras. Nunca había hecho nada parecido y como a veces me salen mal me pega con una porra en los brazos y en la espalda. Me duelo mucho y tengo miedo.
     Cada día es una repetición del anterior, me sacan de la jaula para hacer esas cosas extrañas, donde si me equivoco me golpean y vuelta de nuevo a la jaula... Cómo añoro ir hasta el río con mis amigos cogiéndome de las lianas o poder trepar por los árboles del bosque.
     Hoy todo el mundo está más inquieto de lo normal, me han pintado la cara de colorines, me han puesto un estúpido disfraz y he tenido que salir a un sitio donde había un montón de esos seres, la mayoría más pequeños, chillando y riendo. Cuando realizaba esas cosas que me ordenan hacer se reían más aún, pero yo no entiendo por qué se ríen... me siento tan patético y ridículo.
     Llevo mucho tiempo ya haciendo lo mismo, viajando de un sitio para otro y pasando frío o calor según la época del año, además continúan obligándome a hacer las mismas absurdas cosas de siempre. Todos los lugares son iguales y los que van a vernos se comportan de la misma manera. Lo que más me duele es que apenas recuerdo los ojos de mi madre y las caras de mis amigos.
     Hacía mucho frío hoy y al tener los dedos tan ateridos se me ha escapado una pelota al suelo. Me han castigado golpeándome muy fuerte en el pecho, tan fuerte que me he derrumbado en el suelo y apenas podía respirar. Al ver que no me incorporaba me han dado una patada y me han arrojado a la jaula. El dolor es insufrible.
     Llevo varios días en la misma posición, soy incapaz de poder moverme, mis piernas no reaccionan y me encuentro muy débil. Hace ya tiempo que no me dan de comer pero apenas me acuerdo de que tengo hambre. Los compañeros que tengo en las jaulas a mi alrededor me miran con tristeza. Yo quiero decirles que no se preocupen, que no pasa nada, pero los sonidos no salen de mi boca.
     He perdido completamente la noción del tiempo, ya no sé si es de día o de noche, no puedo abrir los ojos y una extraña sensación empieza a invadirme... El dolor está desapareciendo, qué raro, y mis piernas se mueven ágiles y fuertes como antes y puedo correr, qué alegría. Y también puedo ver a mi madre y a mi padre que me están llamando con los brazos abiertos junto a mi árbol preferido. Voy a poder abrazarles de nuevo... por fin.



    
    
  

sábado, 23 de julio de 2011

Delfinarios: lugares de esclavitud y muerte

     No puedo compartir, bajo ningún concepto, la visión que tienen algunas personas acerca de la solidaridad hacia los animales y el supuesto rechazo a su maltrato cuando eligen, partidistamente, unas especies en detrimento de otras. No es coherente  ni ético sensibilizarse ante el dolor y padecimiento de un perro o un gato y obviar el esclavismo y tortura a las que son sometidos delfines, elefantes o cobayas. TODAS las especies por igual merecen nuestra compasión y apoyo ante la sarta de brutalidades a las que son sometidos. No olvidemos jamás que son conscientes de sí mismos y del medio que les rodea, sienten y padecen como nosotros, no son ajemos ni muchísimo menos al dolor, al miedo o a la crueldad.
     Ya que el ser humano en su "excelso" caminar por este mundo no ceja en su empeño de sembrar horror y muerte por doquier, cuando menos a través de esta publicación NO haremos una sesgada discriminación del especismo. Insisto, todos los animales independientemente del continente u océano en el que habiten, al margen de si tienen alas, pezuñas o branquias, MERECEN nuestra mayor solidaridad  y nuestra lucha más enconada.
     Tampoco veo lógica la postura de esa gente tan "digna" que, ante hechos execrables como el de ayer en Oslo, donde dos salvajes atentados acabaron arteramente con la vida de decenas de personas o bien cuando una mujer es cobardamente asesinada en lo que catalogamos como violencia doméstica, se reúnen en manifestaciones rasgándose las vestiduras, cual ortodoxos judíos, condenando lo sucedido para mostrarse al mundo cuan sensibles y "humanos" son. Para mí esto es un ejercicio de la más supina hipocresía, no me vale que seas tan sumamente solidario y aguerrido en esta clase de humillación y luego te comportes con una aberrante indiferencia ante la explotación, crueldad y asesinato de millones de animales que tiene lugar a diario. Ya publiqué en un artículo anterior que NO se puede tomar partido por un tipo de discriminación obviando a otro, las cosas no funcionan así; si eres una persona con valores, con principios y con corazón llegarás a la conclusión de que cualesquiera formas de vejación, humana o no, deberán ser igualmente repudiables. No ha lugar a medias tintas ni ambigüedades en este asunto.
     Hace un tiempó escribí "Diario de un delfín", - lo podéis encontrar en el mes de junio-  para hacerme eco de la barbarie más espeluznante, de la crueldad más atroz que tiene lugar en Taiji, donde delfines y marsopas, tristes protagonistas de un episodio más de una larguísima y sangrienta lista, son vilmente masacrados sin piedad al amparo del secretismo más vergonzante.
    Hoy voy a exponer otra forma de vejación aceptada y consentida por la inmensa mayoría de la sociedad pero no por ello menos dura y violenta para estos nobles mamíferos, la que deriva de los delfinarios y parques acuáticos. Me gustaría arrojar un poco de luz, quitar algunas vendas sobre lo que realmente sucede aquí y sus nefastas consecuencias para estos bondadosos amigos del mar, y utilizo muy conscientemente las palabras "bondadosos" y "amigos" porque no en vano la historia está repleta de referencias a estos magníficos seres en las que, haciendo gala de una valentía y altruismo extraordinarios, han salvado a multitud de humanos de una muerte terrible debido al mortal ataque de un tiburón o librándolos de perecer ahogados.
     Todo este despropósito se inició en la década de los sesenta en Estados Unidos gracias a series como Flipper. Su impacto fue tal que creo a su alrededor una industria multimillonaria que no cesó de generar dinero. Un delfín, en el lugar apropiado, puede producir beneficios de casi un millón de euros al año. Es un negocio muy tentador para gente sin escrúpulos, donde lo primero que desaparece es el respeto al animal sustituyéndolo inmediatamente por una ignominiosa explotación.
     Este vertiginoso éxito vino, como decía anteriormente, a consecuencia de la corriente de simpatía que inundó los hogares norteamericanos con estos simpáticos animales creando un irrefrenable deseo de nadar con ellos, de acariciarlos, de tocarlos, de besarlos... hasta matarlos. Y digo bien, matarlos, porque esta situación desembocó en un ingente número de capturas sin precedentes hasta la fecha.
     Cuando entramos en un parque acuático podemos contemplar a un delfín saltando y sonriendo al compás de la música; ante esa tesitura es difícil ver el problema pero os puedo asegurar que la sonrisa de un delfín en cautividad es uno de los mayores engaños del mundo animal porque crea la ilusión de que siempre están felices. Craso error. Si tuvierais la oportunidad de entrar soslayadamente en la enfermería de esas "cárceles" consentidas podríais descubrir que sus botiquines están llenos de fármacos para combatir la úlcera de los delfines. Esta úlcera es provocada por el constante estrés al que son sometidos. Para entender esto, para comprender el motivo de que la cautividad no funcione en estos cetáceos deberíamos verlos cómo se comportan, cómo viven en libertad... Un delfín libre puede nadar unos sesenta kilómetros al día, alimentándose y sociabilizándose, jugando y descubriendo cosas nuevas. Es una especie curiosa y eminentemente acústica, su principal sentido es el oído y lo tienen desarrollado de tal forma que podrían ver a través de nosotros si estuviéramos en el agua, podrían ver cómo late nuestro corazón, nuestros huesos e incluso si estás embarazada. Dicho esto, podemos aseverar que el mejor sónar construido por el hombre está muy por debajo de las prestaciones que acabo de describir. Consiguen muchísima información gracias al sonido y aquí es donde radica el principal problema cuando son capturados porque se les confina en un tanque de hormigón rodeado de gradas llenas de gente vociferando... su sensibilidad al ruido anuncia que el estrés va a entrar en erupción  y es el que los acaba asesinando. Al hilo de este último comentario quiero plasmar aquí una macabra información, y es que cuando se inauguró el acuario de Baltimore (Estados Unidos) los delfines morían en masa y los responsables no entendían el por qué, finalmente se apercibieron de que el sistema de filtración hacía mucho ruido.
     Otro hecho tristemente demostrado es que estos mamíferos se suicidan, ellos no respiran automáticamente como nosotros sino que cada inspiración es un acto consciente, es un esfuerzo voluntario. Por eso pueden acabar con su vida cuando se torna demasiado insoportable, simplemente dejan de respirar y eso es lo que NOSOTROS propiciamos cuando les privamos de su libertad y les obligamos a la esclavitud, al cautiverio para nuestro mezquino y egoísta deleite personal.
     Voy a concluir este lúgubre e infausto artículo con otro dato más, hace cincuenta años tan solo había tres delfinarios en el mundo, en la actualidad se ha convertido en una codiciada industria multimillonaria ajena al dolor y la muerte de estos seres maravillosos gracias a nuestra asistencia a estos "lúdicos" recintos bañados de crueldad y agonía. Para erradicar esta crudelísima vileza te propongo que seas parte activa en detener toda esta masacre dejando de asistir a estos lamentables espectáculos, cuyos protagonistas son otras víctimas inocentes más de la insensibilidad y codicia del Hombre, porque de no ser así estaremos colaborando con todas esas capturas a la mayor matanza de delfines del planeta. Tú decides.

