martes, 19 de julio de 2011

Todos podemos involucrarnos. ACTÚA

     Los que tenéis a bien leerme sabéis que de tanto en cuanto me gusta publicar, conjuntamente con el artículo, una pequeña historia de mi cosecha a fin de ilustrar el mensaje desde diferentes perspectivas. Lo importante es que la idea llegue, que cale hondo, que remueva viejas convicciones y destierre hábitos desfasados.
     En algunas ocasiones la crudeza y la vehemencia del mensaje hacen que el mensajero pueda parecer un "iluminado" en posesión de la verdad absoluta, quiero deciros que no es así, yo no soy vuestro enemigo, ni tampoco tengo ningún interés económico; al final de este blog no encontraréis ningún apartado que diga DONACIONES, ni voy a pediros vuestro correo electrónico ni el de vuestros contactos, no quiero nada de vosotros, tan solo que intentéis mantener la mente abierta ante lo que expongo por el bien de los animales, ellos SÍ que lo agradecerán. Pero tened por seguro que separarse de esta argumentación acarrea dolor, tortura y muerte. En este tema no ha lugar para medias tintas. O nos involucramos por completo desechando cualesquiera productos de origen animal o ellos seguirán sufriendo atroces realidades como las que hemos ido viendo y veremos a lo largo y ancho de este blog.
     Involucrarse significa algo más que mostrar tristeza al visionar una imagen de una víctima desvalida en un documental por televisión o de llorar desconsoladamente tras ver la segunda parte de Liberad a Willy, tampoco me vale esa gente que presume de ser un gran animalista por ponerse una camiseta que diga "paz y amor con nuestros amigos los animales". NO, las cosas no funcionan así, si verdaderamente en tu corazón está el amar a estos seres bondadosos e indefensos empezarás a replantearte el modificar tus hábitos alimentarios y no utilizar nada que provenga de ellos, de no ser así la crueldad intolerable, el sufrimiento más bochornoso y la muerte más atroz seguirán sobrevolando la existencia de nuestros compañeros de viaje.
      Una gran hipocresía es abanderar mensajitos a animales que han sido abandonados o mutilados a través de una página en internet o sacar a tu perro todos los días a pasear y presumir de ello como un gran amante de la fauna y luego, seguidamente, irte a casa y comerte dos chuletas o maquillarte para estar más guapa o comprarte un abrigo de piel porque es la última moda... si realmente no sabías que estas acciones que acabo de describir implicaban un universo de horror, dolor, tortura y asesinato, ahora ya lo sabes. Ahora sí es tu responsabilidad. El conocimiento siempre nos ha hecho más libres, yo te propongo que leas, que te informes, que investigues y cuando lo hayas hecho analiza toda esa información y sé consecuente con ella, todos te lo agradeceremos. No me cansaré de repetirlo hasta la saciedad, desechar productos de origen animal no implica merma alguna en nuestra salud ni en nuestra vestimenta. Hoy en día existen infinidad de alternativas que nos permiten estar perfectamente alimentados y nutridos así como impecablemente  vestidos sin necesidad de matar por ello.    
     Aquí os dejo un pequeño relato para que sirva de entretenimiento. Espero que os guste.




