lunes, 1 de agosto de 2011

El cazador, una especie a extinguir

      Es muy temprano, tan temprano que solo se atisba en el horizonte un proyecto de lo que constituirá un nuevo día. Sin embargo, agazapada entre la maleza podemos intuir una silueta, oscura y silenciosa, que aguarda el momento oportuno para dejar impresa su huella de cobardía, vileza y muerte.
     La espera obtiene su fruto cuando un inocente cervatillo, al amparo de la protección del único hogar que conoce, tiene la desgracia de inmiscuirse en el radio de acción de la villanía e insensibilidad más arteras. El animal, con ojos llenos de una inmensa bondad aderezada con ligeras dosis de curiosidad, posa su limpia mirada sobre la silueta, que impertérrita y ajena a cualquier sentimiento remotamente parecido a la compasión y al remordimiento, alza el arma del sinsentido más absoluto y con una frialdad forjada en el averno más recóndito de la mente humana... dispara.
     El gran cazador, el magno guerrero carga orgulloso el cuerpo inerte de su cándida víctima y marcha ufano en pos de los halagos de una sociedad marchita y enferma que aplaudirá con aquiescencia su gallardo comportamiento.


     Estoy convencido de que has sentido al igual que yo cuando he imaginado esta historia, una amarga sensación de rabia e impotencia. Desgraciadamente, este absurdo proceder se repite con maquiavélica frecuencia a lo largo y ancho de nuestra geografía, pero no vayas a pensar que esta sinrazón es patrimonio exclusivo de nuestro país, ni muchísimo menos, es inherente al ser humano y como tal, globalizado. El placer de matar por el simple hecho de matar que es en definitiva de lo que va la caza, es un sentimiento demasiado arraigado en nuestros genes al igual que esa cómplice indiferencia que mostramos en la utilización de los animales para nuestra conveniencia... todo rema en la misma dirección y las víctimas siempre son las mismas.
     Me hace especial gracia cuando leo o escucho estupideces mayúsculas como la ética o el código de honor en la caza deportiva, ¿desde cuándo existe "honor" matando a un ser vivo en total desigualdad de condiciones?. NO puedo entender de ninguna forma la finalidad o el por qué de este comportamiento... ¿Nuestra hombría o nuestro valor deben de ser  refrendados mediante actos de semejante calaña? No alcanzo a ver dónde esta la "valentía" o la "audacia" en el asesinato de un animal que no tiene opción alguna de sobrevivir. También deploro, en un ejercicio de supina arrogancia, cómo el Hombre y por LEY, se arroga la potestad de dar legitimidad a este cobarde comportamiento de masacrar animales en su hábitat natural para divertimento y disfrute de unos desalmados ávidos de sangre y muerte. Y el colmo de la hipocresía consiste en calificar de "deporte" a esta criminalidad consentida, para cualquier deportista esta comparación resulta harto humillante.   
     La caza es un negocio que mueve en este país verdaderos ríos de dinero, se estiman cantidades próximas a los 160 millones de euros cada temporada y ya sabemos que casi todo aquello que toca el dinero acaba estrechando la mano de la codicia y la mezquindad. Durante los cuatro meses que dura la veda, dos millones de españoles obtendrán beneficios de la caza, desde los hoteles más cercanos a los cotos hasta las granjas de cría de especies cinegéticas. Sólo en concepto de utilización de los cotos, los cazadores desembolsarán en torno a los 90 millones de euros. España es en la actualidad uno de los países europeos que dedican más terreno a este esperpento.Con todos estos antecedentes ya tenemos el abono perfecto para sembrar la más indigna barbarie de donde únicamente recolectaremos muerte inmisericorde y gratuita.
     Voy a lanzar unos datos que son estremecedores, cada año en torno al millón de cazadores que hay en nuestro país más los 25.000 que vienen de fuera auspiciados por nuestro "paraíso" cinegético, se cobran la vida de alrededor de 60.000 ciervos, 120.000 jabalís y otros 30.000 animales más de las especies gamo, muflón, corzo, rebeco, arruí, cabra montés y lobo. También acaban con la vida de un millón de liebres, cuatro millones de conejos y 140.000 zorros. Las aves tampoco se libran de los disparos de los cazadores. Cada temporada extinguen a más de tres millones de perdices, un millón de codornices y cinco millones más de otras aves entre las que se encuentran faisanes, palomas, ánades y patos. 
     Recalquemos que el negocio de la caza se fundamenta en la obtención de beneficios a costa del asesinato cobarde e impune de seres inocentes. Otra industria más de la explotación animal, generadora de lucro y enriquecimiento, a costa de los de siempre, donde la finalidad es que un depravado obtenga una "satisfacción personal" por el mero hecho de finiquitar la vida de un ser indefenso. Los cazadores se han nutrido de una sociedad que no reconoce las libertades innatas que todo ser merece.   
     La triste y obscena realidad es que muchos de ellos, tras ser heridos, mueren en una atroz y lenta agonía. Se extermina a madres e hijos, a familias enteras, destrozándose una y otra vez grupos ya constituidos con el perjuicio que conlleva para los supervivientes. 
     Como dije anteriormente, una de las cosas que me produce mayor vergüenza es que las autoridades , carentes de la más mínima sensibilidad, defiendan y promulguen decretos para esta matanza apelando al impacto mediambiental que provocan determinadas especies. Postura que solo podemos albergar si abrazamos un punto de vista completamente especista, discriminando, como siempre, a los animales por no pertenecer a nuestra especie y arrogándonos un papel de superioridad que no nos pertenece. Si somos ecuánimes en esta cuestión, si somos sinceros y honestos, deberíamos admitir que el Hombre, especie alóctona por antonomasia en la mayoría de los hábitats, es el principal instigador en los desajustes del medio ambiente y hasta el momento, que yo sepa, no hemos promulgado aún ningún decreto que dictamine la caza de seres humanos. 
     Cuando mi mente evoca la imagen de un cazador, acuden a mí sensaciones tales como la cobardía, la insensibilidad, la crueldad y la estulticia más despreciable. No tan solo somos capaces de explotar, esclavizar y torturar animales hasta matarlos para nuestro consumo, sino que también hemos de ahondar en esta impúdica herida asesinándolos para satisafacer los instintos más bajos y canallescos de una legión de descerebrados.
     En una ocasión, un abogado, político y mundialmente conocido pacifista hindú pronunció muy acertamente esta frase: "La grandeza de un país y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que sus animales son tratados".  Si nos rigiéramos por este criterio a la hora de dictaminar nuestra sentencia, diría, sin temor a equivocarme, que todas las naciones del planeta irían camino del cadalso.    

1 comentario:

  1. Lo que tampoco logro entender es como pueden considerar la caza como un deporte. Yo lo juzgaré más como un vil asesinato de unas especies (al igual que ocurre con otras) que el único mal proyectado ha sido el nacer. Desde luego, que haya personas que se jacten de que si su presa es más grande o más bonita merecen el mismo fin. Cuando el mundo quede reducido a la más mínima existencia de aire (si es que queda algo después de la tremenda contaminación a la que es sometida constantemente el planeta) porque los animales han sido exterminados por el gusto de verlos agonizar, llegaran las lamentaciones y la necesidad de hallar vida urgente en otros planetas... Lamentable la conducta del ser humano, una vez más.

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