jueves, 21 de julio de 2011

Pon un activista en tu vida

     De tanto en tanto tenemos la inestimable fortuna de que aparezcan algunas personas, en medio de este universo de mediocridad y conformismo, con una calidad humana y capacidad de compromiso que las diferencian del resto. Dan un giro radical a su existencia abandonando valores preestablecidos, conceptos arcaicamente instaurados o tradiciones basadas en la más infamante estulticia  y se convierten en inestimable adalid de una causa perdida luchando, cual David contra Goliath, frente a un sistema insensible, caduco e inmisericorde que amparado por intereses económicos permite vilmente la explotación, esclavismo, tortura y posterior asesinato de seres tanto humanos como no humanos. Me estoy refiriendo, naturalmente, a la figura del activista. Algunos de ellos, tras muchos años de ardua lucha y dedicación, han conseguido que su nombre así como su labor sean reconocidos y admirados no ya solo en sus países de origen sino en gran parte del mundo. Sin embargo me gustaría haceros un par de preguntas... honestamente, ¿cuántos activistas conocéis?,  ¿y la tarea que llevan a cabo? Sinceramente, me sorprendería que la lista fuese extensa. Cuando vemos la televisión, ojeamos una revista o escuchamos la radio nos invaden multitud de personajes que se han hecho populares gracias a la simplicidad en la que estamos inmersos. Personas sin valores, sin mensaje, con principios más que cuestionables se han convertido en iconos a seguir de nuestra sociedad en la que al parecer la cultura del mínimo esfuerzo es la imperante. Tenemos una programación televisiva mediocre, unos políticos ramplones y unos valores decadentes basados en un hedonismo aderezado con ligeros toques del cinismo más recalcitrante. Nos hemos colocado por montera la filosofía del "yo lo valgo", contemplamos nuestro  propio ego como el centro del universo pasando, si es preciso, por encima de cualquier circunstancia aún cuando esta satisfacción de nuestras "necesidades" traiga consigo vulnerar la libertad de otro ser dejando una estela de horror, salvajismo y muerte.
     Por todos estos condicinantes que nos envuelven, gente como Roger Payne en su defensa de las ballenas, Ric O´barry con su contumaz lucha a favor de los delfines o Gary Yourofsky postulando en favor del veganismo y los derechos de los animales, así como muchos otros activistas más anónimos pero igualmente loables, son necesarios para propagar el mensaje donde el respeto hacia nuestro entorno y la idea de un planeta donde los animales sean tratados con dignidad, sea la base, el principio, de nuestra forma de entender el mundo. También quiero decir que la vida del activista no está exenta de peligro y me voy a tomar la licencia de utilizar este artículo para rendir un sentido homenaje tanto a Jane Tipson como a Jenny May que fueron cobardemente asesinadas mientras abanderaban una nobilísima lucha contra los intereses comerciales en que se ven envueltos los delfines. Arteramente acabaron con ellas mientras enarbolaban el estandarte que simbolizaba la defensa de la dignidad de estos bondadosos mamíferos. Murieron por algo en lo que creían. Murieron por sus ideas y convicciones.
     Desgraciadamente y desde tiempos inmemoriables ha habido un constante y paulatino quebrantamiento de las leyes para propiciar cambios significativos favoreciendo la explotación animal. Longevas tradiciones, tan esperpénticas como abominables, tampoco han contribuido para que esta tendencia se revierta  desembocando en una galaxia de caos, inmundicia y maltrato. Pero lo más triste de todo es que este patético contexto se ve como algo normal en nuestra sociedad; sin ir más lejos tenemos el ejemplo del impúdico modelo publicitario que aparece en televisión, mostrándonos ladinamente el camino a seguir para ser más felices, idiotizándonos regularmente con anuncios de gente tremendamente contenta y sonriente bailando y cantando por las calles... por comer carne, por comer una hamburguesa... Patético, ahora resulta que somos felices por alimentarnos de violencia y muerte.     
     Nos empujan hacia este estilo de vida, donde para ser "alguien" tienes que consumir carne, pescado, leche , huevos, vestir pieles... Yo no recuerdo ningún anuncio viendo gente alegre y risueña comiendo setas o tofu. Y ya el colmo de la desvergüenza y del cinismo más insultante es cuando en el interior de estos establecimientos, un McDonald´s por ejemplo, te encuentras montones de animalitos contentos saltando y jugando pintados por doquier.
     Los políticos y gobernantes son especialistas en organizar convenciones y conferencias, hablar durante horas o días, despedirse estrechándose la mano con una sonrisa en los labios y no haber arreglado absolutamente nada. Sinceramente, no espero nada de esta panda de obtusos apoltronados. Sin embargo, siempre he creído que los cambios más profundos y significativos que se producen en una sociedad los llevan a término personas de forma individual donde movidas por su pasión hacia una idea, hacia una convicción, desafían todo lo establecido logrando derribar muros que parecían infranqueables. Por eso creo que tú puedes romper esa cadena de explotación, esclavitud, tortura y muerte de los animales modificando tus hábitos de vida. Rechaza cualquier producto de origen animal y de esa forma estarás siendo parte activa en detener esta ignominiosa masacre. Tu determinación y tu compromiso son muy importantes y recuerda siempre que, ellos, víctimas inocentes de nuestra brutalidad te lo agradecerán. 

martes, 19 de julio de 2011

Todos podemos involucrarnos. ACTÚA

     Los que tenéis a bien leerme sabéis que de tanto en cuanto me gusta publicar, conjuntamente con el artículo, una pequeña historia de mi cosecha a fin de ilustrar el mensaje desde diferentes perspectivas. Lo importante es que la idea llegue, que cale hondo, que remueva viejas convicciones y destierre hábitos desfasados.
     En algunas ocasiones la crudeza y la vehemencia del mensaje hacen que el mensajero pueda parecer un "iluminado" en posesión de la verdad absoluta, quiero deciros que no es así, yo no soy vuestro enemigo, ni tampoco tengo ningún interés económico; al final de este blog no encontraréis ningún apartado que diga DONACIONES, ni voy a pediros vuestro correo electrónico ni el de vuestros contactos, no quiero nada de vosotros, tan solo que intentéis mantener la mente abierta ante lo que expongo por el bien de los animales, ellos SÍ que lo agradecerán. Pero tened por seguro que separarse de esta argumentación acarrea dolor, tortura y muerte. En este tema no ha lugar para medias tintas. O nos involucramos por completo desechando cualesquiera productos de origen animal o ellos seguirán sufriendo atroces realidades como las que hemos ido viendo y veremos a lo largo y ancho de este blog.
     Involucrarse significa algo más que mostrar tristeza al visionar una imagen de una víctima desvalida en un documental por televisión o de llorar desconsoladamente tras ver la segunda parte de Liberad a Willy, tampoco me vale esa gente que presume de ser un gran animalista por ponerse una camiseta que diga "paz y amor con nuestros amigos los animales". NO, las cosas no funcionan así, si verdaderamente en tu corazón está el amar a estos seres bondadosos e indefensos empezarás a replantearte el modificar tus hábitos alimentarios y no utilizar nada que provenga de ellos, de no ser así la crueldad intolerable, el sufrimiento más bochornoso y la muerte más atroz seguirán sobrevolando la existencia de nuestros compañeros de viaje.
      Una gran hipocresía es abanderar mensajitos a animales que han sido abandonados o mutilados a través de una página en internet o sacar a tu perro todos los días a pasear y presumir de ello como un gran amante de la fauna y luego, seguidamente, irte a casa y comerte dos chuletas o maquillarte para estar más guapa o comprarte un abrigo de piel porque es la última moda... si realmente no sabías que estas acciones que acabo de describir implicaban un universo de horror, dolor, tortura y asesinato, ahora ya lo sabes. Ahora sí es tu responsabilidad. El conocimiento siempre nos ha hecho más libres, yo te propongo que leas, que te informes, que investigues y cuando lo hayas hecho analiza toda esa información y sé consecuente con ella, todos te lo agradeceremos. No me cansaré de repetirlo hasta la saciedad, desechar productos de origen animal no implica merma alguna en nuestra salud ni en nuestra vestimenta. Hoy en día existen infinidad de alternativas que nos permiten estar perfectamente alimentados y nutridos así como impecablemente  vestidos sin necesidad de matar por ello.    
     Aquí os dejo un pequeño relato para que sirva de entretenimiento. Espero que os guste.