     La decisión estaba tomada, había costado, pero finalmente y tras una ardua maduración ya no habría marcha atrás. Iván tenía muy claro que quería romper con toda una vida de estereotipos, clasismos y obviedades, ser fiel a su conciencia y consecuente con su forma de ver el mundo. Ya era el momento de que las palabras dejaran paso a los hechos, la hora de ser valiente y emprender una nueva ¿y definitiva, quizá, etapa?
     -A ver cómo se lo toma Roberto -pensó Ivan- mucha gracia no le va a hacer...
     Roberto era el mejor amigo de Iván, se conocían desde hacía muchos años y tenían multitud de cosas en común y muy pocas que les separaran. Habían aprendido, con el paso del tiempo, que los defectos del otro eran una nimiedad en comparación con la amistad que compartían. Ambos eran deportistas y muy competitivos, la pasión por los mismos géneros literarios que a menudo desembocaban en intensas discusiones que siempre acababan con unas risotadas y un fuerte abrazo, la misma pulcritud por una alimentación sana, la misma pasión por el teatro clásico, por Hendel....
     -Vaya, tan puntual como siempre -exclamó Roberto- ni un terremoto haría que te retrasaras ni un minuto.
     -Bueno, ya sabes lo que digo siempre, el tiempo de los demás es tan valioso como el mío, así que dejar esperando a alguien es una falta de respeto. ¿Están preparados esos zumos tropicales de los que tanto alardeas?
     -Por supuesto, recién exprimidos y en su punto. Ya sabes que son mi especialidad.
     -Lo sé bien -contestó Ivan con voz divertida- están a la altura de tu contundente volea de revés.
     -Vale, vale, me lo tomaré como un cumplido. Pero creo que hoy has venido a decirme algo importante -interpeló Roberto cambiando la expresión de su cara- te conozco demasiado bien y esa mirada ya la he visto antes...
     Ambos se sentaron en el cómodo sofá de Alcántara rojo del salón e Iván inició su ensayado discurso.
     -Mira Roberto -le dijo mirándole fijamente a los ojos- llega una edad en la que te planteas si seguir la inercia que te van marcando los mojones de una vida planificada y establecida o realmente ser fiel a ti mismo, en lo que crees y en lo que sientes. Tú sabes que hace tiempo vengo barajando la posibilidad de romper estas "cadenas" y ser libre.
     -¿Acaso me estás diciendo que no eres libre? -le espetó Roberto visiblemente confundido.
     -No amigo mío, no de la forma que yo quiero.  A pesar de que nos creamos que gozamos de libertad no es realmente así. Estoy cansado de ser esclavo de mis "necesidades" que serían caprichos en cualquier otro lugar.
     -Explícate mejor Iván, ¿dónde quieres llegar?
     -A ver Roberto -le dijo con aire solemne al mismo tiempo que se erguía y tomaba un largo trago de su zumo- somos esclavos de BMW, de Sony, de Vodafone, de Emidio Tucci, de Cartier y muchos más, también lo somos de la feroz y ridícula competitividad a que somos sometidos a diario por ganar más dinero, de tener más poder a costa de hundir a otros para así poder gastar más y presumir ante el mundo. En resumidas cuentas, nuestro universo se resume en trabajar mucho para  comprar cosas, la mayoría de ellas innecesarias, para demostrar cuánto valemos. Se acabó.
     -Y qué piensas hacer ahora -se atrevió a preguntar Roberto con aspecto compungido.
     -Voy a poner fin a esta continuada estulticia en que se ha convertido mi existencia, dejaré el trabajo, mi vida actual y me iré a aquel pueblecito de pescadores que tanto me gustaba, alquilaré un cortijo, me rodearé de animales y me dedicaré a mi gran pasión... a escribir.
     Dos semanas después Iván ponía rumbo a la costa, había presentado la dimisión en su antiguo empleo, vendido su casa, los muebles y todo aquello que le estorbaba en pos de una nueva forma de entender el mundo, más afín a lo que le dictaba su conciencia. Se instaló en una especie de cortijo cercano al mar, muy solitario pero rodeado de un parque natural que le otorgaba un encanto especial, único. El rumor de las aguas acercándose a la orilla era melodía para sus oídos. Conciliaba el sueño como hacía años que no lo conseguía. Cada mañana daba una caminata por la playa respirando el yodo del mar lo que le abría un voraz apetito. Se sentía bien con la decisión tomada. Era el principio de su nueva vida. Era feliz.
     No era normal encontrar a alguien durante su paseo diario y menos en aquella época del año. Ese lugar, como la mayor parte de las zonas costeras del país, era un santuario de tranquilidad y recogimiento, raramente invadido por algún ocasional dominguero perdido. Pero allí estaba ella, sentada al modo indio y con los ojos semiabiertos mirando en lontananza. Iván fue acercándose poco a poco hasta que llegó a su lado, quedó aturdido, era una de las mujeres más hermosas que había visto en su vida, su pelo largo y rizado caía como una cascada azabache sobre sus delicados hombros de porcelana de Campania, sus ojos eran verdes  y profundos, hipnotizantes, dignos de perderse en ellos como Ulises en su Odisea. Al verle, ella sonrió mostrando una boca perfecta con unos dientos blancos como nácar inmaculado.