     La decisión estaba tomada, había costado, pero finalmente y tras una ardua maduración ya no habría marcha atrás. Iván tenía muy claro que quería romper con toda una vida de estereotipos, clasismos y obviedades, ser fiel a su conciencia y consecuente con su forma de ver el mundo. Ya era el momento de que las palabras dejaran paso a los hechos, la hora de ser valiente y emprender una nueva ¿y definitiva, quizá, etapa?
     -A ver cómo se lo toma Roberto -pensó Ivan- mucha gracia no le va a hacer...
     Roberto era el mejor amigo de Iván, se conocían desde hacía muchos años y tenían multitud de cosas en común y muy pocas que les separaran. Habían aprendido, con el paso del tiempo, que los defectos del otro eran una nimiedad en comparación con la amistad que compartían. Ambos eran deportistas y muy competitivos, la pasión por los mismos géneros literarios que a menudo desembocaban en intensas discusiones que siempre acababan con unas risotadas y un fuerte abrazo, la misma pulcritud por una alimentación sana, la misma pasión por el teatro clásico, por Hendel....
     -Vaya, tan puntual como siempre -exclamó Roberto- ni un terremoto haría que te retrasaras ni un minuto.
     -Bueno, ya sabes lo que digo siempre, el tiempo de los demás es tan valioso como el mío, así que dejar esperando a alguien es una falta de respeto. ¿Están preparados esos zumos tropicales de los que tanto alardeas?
     -Por supuesto, recién exprimidos y en su punto. Ya sabes que son mi especialidad.
     -Lo sé bien -contestó Ivan con voz divertida- están a la altura de tu contundente volea de revés.
     -Vale, vale, me lo tomaré como un cumplido. Pero creo que hoy has venido a decirme algo importante -interpeló Roberto cambiando la expresión de su cara- te conozco demasiado bien y esa mirada ya la he visto antes...
     Ambos se sentaron en el cómodo sofá de Alcántara rojo del salón e Iván inició su ensayado discurso.
     -Mira Roberto -le dijo mirándole fijamente a los ojos- llega una edad en la que te planteas si seguir la inercia que te van marcando los mojones de una vida planificada y establecida o realmente ser fiel a ti mismo, en lo que crees y en lo que sientes. Tú sabes que hace tiempo vengo barajando la posibilidad de romper estas "cadenas" y ser libre.
     -¿Acaso me estás diciendo que no eres libre? -le espetó Roberto visiblemente confundido.
     -No amigo mío, no de la forma que yo quiero.  A pesar de que nos creamos que gozamos de libertad no es realmente así. Estoy cansado de ser esclavo de mis "necesidades" que serían caprichos en cualquier otro lugar.
     -Explícate mejor Iván, ¿dónde quieres llegar?
     -A ver Roberto -le dijo con aire solemne al mismo tiempo que se erguía y tomaba un largo trago de su zumo- somos esclavos de BMW, de Sony, de Vodafone, de Emidio Tucci, de Cartier y muchos más, también lo somos de la feroz y ridícula competitividad a que somos sometidos a diario por ganar más dinero, de tener más poder a costa de hundir a otros para así poder gastar más y presumir ante el mundo. En resumidas cuentas, nuestro universo se resume en trabajar mucho para  comprar cosas, la mayoría de ellas innecesarias, para demostrar cuánto valemos. Se acabó.
     -Y qué piensas hacer ahora -se atrevió a preguntar Roberto con aspecto compungido.
     -Voy a poner fin a esta continuada estulticia en que se ha convertido mi existencia, dejaré el trabajo, mi vida actual y me iré a aquel pueblecito de pescadores que tanto me gustaba, alquilaré un cortijo, me rodearé de animales y me dedicaré a mi gran pasión... a escribir.
     Dos semanas después Iván ponía rumbo a la costa, había presentado la dimisión en su antiguo empleo, vendido su casa, los muebles y todo aquello que le estorbaba en pos de una nueva forma de entender el mundo, más afín a lo que le dictaba su conciencia. Se instaló en una especie de cortijo cercano al mar, muy solitario pero rodeado de un parque natural que le otorgaba un encanto especial, único. El rumor de las aguas acercándose a la orilla era melodía para sus oídos. Conciliaba el sueño como hacía años que no lo conseguía. Cada mañana daba una caminata por la playa respirando el yodo del mar lo que le abría un voraz apetito. Se sentía bien con la decisión tomada. Era el principio de su nueva vida. Era feliz.
     No era normal encontrar a alguien durante su paseo diario y menos en aquella época del año. Ese lugar, como la mayor parte de las zonas costeras del país, era un santuario de tranquilidad y recogimiento, raramente invadido por algún ocasional dominguero perdido. Pero allí estaba ella, sentada al modo indio y con los ojos semiabiertos mirando en lontananza. Iván fue acercándose poco a poco hasta que llegó a su lado, quedó aturdido, era una de las mujeres más hermosas que había visto en su vida, su pelo largo y rizado caía como una cascada azabache sobre sus delicados hombros de porcelana de Campania, sus ojos eran verdes  y profundos, hipnotizantes, dignos de perderse en ellos como Ulises en su Odisea. Al verle, ella sonrió mostrando una boca perfecta con unos dientos blancos como nácar inmaculado.
     -Buenos días -dijo ella con una voz tremendamente sensual que dejó aún más petrificado a Iván.
     -Hola -consigió balbucir- qué sorpresa encontrar a alguien por aquí en estas fechas.
     -La verdad es que estoy aquí por ti -respondió al mismo tiempo que se incorporaba y le ofrecía lánguidamente la mano para que se la estrechase- Me llamo Kali ¿y tú?.
     -Yo me llamo Iván, es un placer conocerte  -consiguió articular mirándola fijamente a sus ojos ¿azules? Si hace un momento eran verdes, pensó...
     Estuvieron conversando acerca de trivialidades durante un buen rato. Kali era tremendamente simpática y se movía bien en las distancias cortas. Era agradable estar con ella.
     Al día siguiente volvieron a encontrarse en el mismo sitio, junto al mar, pero Iván la vio distinta, igual de bella pero con una mezcla de rasgos eslavos y mediterráneos que le conferían una exótica hermosura que no había distinguido el día anterior, y sus ojos .... ahora eran sugerentemente tentadores, como la miel.
     -Y cuéntame Iván, ¿en qué ocupas estas largas tardes con sus interminables noches desde que estás aquí?
     Cuando fue a contestar con su mirada fija en la sensual boca de ella atisbó por un momento algo que no podía ser, que era imposible... una retahíla de dientes podridos y negros como el ébano surcados por supurantes encías sanguinolentas parecía que le saludaban desde la morada de Cerbero.
     -Jajaja -reía Kali sin pudor- ¿qué te pasa chico?, ¿te has quedado sin aliento? debo de estar resplandeciente esta mañana, jajaja.
     Iván volvió en sí y pudo ver ante él la misma sonrisa seductora de siempre, con esos labios rojos y carnosos como fruta madura que tanto anhelaba y esos dientes provocadoramente blancos sin mácula.
     -Perdona Kali, estaba un poco distraído. Con respecto a lo que me preguntabas pues decirte que me paso la tarde escribiendo sobre el montón de injusticias que asolan el mundo. Intento hacer llegar mis escritos a la gente para que conozca y se conciencie de que podríamos tener un mundo mejor en el que no tuvieran cabida torturas, humillaciones, dolor y muerte.
     Con una mirada que le heló la sangre ella le espetó: -¿Y consigues algo, soldadito?, ¿realmente piensas que tu patético mensaje va a calar en la gente?
     Tras ese encuentro Iván se aisló en el cortijo, no salía para nada, tenía muchas dudas sobre lo que había visto... aquella imagen no se la podía quitar de la cabeza; y esa mirada proveniente del más profundo y oscuro pozo de los tiempos que lo había dejado estupefacto. También aquella risa que se había apoderado de su mente, le retumbaba una y otra vez como un martillo infernal machacando sus tímpanos y su cordura sin compasión.
     Un atardecer, algunos días después, cuando el Sol ya se retiraba por el horizonte en busca de su merecido descanso, tocaron insistentemente en la puerta del cortijo de Iván, que se sobresaltó por lo inusual de una visita, la verdad es que nunca había recibido ninguna desde que estaba allí... era Kali.
     -¿Cómo estás, salvador del  mundo? -le susurró con voz meliflua.
     -¿Qué haces aquí?
     -Soy una buena vecina y he venido a interesarme por ti, hace días que no te veo y me preguntaba cómo irían tus progresos de buen samaritano.
     Un silencio sepulcral se había apoderado de todo el cortijo, ni se oían los pájaros ni lo que era más extraño, el familiar y agradable rumor de las olas que tanto le tranquilazaba. Hacía frío, mucho frío y a Iván le estaba costando respirar. Comenzaba a tener síntomas de un repentino aturdimiento, no entendía la extraña debilidad que se estaba apoderando de todos sus músculos, apenas se podía mover. ¿Qué estaba pasando allí dentro?
     Kali se puso frente a él con una mueca en los labios que pretendía parecerse a una sonrisa pero lo que dejaba a la vista era una hilera de dientes puntiagudos y putrefactos que reían desde el averno. Sus ojos ya no eran ni verdes, ni azules, ni miel  sino de un color intensamente negro procedente de un lugar que ya no existe y de un tiempo que se pierde en el origen de la humanidad. Su cabello, otrora estandarte de su belleza, caía ante él formando hediondos montículos de podredumbre y decrepitud. Sus manos, que ya no eran tales sino puntiagudos garfios adornados con el dolor y el sufrimiento de siglos de torturas y muerte, le agarraron la garganta como si de un pelele se tratara y comenzaron a apretar y apretar.
     Iván apenas respiraba ya, el dolor era insoportable y la presión era cada vez mayor. Lo único que percibía era un aliento fétido y asesino alimentado con los gritos de horror procedentes de seres vivos aniquilados durante miles de años de oscurantismo y barbarie. Lo último que pudo ver antes de despedirse de este mundo fueron unas cuencas sin ojos, viejas, tan viejas como el propio universo, desprovistas de la más mínima noción de piedad y misericordia, al mismo tiempo que una voz muerta e intemporal le decía: -¿Qué creías poder cambiar pobre desgraciado? Ni tú ni nadie podrá jamás eliminarme, porque por muchos que vengáis creyendo que podéis cambiar algo os iré destrozando uno a uno. Porque yo soy eterna e inmortal... soy la esencia del Hombre.

sábado, 16 de julio de 2011

¿Qué estamos haciendo?

     Si hacemos una excursión a través del tiempo hasta encaramarnos al principio más remoto de nuestra existencia, cuando el ser humano empezaba a dar sus primeros pasos sobre la faz del planeta y apenas tenía consciencia de sí mismo, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que no existía la desigualdad, apenas se atisbaban esbozos de jerarquía y por supuesto el sometimiento de unos con respecto a otros era algo desconocido. Podríamos aventurar que, en cierta medida, éramos iguales.
     Un buen día, hizo acto de aparición el primer "iluminado", porque no lo podemos catalogar de otra forma, arguyéndose la potestad de interpretar los designios de aquellas fuerzas desconocidas, tan poderosas como caprichosas, que bajo su implacable tiranía propiciaban la vida o castigaban con la muerte según su antojo. A partir de ese momento, y gracias a la irrupción de esta nueva figura de referencia, la idisosincrasia del Hombre cambió; la escala jerárquica se instauró, las diferencias sociales se acentuaron y las desigualdades hicieron acto de presencia.
     Comenzaron a aparecer grupos que se creían más especiales, mejores y únicos con respecto a sus demás compañeros de viaje. La semilla que iba a dar paso a esta nueva concepción estaba a punto de germinar; considerarse superior al resto trae consigo condicionantes tales como arrogarse la licencia de explotar, esclavizar y asesinar tanto a los de tu misma especie como al resto... con una impunidad, si cabe, aún mayor. Las bases que establecían una línea de pensamiento para dar forma a la discriminación quedaban sentadas.
     De esta guisa tenemos distintos tipos de discriminación, el racismo, el sexismo, la misoginia o el antisemitismo son la punta de lanza de un largo etcétera de "ismos" y, por supuesto, en el que me voy a centrar... el especismo, que a grandes rasgos sería el derecho que se otorga, unilateralmente, el ser humano de explotar, esclavizar y asesinar a otras especies. Antes de continuar con mi exposición quiero recalcar que NO se puede elegir entre formas de discriminación, todas son igualmente detestables. No me vale en absoluto que alguien esté en contra del racismo y no haga lo propio con el antisemitismo; la discriminación es despreciable por definición, venga de donde venga.
     Y ahora vamos ya con las víctimas olvidadas de este mundo... los animales. Para mí hay una regla fundamental, una regla de oro que dice "no hagas a los otros lo que no quieres que te hagan a ti", los animales entran, evidentemente, en la categoría de "otros".
     Voy a denunciar con suma vehemencia lo que sucede en los mataderos, lugares terribles e ignominiosos, que consituyen vil morada de abusos tanto físicos como psicológicos en los animales.  La piedad es una palabra desconocida por estos lares de sufrimiento y horror más absoluto. Se producen desgarradoras torturas, dolorosísimos desmembramientos y finalmente el asesinato. Lo más aterrador de toda esta barbarie es que estas víctimas inocentes, conscientes de sí mismas y de lo que les rodea, saben perfectamente dónde van  y lo que les va a suceder. En este preciso instante, mientras estás leyendo mis palabras, centenares de campos de concentración rodantes circunvalan las carreteras del  país portando en su interior un ingente número de animales hacinados, estresados y asustados en dirección a estas lúgubres casas de matanza. Cuando llegan a los mataderos están tan sumamente aterrorizados que son incapaces de salir por si mismos del camión No son estúpidos. Saben cual es el siguiente paso. Los matarifes van a por ellos con unas varas electrificadas y a la fuerza los desalojan de los camiones conduciéndolos hacia su propia muerte o si son lo suficientmente pequeños, como los pollitos, los cogen con las mismas manos y los arrojan literalmente en la zona de sacrificio. Una vez dentro, estos seres que sienten y padecen, se les cuelga boca abajo, totalmente conscientes de lo que está ocurriendo y obligados en contra de su voluntad, donde son troceados en cientos de pedazos. Lo más espeluznante es que antes de asistir a su propia muerte están oyendo los gritos de dolor, deseperación y agonía de los que les preceden...




         
      Pero ¿sabéis qué es lo peor de todo esto? LOS QUE SE LOS COMEN. Gente que va caminando por ahí, como el que no quiera la cosa, dándolselas de seres pacíficos que no causan daño a nadie... como si alimentarse de violencia y muerte fuera algo normal. Os voy a hacer una pregunta retórica, ¿cómo os sentiríais si el día que visteis la luz por primera vez ya se hubiese planificado vuestra ejecución? Seguro que clamaríais al cielo despotricando y maldiciendo a los cuatro vientos por tamaña monstruosidad e injusticia, ¿verdad? Es lógico. Pues esto que habéis tachado como algo deleznable e inhumano es el triste destino que tiene ser pollo, pato, vaca, cerdo u oveja en nuestro planeta. Este tipo de comportamiento es inexcusable en una especie que en teoría sabe discernir entre lo que está bien y lo que está mal. Estos seres inofensivos y nobles no nos han hecho absolutamente nada para que los tratemos así, con semejante ira y crueldad.
     Tras leer toda esta argumentación, verídica para vergüenza de nuestra especie, quiero que seas consciente de una cosa... a partir de este mismo instante y quizá por primera vez en tu vida puedes participar activamente en acabar con una masacre. Puedes ser el protagonista principal de un episodio cuyo argumento principal es salvar a seres bondadosos de la tortura y el asesinato. Reflexiona, medita y haz que tus acciones desemboquen en un puerto donde no ondee la bandera del sufrimiento y la muerte.  A partir de ahora ya no vale sentarse en el salón de casa y compadecerse por las víctmas del terremoto de Lorca, poner un adhesivo en el coche en el que ponga "quiero a los animales" o llorar después de ver la película de Hachiko. NO VALE. ¿Desde cuando sentirse triste soluciona los problemas? Una tragedia tan evidente como la que estamos abordando y de la que tú puedes ser actor puede llegar a sacar lo mejor de nosotros mismos, convertirnos en mejores personas, independientemente de lo que haga el vecino.
     Como estás comprobando no soy un político mediocre que intenta regalarte el oído para sacarte un voto, ni tampoco soy un charlatán que pretende engatusarte para que le compres la vajilla que nunca se ensucia... estoy aquí para escribir de la peor forma de crueldad y violencia que tiene lugar en nuestro mundo. De decirte que puedes pasar por esta vida causando el menor daño posible y que te sientas bien por ello. No necesitamos comer carne, pescado o cualquier derivado que provenga de los animales y no dejar de tener por ello una dieta sana y nutricionalmente equilibrada.
     Te invito a que leas sobre el veganismo, que te informes, que investigues... te darás cuenta de que hay otras formas de vivir la vida en armonía y respeto con los seres que comparten nuestro espacio, sin necesidad de maltratarlos, vejarlos y matarlos. Ve más allá de los convecionalismos arcaicos basados en la atrocidad que provocan sangrantes realidades como las de estos vídeos.  ACTÚA







jueves, 14 de julio de 2011

Me están asesinando... "porque tú lo vales"