     -Buenos días -dijo ella con una voz tremendamente sensual que dejó aún más petrificado a Iván.
     -Hola -consigió balbucir- qué sorpresa encontrar a alguien por aquí en estas fechas.
     -La verdad es que estoy aquí por ti -respondió al mismo tiempo que se incorporaba y le ofrecía lánguidamente la mano para que se la estrechase- Me llamo Kali ¿y tú?.
     -Yo me llamo Iván, es un placer conocerte  -consiguió articular mirándola fijamente a sus ojos ¿azules? Si hace un momento eran verdes, pensó...
     Estuvieron conversando acerca de trivialidades durante un buen rato. Kali era tremendamente simpática y se movía bien en las distancias cortas. Era agradable estar con ella.
     Al día siguiente volvieron a encontrarse en el mismo sitio, junto al mar, pero Iván la vio distinta, igual de bella pero con una mezcla de rasgos eslavos y mediterráneos que le conferían una exótica hermosura que no había distinguido el día anterior, y sus ojos .... ahora eran sugerentemente tentadores, como la miel.
     -Y cuéntame Iván, ¿en qué ocupas estas largas tardes con sus interminables noches desde que estás aquí?
     Cuando fue a contestar con su mirada fija en la sensual boca de ella atisbó por un momento algo que no podía ser, que era imposible... una retahíla de dientes podridos y negros como el ébano surcados por supurantes encías sanguinolentas parecía que le saludaban desde la morada de Cerbero.
     -Jajaja -reía Kali sin pudor- ¿qué te pasa chico?, ¿te has quedado sin aliento? debo de estar resplandeciente esta mañana, jajaja.
     Iván volvió en sí y pudo ver ante él la misma sonrisa seductora de siempre, con esos labios rojos y carnosos como fruta madura que tanto anhelaba y esos dientes provocadoramente blancos sin mácula.
     -Perdona Kali, estaba un poco distraído. Con respecto a lo que me preguntabas pues decirte que me paso la tarde escribiendo sobre el montón de injusticias que asolan el mundo. Intento hacer llegar mis escritos a la gente para que conozca y se conciencie de que podríamos tener un mundo mejor en el que no tuvieran cabida torturas, humillaciones, dolor y muerte.
     Con una mirada que le heló la sangre ella le espetó: -¿Y consigues algo, soldadito?, ¿realmente piensas que tu patético mensaje va a calar en la gente?
     Tras ese encuentro Iván se aisló en el cortijo, no salía para nada, tenía muchas dudas sobre lo que había visto... aquella imagen no se la podía quitar de la cabeza; y esa mirada proveniente del más profundo y oscuro pozo de los tiempos que lo había dejado estupefacto. También aquella risa que se había apoderado de su mente, le retumbaba una y otra vez como un martillo infernal machacando sus tímpanos y su cordura sin compasión.
     Un atardecer, algunos días después, cuando el Sol ya se retiraba por el horizonte en busca de su merecido descanso, tocaron insistentemente en la puerta del cortijo de Iván, que se sobresaltó por lo inusual de una visita, la verdad es que nunca había recibido ninguna desde que estaba allí... era Kali.
     -¿Cómo estás, salvador del  mundo? -le susurró con voz meliflua.
     -¿Qué haces aquí?
     -Soy una buena vecina y he venido a interesarme por ti, hace días que no te veo y me preguntaba cómo irían tus progresos de buen samaritano.
     Un silencio sepulcral se había apoderado de todo el cortijo, ni se oían los pájaros ni lo que era más extraño, el familiar y agradable rumor de las olas que tanto le tranquilazaba. Hacía frío, mucho frío y a Iván le estaba costando respirar. Comenzaba a tener síntomas de un repentino aturdimiento, no entendía la extraña debilidad que se estaba apoderando de todos sus músculos, apenas se podía mover. ¿Qué estaba pasando allí dentro?
     Kali se puso frente a él con una mueca en los labios que pretendía parecerse a una sonrisa pero lo que dejaba a la vista era una hilera de dientes puntiagudos y putrefactos que reían desde el averno. Sus ojos ya no eran ni verdes, ni azules, ni miel  sino de un color intensamente negro procedente de un lugar que ya no existe y de un tiempo que se pierde en el origen de la humanidad. Su cabello, otrora estandarte de su belleza, caía ante él formando hediondos montículos de podredumbre y decrepitud. Sus manos, que ya no eran tales sino puntiagudos garfios adornados con el dolor y el sufrimiento de siglos de torturas y muerte, le agarraron la garganta como si de un pelele se tratara y comenzaron a apretar y apretar.
     Iván apenas respiraba ya, el dolor era insoportable y la presión era cada vez mayor. Lo único que percibía era un aliento fétido y asesino alimentado con los gritos de horror procedentes de seres vivos aniquilados durante miles de años de oscurantismo y barbarie. Lo último que pudo ver antes de despedirse de este mundo fueron unas cuencas sin ojos, viejas, tan viejas como el propio universo, desprovistas de la más mínima noción de piedad y misericordia, al mismo tiempo que una voz muerta e intemporal le decía: -¿Qué creías poder cambiar pobre desgraciado? Ni tú ni nadie podrá jamás eliminarme, porque por muchos que vengáis creyendo que podéis cambiar algo os iré destrozando uno a uno. Porque yo soy eterna e inmortal... soy la esencia del Hombre.