     Todas las especies llevan impreso en sus genes una prioridad básica, fundamental, que está muy por encima de cualquier otra... la supervivencia. Los seres humanos no somos una excepción y por ende recurrimos a todo aquello que esté a nuestro alcance para conseguirlo, continuar con el proceso evolutivo y lograr la perpetuación. Ahora bien, ¿es lícito, ético y moral la forma que tenemos de racionalizar los recursos puestos a nuestro alcance? Mi respuesta es rotundamente NO y más cuando en la actualidad, muchos de ellos, se destinan a fines eminentemente lucrativos donde el legítimo instinto de sobrevivir no está representado.
     En las últimas décadas nuestro avance tecnológico ha sido vertiginoso, de tal forma que podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que solo en los últimos noventa o cien años nuestro progreso ha sido comparativamente mayor que todo el cómputo global de nuestra historia. Lamentablemente, este avance científico, no ha ido en consonancia ni a la misma velocidad que nuestra forma de entender el mundo que nos rodea. Vivimos en medio de una gran sofistificación técnica, sin embargo nuestra mentalidad aún sigue enclaustrada bajo el yugo de estamentos arcaicos, instituciones decrépitas y tradiciones desfasadas.Y a todo esto hay que añadirle nuestro primario y desmesurado afán de conseguir lo que sea al precio que sea, sin importar los daños o las consecuencias. El ser humano miente, roba y asesina con una facilidad pasmosa, toma lo que quiere sin importarle las derivaciones de sus actos... no hay más que echar un vistazo a nuestro alrededor, y no solo hoy en día, sino en cualesquiera épocas de nuestra "maravillosa" historia.
     Ese lujurioso y desmedido afán por poseer conlleva, inevitablemente, a un ingente número de damnificados... El propio Hombre, nuestro ecosistema, los animales que conviven con nosotros bajo el mismo sol, son ultrajados sistemáticamente para conseguir satisfacer esas ilimitadas ansias de riqueza y poder.
     Pero volviendo al tema que nos ocupa y que da título a esta publicación, voy a centrar este artículo en los atroces daños que sufren los animales a través de la experimentación, y todo ello en aras de proporcionarnos "una vida mejor". Estoy convencido de que mucha gente no es consciente de las torturas y padecimentos a los que son sometidos cada año miles de seres indefensos, en vivo, para determinar la seguridad de productos cosméticos, de higiene personal o de limpieza por citar algunos ejemplos. La crueldad no tiene límites y a estos animales, por ejemplo, se les introduce a presión en el estómago dentríficos, espumas de afeitar y champús; así mismo se ven obligados a inhalar lacas para el cabello, también sustancias volátiles son rociadas sobre su piel y ojos. Su sufrimiento es inenarrable. Voy a pomenorizar un poco más estas monstruosidades catalogadas de "experimentos" para garantizar la salubridad del consumidor de forma que podamos hacernos una idea más exhaustiva de la cuestión:
     -  La espuma de afeitar  se mete a presión en el estómago.
     -  Se hace inhalar laca del cabello hasta que el animal entra en coma.
     -  El champú es obligado a ingerirlo y se introduce concentrado en los globos oculares hasta que se quedan ciegos al igual que ocurre con las máscaras y sombras de ojos.
     -  El jabón se extiende por la piel de animales afeitados hasta llegar a una irritación total.
     -  Los bronceadores obligan a exponer la piel de estas víctimas a rayos ultravioltea hasta producir quemaduras.
     Una vez leída esta sarta de bestialidades ya no podemos alegar desconocimiento o ignorancia ante esta situación que es tan real como la vida misma, estos seres inocentes son vapuleados con un dolor extremo para satisfacer nuestras "necesidades" y caprichos. Todos podemos contribuir, si aún guardamos un mínimo de sensiblidad en nuestro interior, a que los animales no pasen por este inmundo pozo oscuro de horror más absoluto dejando de comprar los productos de las marcas que abanderan la experimentación" científica. Empresas como L´oreal (la del "tú lo vales"), Unilever (comercializa marcas como té Lipton, Maizena, Knorr, Rexona, entre muchas otras), Nestlé, Colgate- Palmolive, Procter and Gamble ( productos como Hugo Boss, Tampax, Dove, Max Factor, Ariel, Pantene y un largo etcétera) , Jonhson and Jonhson, Mars (fabricante de productos como Whiskas y Pedigree), Reckitt and Benckiser (productos conocidos como Woolite o Harpic entre otros)... todas ellas han sido reiteradamente denunciadas por maltrato animal. Imágenes crudelísimas y escandalosas han salido a la luz pública, lo que afortunadamente está ayudando a concienciar a cada vez mayor número de personas que rechazan, tajantemente, sus mercaderías bañadas en dolor y muerte. Existen multitud de alternativas, tan solo hay que molestarse un poco y escoger fabricantes éticos que no utilicen animales para testar el artículo. Sinceramente , ese pequeño esfuerzo, individual, puede salvar vidas... y sufrimiento. Creo que es de obligación moral que tomemos plena conciencia del problema, lo abordemos como algo personal cuya solución puede estar en nuestras manos y actuemos.
     Quiero volver a insistir en que actualmente no necesitamos utilizar animales ni para nuestra alimentación ni para vestirnos, ya ha pasado esa época en la que dependíamos básicamente de la caza para subsisitir. Ahora disponemos, afortunadamente, de una tecnología que nos proporciona diversas alternativas en el mercado para alimentarnos sin que se resientan nuestras necesidades nutricionales, ni tampoco que tengamos preocupación alguna ante la posibilidad de carencias en el vestir. Podemos cubrirnos y podemos alimentarnos adecuadamente sin que nuestra salud se vea afectada lo más mínimo y en consecuencia NO tengamos que matar para ello... ahora depende ya de la conciencia de cada uno.
     Lo que sí voy a hacer hincapié es en que una vez hayas leído este trágico y desgraciadamente verídico artículo, ya no podrás esgrimir ignorancia ante esta situación. Desde aquí te invito a que investigues, que profundices, que cotejes todo lo que he expuesto para que tomes conciencia de todo este aberrante esperpento... y actúes en consecuencia. Cuando alguien se vaya a poner maquillaje, sombra de ojos o pretenda lucir unas pestañas más atractivas debería recordar que tras ese "tú lo vales" hay un reguero de sangre, padecimiento y muerte (para estos desalmados los pobres e indefensos animales "no lo deben valer"). Aquellos cínicos ignorantes que piensan que tras un abrigo, unos zapatos o cualquier otra prenda de piel, se encuentra el máximo exponente de la elegancia y la distinción, les propongo que vean atentamente este vídeo para que se les caiga la cara de vergüenza por lo que se les llega a hacer a unos seres nobles e inofensvos para que estos energúmenos vean satisfechos sus caprichos....