2 comentarios:

  1. Prefiero pensar que "la esencia del Hombre" no destrozará a Iván. Estoy segura de que no...por muchas razones.
    Aunque sé que lo importante de este blog es el CONTENIDO, no podrás evitar que te diga que la forma que le das es excelente y esto es IMPORTANTE porque el contenido llega a la cabeza, por preciso, por contundente, por veraz y por urgente y lo que és igual de necesario: al corazón (directo). ASí que te digo GRACIAS por ESCRIBIR SOBRE ESTAS COSAS y DE ESTA MANERA. Y por favor (si no te importa escribe una Parte II de este cuento en la que Iván tenga ALGO con lo que pueda luchar y por lo menos "quedar en tablas" con la "esencia del Hombre". GRACIAS por tu blog. María Iglesias

    ResponderEliminar
  2. La verdad que es triste creer que no se puede luchar contra la esencia del hombre..pero tengo fe y se que puede lograrse... hay muchos Ivan en esta vida solo que somos minoria...ya pasaremos a un primer plano y terminaremos con estas atrocidades...buenisimo tu cuento realmente te lleva a imaginar ese horripilante encuentro....felicitaciones...carla. PD: recuerda que el ser humano es el único animal que ademas de dañar a otras especies destruye a la suya y a si mismo.... uchar contra la esencia del hombre..pero tengo fe y se que puede lograrse... hay muchos Ivan en esta vida solo que somos minoria...ya pasaremos a un primer plano y terminaremos con estas atrocidades...buenisimo tu cuento realmente te lleva a imaginar ese horripilante encuentro....felicitaciones...carla. PD: recuerda que el ser humano es el único animal que ademas de dañar a otras especies destruye a la suya y a si mismo....

    ResponderEliminar