domingo, 10 de julio de 2011

España, cuna de barbarie e incultura


     Estamos en pleno mes de julio y tan típico como el calor que nos asola en estas fechas veraniegas lo son también los lamentables y mundialmente conocidos encierros de San Fermín en Pamplona, donde un bravo animal como el toro, sirve de patética diversión a una ingente multitud de descerebrados llegados desde los cuatro puntos cardinales con la finalidad de probar su "hombría" corriendo al lado de un ser vivo asustado, estresado y fuera de su hábitat natural. Desgraciadamente, lo que acontece en esta ciudad, no es un suceso aislado ya que podemos encontrar numerosísimas fiestas populares de este estilo repartidas por toda la geografía nacional donde un animal se convierte en triste protagonista para deleite de las masas.
     No me cansaré de repetir hasta la saciedad el imperdonable comportamiento del que hacemos gala a lo largo y ancho de este país para con los animales, abarcando desde los cobardes abandonos de perros y gatos en las cunetas de nuestras carreteras hasta los sangrientos y espeluznantes espectáculos que tienen como protagonistas a un toro, una vaquilla o una cabra por citar algunos casos. Somos un pueblo tan eminentemente "culto"que demostramos a través de nuestros actos una extraordinaria "sensibilidad" al sufrimiento ajeno y haciendo acopio de una prodigiosa memoria histórica nos  amparamos en nuestras "sabias" tradiciones otorgándonos así licencia para vejar, humillar, vilipendiar y matar a seres indefensos quienes, pese a quien le pese, tienen el derecho inalienable a disfrutar de una vida digna.
     Dignidad que le usurpan, por ejemplo, al toro de la Vega en Tordesillas (Valladolid) donde el noble animal es perseguido por un grupo de "valerosos" lanceros a caballo cuyo objetivo es ir clavándole puntadas por toda la vega del río Duero hasta matarlo... sí, sí, tal y como estáis leyendo, hasta que es vilmente asesinado. Posteriormente y para darle mayor gloria a la gesta, el gallardo jinete que ha conseguido abatirlo tiene el "privilegio" de cortarle los testículos. He aquí el resultado de varios miles de años de "evolución" humana reflejados en este despreciable acto que debe de suponer para esta gentuza un canto a la virilidad. Creo que sobra cualquier otro comentario.
     Otra patética historia es la que se da por las calles de Medinacelli (Soria), donde las "buenas" gentes de estas tierras tienen a bien atar al toro por los cuernos para inmovilizarlo, colocándole de esta guisa unos artilugios metálicos con grandes bolas de material inflamable. El astado, envuelto en llamas para regocijo de la plebe, sufre graves quemaduras así como un tremendo estrés producto del terror que está padeciendo como consecuencia de la situación en que se encuentra inmerso. El bravo animal, hasta no hace muchas fechas y como colofón a la barbarie, era salvajemente masacrado.
     Otros festejos muy típicos en media España son los conocidos como toros ensogados o, dependiendo de la zona, enmaromados. El "espectáculo" consiste en sujetar a las reses por la cabeza para atarles los cuernos, siendo posteriormente arrastradas por las calles del pueblo provocándoles graves traumatismos en la cepa del cuerno así como profundos desgarros en el cuello. El máximo exponente de esta "gratificante" tradición popular se halla en Benavente (Zamora).
     Por San Juan también podemos encontrar otra aberrante versión de nuestra cultura ancestral; en este caso nos iremos hasta Coria (Cáceres), donde los salvajes del lugar disfrazándose así mismos de seres humanos, no se les ocurre otra forma mejor de honrar el honor del fuego mítico que invade estas fechas  que la de soltar al toro por el recinto amurallado de la ciudad  y utilizarlo como diana. Estos energúmenos le lanzan al berraco lo que ellos llaman soplillos, que no son otra cosa que unos gruesos alfileres, convirtiendo al pobre animal en una gigantesca herida teñida de sangre. Finalmente y cuando el bravo morlaco ha sufrido un dolor inimaginable, le descerrajan un tiro para regocijo de esta pandilla de energúmenos. El hecho más vergonzoso de toda esta humillación  y que dice mucho sobre los políticos que gobiernan este país, es que además está declarado bien de interés turístico.
     Los toros de fuego, muy similares entre sí aunque con algunas variaciones, pero igualmente crueles, son muy tipicos de la zona valenciana donde más de 140 municipios se hacen acreedores a este despreciable "honor" de abanderar el maltrato a los animales. Cada año son sacrificados más de 1200 astados para satisfacer los instintos más bajos de una chusma ávida de sangre y dolor ajeno.
     Volvemos a Zamora, que playa no tendrán pero sí una gran facilidad para coquetear con los instintos más oscuros de la mente humana; aquí nos vamos a encontrar con el esperpento de lanzar una cabra desde lo más alto de un campanario. Durante las fiestas en honor a San Vicente y San Vicentico en la población de Manganeses de la Polvorosa no tienen mejor forma de entretenerse que agarrar a una cabra y averiguar si ha adquirido la capacidad de volar... tras esta demostración de supina inteligencia no me queda más remedio que llegar a la conclusión de que las "dignas" gentes de este país se encuentran muchas de ellas más cerca del instinto que del intelecto.
     Y así podríamos ir citando, desgraciadamente, miles y miles de ejemplos más donde los animales son tristemente protagonistas de nuestros desvaríos y perversiones. Me cuesta muchísimo llegar a entender cómo es posible que mirando a la cara a un ser vivo, indefenso y noble por naturaleza, podamos llegar a disfrutar con su sufrimiento, con su dolor y finalmente en la mayoría de los casos con su muerte. Las palabras no pueden reflejar ni en una millonésima parte el horror, el pánico y el padecimiento que sufren estas víctimas inocentes ante la crueldad extrema y gratuita que exhibe nuestra especie.
     Cuando leo este tipo de noticias o veo imágenes de alguna barbaridad como las que he descrito anteriormente me avergüenzo de pertencer a la raza humana. No existe ser más dañino, macabro y salvaje que el Hombre. Somos una verdadera lacra, destruimos y machacamos sin piedad todo aquello que está a nuestro alcance. Asesinamos animales por pura diversión, contaminamos ríos, envenenamos océanos, deforestamos el planeta, convertimos la órbita de la Tierra en un basurero espacial... ¿y con nosotros mismos? La lista de acusaciones y cargos imputables al ser humano contra la propia humanidad sería aberrante e interminable.
     Este artículo no voy a acompañarlo de un relato como vengo haciendo habitualmente, prefiero dejar paso a una soslayada invitación para que hagamos una reflexión profunda y objetiva en la que cada vez que oigamos la expresión "el ser humano es maravilloso" hagamos un ejercicio de memoria y recordemos cuál ha sido nuestro comportamiento a lo largo de la historia. Para ello contamos con miles de años que nos avalan como espejo donde mirarnos; con lo cual yo me digo, si fuese un espejo que nos devolviese una imagen como en el retrato de Dorian Gray... ¿os podríais imaginar qué veríamos reflejado?

jueves, 7 de julio de 2011

¿Somos todos iguales?

     En estos tiempos que está muy de moda "indignarse", a menudo por trivialidades, me voy a servir de este blog para GRITAR por algo que está sucediendo precisamente ahora, en este mismo instante y que está pasando de soslayo por nuestra "sensible" sociedad occidental.
     En el denominado cuerno de África están sufriendo la más devastadora sequía de los últimos 60 años; hecho nada baladí que esta situación se produzca precisamente en ese rincón del planeta, zona deprimida donde las haya, lo cual significa inexorablemente padecimiento, hambruna, epidemias y MUERTE. Los países de Eritrea, Yibuti, Somalia y  Etiopía se están viendo muy seriamente afectados por esta circusntancia de tal forma que muchos de sus habitantes, ante la escasez de agua y en consecuencia, con las enfermedades que ello acarrea, se están viendo obligados a emigrar al campamento de refugiados de la ONU más próximo, con el especial agravante de que este centro se está viendo desbordado debido a la ingente avalancha de damnificados. La situación, en boca de los representantes de esta organización, está adquiriendo tintes dramáticos.
     Y yo me pregunto, nuestros grandes espacios informativos televisivos, esos que tan a menudo sacan pecho de lo veraces e independientes que son, esos mismos que se tildan de grandísimos profesionales y eminentemente objetivos, ¿se están volcando de alguna manera con esta triste noticia? La respuesta es NO. Y ya no es solo que no se solidaricen con ella, es que no se menciona nada del asunto o cuando se hace, en contadísimas ocasiones, aparece como una breve reseña al final y mezclada con otras informaciones insustanciales deprisa y corriendo para que no "moleste"... no debe de ser importante la permanente agonía y muerte de estos seres humanos. A diario perecen miles de personas en Africa en circunstancias de diferente índole pero no por ello menos trágicas y devastadoras. Hambrunas, sequías, falta de alimentos básicos, carencia de los medicamentos más esenciales, guerras intestinas... son el pan  nuestro de cada día y nosotros, "abanderados" de la sensibilidad y de la solidaridad, pensando si iremos a la playa o a la montaña de vacaciones. Simplemente patético.
      Nuestros bienaventurados telediarios nos aborregan diariamente con "importantes" noticias sobre el estado del tiempo (mínimo 10 minutos de la estupidez más supina entrevistando a unos cuantos palurdos que siempre dicen lo mismo.... "qué calor hace") o la penúltima memez del politiquillo de turno o el trascendental y perenne debate de quién ganará la liga de fútbol... y mientras tanto, este tipo de noticias, como la que he hecho mención anteriormente y que deberían salir en primera plana para que la opinión pública tomara conciencia real de lo que está sucediendo para solidarizarse y ayudar, las hallamos en el más obsceno de los olvidos. Es lo que hay. Vivimos en una sociedad en la que estoy harto,  día tras día, de escuchar los "problemas" de gente sin problemas. Cualesquiera de esas personas del cuerno de África o de otros muchos lugares en idénticas circunstancias estarían encantadísimas de tener nuestros "problemas".
     He imaginado un pequeño relato, el cual dista millones de años luz del horror que nos ofrece la cruda realidad, para que reflexionemos un poco antes de elevar a la categoría de "problema" hechos tales como la elección del color del coche, la cobertura del móvil o si iremos de cena a un italiano o a un japonés.



     Esta mañána he tenido que levantarme un poquito antes de lo habitual, tengo que recorrer siete kilómetros hasta el pozo más cercano y he de hacerlo dos veces cada día. No sé qué está pasando pero de un tiempo a esta parte hay menos agua y tardo mucho más tiempo en llenar los cubos.
     Hoy no podré ir al colegio, no me va a dar tiempo... qué fastidio, con lo que me gusta. Pero claro, tengo que ir porque necesitamos el agua para beber, para lavarnos y también para las vacas. Por cierto, cada vez están más flacas por la falta de pastos y eso es un problema por la leche, ahora ya no dan tanta como antes.
     ¡Uyyyy qué maleducado soy! No me he presentado, me llamo Eboué, tengo 9 años y vivo con mi madre. Antes tenía dos hermanos más pero el más pequeño murió cuando era muy chiquitín por no poder darle una medicina que necesitaba, tenía un nombre raro... "penilina" o algo así, no me acuerdo bien; y mi hermana mayor también se fue hace unos meses, estaba en el campo, trabajando y de pronto cayó al suelo y ya no pudo volver a levantarse. Según me explicaron era muy trabajadora  y llegó un momento en que sus fuerzas se acabaron, pobrecita, como comía tan poquito. A mi padre no lo he visto nunca, mi madre me ha contado que tuvo que ir a una batalla contra otra tribu y ya no volvió. Le he preguntado cuál fue el motivo de aquella  guerra y me ha dicho que no lo sabe, que nadie lo sabe... qué cosas más raras hacen los mayores.
     Ya hace dos semanas que no puedo ir a la escuela, cada vez necesito más tiempo para llevar el agua a casa, apenas cae un hilo... esto no tiene buena pinta. Como tampoco tenía buena pinta cuando aquel médico blanco y alto que era tan simpático nos advirtió que no deberíamos beber el agua de ese pozo, que estaba contaminada y que si continuábamos haciéndolo enfermaríamos, pero claro, si no bebemos de ahí no sé de dónde lo vamos a hacer... no hay más.
     Hace tres días que se secó el pozo, no llueve nada y hace un calor espantoso. Mi madre está muy preocupada porque el agua que tenemos guardada se acabará muy pronto... no sé qué vamos a hacer.
     Hoy han muerto las dos vacas que teníamos, ya no daban leche con lo cual no teníamos nada que vender, ahora será difícil conseguir algo de comida, ufff qué fastidio, si ya teníamos hambre ahora será peor. Bueno, a mamá se le ocurrirá algo. 
     Mi madre me ha dicho que nos marchamos, que nos iremos a una especie de campamento donde hay mucha gente y unas personas muy amables nos darán agua y comida; así que esta mañana nos levantamos muy temprano, recogimos lo poco que teníamos y nos hemos puesto en marcha... será como una excursión. 
     Ya llevamos varios días caminando, a mí me parece siempre todo igual, cada vez estoy más cansado y no parece que lleguemos nunca. Lo que sí me he dado cuenta es que mi madre apenas come y tampoco bebe, todo me lo da a mí, dice que no tiene ni hambre ni sed pero yo no sé si creérmelo. La veo muy triste y cada vez anda más despacio, pero me abraza y me da besos... eso me gusta.
     Esta tarde nos hemos sentado como de costumbre para descansar un rato pero mi madre hace mucho tiempo que no se levanta, está mirando muy fijamente al horizonte y no me dice nada... ¿le pasará algo?
     Llevo aquí desde ayer y mi mamá está en la misma posición de siempre. No habla, no se mueve, no hace nada. Me recuerda a mi hermano pequeño cuando le pasó aquello con la "penilina". Ya sé lo que voy a hacer, continuaré caminando en la misma dirección e iré a buscar ayuda. Seguro que ya no debo estar muy lejos de ese campamento, hablaré con esas personas y vendrán a ayudar a mi mamá. 
     Hace ya varios días que dejé atrás a mi madre, sigo sin ver a nadie, no tengo agua y la comida ya la terminé hace tiempo. El calor es horrible, tengo muchísima sed y me siento muy solo. Creo que me voy a sentar un rato aquí... estoy tan cansado.
     No tengo fuerzas para moverme, creo que llevo dos días aquí, en este sitio en medio de ningún lado. La lengua la tengo tan áspera como mis sandalias de esparto y no puedo levantarme. Lo que más siento es que no podré ayudar a mi madre, estará allí tan sola.
     Me está entrando sueño, mucho sueño y noto como una extraña sensación a mi alrededor, es como si estuviese flotando, aunque sé perfectamente que estoy en este mismo sitio... no sé cuánto tiempo llevo aquí. Los ojos se me cierran y ya no tengo fuerza para mantenerlos abiertos aunque aún puedo distinguir como unos pájaros grandes y negros vuelan sobre mí en círculos cada vez más cortos y más cercanos... ¿vendrán para llevarme a un lugar mejor?  





  
    

    

lunes, 4 de julio de 2011

El ser humano... ese irredento egoísta

     Cuando decidí que este pequeño espacio viera la luz y lo hiciera de forma pública, fue con el firme propósito de denunciar el deleznable comportamiento de las personas hacia los animales, de constatar las continuas vejaciones, humillaciones y aberraciones que cometemos continuamente sobre los demás seres que comparten nuestro mundo amén de las monstruosidades que infligimos a nuestros propios semejantes. La carestía de principios, la ausencia de valores así como un exacerbado egocentrismo desembocan inexorablemente en nuestro triste día a día, donde la injusticia constituye nuestro estandarte  y la falta de sentimientos enarbola nuestra bandera.
     Creo con total convicción que esta ausencia de ética y moral está estrechamente unida a las consecuencias que se derivan, a posteriori, en nuestro comportamiento y por ende en nuestras acciones.
     Para dejar patente una de tantas y tantas lacras que viaja con nosotros, el egoísmo, se me ha ocurrido esta pequeña historia  en la que a pesar de utilizar elementos recurrentes y arcaicos (castillos, reyes, princesas, pretendientes, riquezas...) no cae en absoluto en el anacronismo y está muy vigente en nuestros días como lo ha estado desde el albor de los tiempos.



     
         Cuando decidí que este pequeño espacio viera la luz y lo hiciera de forma pública, fue con el firme propósito de denunciar el deleznable comportamiento de las personas hacia los animales, de constatar las continuas vejaciones, humillaciones y aberraciones que cometemos continuamente sobre los demás seres que comparten nuestro mundo amén de las monstruosidades que infligimos a nuestros propios semejantes. La carestía de principios, la ausencia de valores así como un exacerbado egocentrismo desembocan inexorablemente en nuestro triste día a día, donde la injusticia constituye nuestro estandarte  y la falta de sentimientos enarbola nuestra bandera.
     Creo con total convicción que esta ausencia de ética y moral está estrechamente unida a las consecuencias que se derivan, a posteriori, en nuestro comportamiento y por ende en nuestras acciones.
     Para dejar patente una de tantas y tantas lacras que viaja con nosotros, el egoísmo, se me ha ocurrido esta pequeña historia  en la que a pesar de utilizar elementos recurrentes y arcaicos (castillos, reyes, princesas, pretendientes, riquezas...) no cae en absoluto en el anacronismo y está muy vigente en nuestros días como lo ha estado desde el albor de los tiempos.


     
     En algún momento del tiempo y en un lugar indeterminado que no tiene demasiada importancia para nuestra historia, existía un reino que gozaba de abundante prosperidad y paz longeva. 
    Desde hacía muchas décadas, la armonía con sus vecinos propiciaba un comercio sin sobresaltos y un progreso sin interrupción que permitía un estatus de bienestar como nunca antes conocido entre sus habitantes. Las hambrunas, epidemias e invasiones sufridas antaño ya constituían un vago recuerdo en el sótano más recóndito de la memoria popular.
     Las riendas de la nación estaban en manos de un monarca severo aunque justo. Diplomático eficaz y político astuto, había conseguido salvaguardar los intereseses del país con sabiduría y templanza. Era un hombre satisfecho de sí mismo y de su obra; sin embargo, había algo que enturbiaba la tranquilidad de sus últimos años de vida. Su hija. 
    No había podido prestarle demasiada atención. Mucho trabajo burocrático e infinidad de asuntos de estado habían impedido dedicarle toda la compañía que hubiese deseado, y máxime cuando tendría que haber suplido la ausencia de su madre que falleció al dar a luz. Esto había propiciado que su hija se criara con gran permisividad, rodeada de caprichos y regalos para intentar compensar la falta de tiempo que debía haberle dedicado. Craso error. Ahora era consciente de ello, pero ya no podía dar marcha atrás. El rey intentaba compensar aquella situación encontrándole un buen marido que, además de lidiar con ella, fuese un digno heredero del reino que había construido. La belleza de su hija, legendaria y conocida por todo el reino, ayudaría en la consecución de la empresa.   
     Llegó la primavera y con ella la bonanza en el tiempo. Los mensajeros reales partieron en todas direcciones, portando la misiva en la que se proclamaba la recepción de posibles candidatos a tomar la mano de la futura reina. La noticia fue muy comentada en todos los confines del país, y llegó a oídos de un joven herrero de noble corazón que estaba, desde hacía mucho tiempo, secretamente enamorado de la princesa.   
     El palacio se hallaba profusamente engalanado para la ocasión. Todo tipo de ornamentos daban un aspecto sublime a las dependencias reales; no en vano, importantes personalidades de la nobleza de todos los confines del orbe harían acto de presencia durante los próximos días para optar desposar a la  mujer más bella del reino. El ambiente que rodeaba a la ocasión era de fiesta y la algarabía se extendía por doquier. 
     Los pretendientes fueron haciendo paulatinamente su aparición. Un emperador procedente del lejano oriente traía como presente delicadas y exóticas telas, así como una gran variedad de desconocidas especias. Un rey de piel oscura de las tierras del sur, trajo consigo una larga reata de mulas cargadas de baúles repletos de oro y piedras preciosas. Un príncipe de largos cabellos del color del fuego prometía como dote una vastísima extensión de tierra rica y fértil... y así sucesivamente.
     La princesa los miraba a todos con indiferencia y gesto aburrido. Nada era de su agrado ni llamaba su atención para desesperación del padre, que veía como se iban acabando los candidatos... y las opciones.
     Iban transcurriendo los días con idéntico resultado. Ningún candidato despertaba el interés de la joven, que miraba con desdén a todo aquel que la cortejaba. El pueblo comenzó a murmurar la extraña actitud de la princesa, preguntándose las razones de este raro comportamiento. Nuestro gallardo herrero, que no era ajeno a estas noticias, decidió hacer acopio de valentía y presentarse en la corte.
   No tenía nada que perder. 
   Dicho y hecho, al día siguiente, con la mayor humildad, apareció en el palacio para sorpresa de propios y extraños. La joven, con una mezcla de curiosidad y altanería, decidió recibirlo para oír qué le "ofrecía" aquel infeliz. El muchacho, visiblemente nervioso por tener ante sí a la mujer amada, se expresó con sencillez pero con pasión:
     -Alteza, sé que no puedo ofreceros riquezas. Tampoco poseo tierras para daros ni puedo poner en vuestras manos lujosos vestidos; pero lo que sí puedo es entregaros mi corazón en señal de mi inquebrantable lealtad y devoción hacia vos. En prueba de mi amor eterno y verdadero, os ofrezco estar cien días sentado y sin moverme a las puertas del castillo. Tan solo subsistiendo con un mendrugo de pan y una tinaja de agua al día. Sé que es imposible, pero lo que siento por vos hará que supere esta prueba si así lo deseáis.  
     La bella princesa, divertida y un tanto sorprendida, decidió asumir el reto del herrero dando su consentimiento y aceptando desposarse con él si conseguía superar la prueba. 
     Al día siguiente, tal y como había sido establecido, el joven ocupó su lugar en la puerta de la fortaleza con una gran sonrisa dibujada en su rostro. Sus ojos, radiantes, brillaban con intensidad, y la felicidad parecía emanar a través de los poros de su piel. El herrero pensaba que todo aquel vía crucis que tenía por delante merecería la pena si al final del camino podía tener entre sus brazos a su amada.
     Fueron pasando los días y la delgadez se iba apoderando de nuestro amigo; sin prisa pero sin pausa. No obstante, el fulgor que desprendían sus ojos permanecía igual de intacto como el primer día. Se le veía feliz. La futura soberana, de tanto en tanto, se acercaba por el lugar observándolo con circunspecta curiosidad, como el que mira a un raro espécimen proveniente de lejanas tierras. Y, sin cruzar con él ni media palabra, giraba sobre sus pasos con aires de manifiesta superioridad en medio de las mofas y burlas de sus damas de compañía.
     Los días fueron dejando paso, lentamente, a las semanas. Las visitas reales cada vez eran más espaciadas; pero no menos humillantes para el herrero, que permanecía impasible y con actitud contrita sentado sobre el que era su único hogar desde hacía mucho tiempo. Demasiado quizá.
     Las interminables semanas fueron traduciéndose en diabólicos meses. El frío y el viento se hacían insufribles; las heladas nocturnas provocaron que el joven enfermase, y su paupérrima alimentación no ayudaba gran cosa a que mejorara. Sus ojos, otrora vivos, no despedían fulgor alguno; su cuerpo, sano y musculoso producto del trabajo diario de otro tiempo, se había convertido en una caricatura de sí mismo, marchito y endeble. La princesa hacía acto de presencia de forma cada vez más distante en el tiempo, pero con la misma dolorosa indiferencia de siempre para el muchacho. 
     La perseverancia del herrero, fruto de su noble sentimiento, propició que, para asombro generalizado, llegase al último día. El día cien. Cumpliendo así lo que había prometido por amor. 
    En palacio y con la doncella visiblemente consternada, se iniciaron los preparativos para el enlace nupcial. No existía otro tema de conversación a lo largo y ancho de todo el reino El herrero se convirtió en el principal centro de atención, y una multitud expectante se arremolinaba en torno a él.
     Cuando faltaban diez minutos para la hora fijada, y con monumental sorpresa de todos, el muchacho fijó sus lánguidos y tristes ojos, ahora ausentes de cualquier atisbo de vida,  en las ventanas que daban acceso a las dependencias de la princesa. Luego se levantó con un esfuerzo tremendo y, sin volver la vista atrás, se marchó del castillo.
     El suceso conmocionó a toda la población, y fue tema recurrente de tertulia en los meses venideros. Nadie daba crédito a lo que allí había acontecido, ni a la extraña actitud del joven que no quiso ser rey.
     Pasaron los años y la memoria del herrero aún permanecía patente e intacta entre los lugareños. Era una historia difícil de olvidar y su narración se repetía sin cesar de unos a otros.       
       Un buen día, durante el regreso de una caravana que había tomado un atajo, el jefe de la expedición vio a un hombre que talaba un árbol. Al principio no le dio mayor importancia, pero a medida que se acercaban algo en el rostro del leñador le resultó vagamente familiar. En ese instante, el expedicionario, no lograba discernir quién era o de qué podía conocerle; pero al pasar junto a él y saludarle cayó en la cuenta... era el herrero. 
    Saltó de un brinco de la carreta y se plantó ante él estrechándole fuertemente la mano. Tras superar el primer momento de sorpresa, se atrevió a hacerle una pregunta, Una pregunta que estaba en la mente de todos y a la que nadie jamás había sabido dar respuesta;    
     -Amigo, ¿por qué te fuiste dejando a la princesa? ¿Por qué no quisiste ser rey?
     El joven le miró fijamente a los ojos, y tras un prolongado suspiro le contestó:
     -Todo aquello lo hice por amor. Únicamente por el amor que le profesaba a la princesa. Poseer un reino, riquezas, tierras y poder no tenían ninguna importancia para mí.
El expedicionario, cada vez más confuso, le volvió a preguntar:
     -Entonces, ¿por qué te fuiste cuando faltaban tan solo diez minutos para que se cumpliera la hora fijada, y no te casaste con ella? 
     El herrero volvió a posar sus suaves ojos sobre si interlocutor, y con una mirada nostálgica que reflejaba la profunda tristeza que sentía, le respondió:
     -Porque yo no estaba dispuesto a entregar todo mi amor, mi vida y mis sentimientos a una persona que NO fue capaz ni tan siquiera de liberarme una sola hora de mi sufrimiento.