miércoles, 31 de agosto de 2011

La colmena de la muerte

     Me produce cierta hilaridad cuán asombrosamente fácil le resulta a la gente en general otorgar el calificativo de "buena persona" a un individuo con el que se intercambian unas frases vacías, varios chistes con sus correspondientes sonrisas y algún que otro chascarrillo gracioso y oportuno en el momento adecuado. Vamos a ser serios y consecuentes de una vez. Para atribuirle el tratamiento de BUENA PERSONA a alguien yo empezaría por preguntarle ¿qué almacenas en el frigorífico y en tu despensa?, ¿qué guardas en tu armario? o ¿tienes en cuenta y te importa cuál es el origen de la infinidad de productos de belleza e higiene que utilizas a diario? Cuando la respuesta a todas estas cuestiones sea la adecuada, emanando desde la comprensión y el respeto hacia los animales, entonces y solo entonces, me estarás demostrando tu bondad como ser humano. No necesito ni tu palabrería insustancial, ni tus gracias, ni tus genialidades espontáneas sino me demuestras con hechos lo compasivo que eres.
     También me produce cierta sorna aderezada con generosas dosis de vergüenza ajena, la hipócrita actitud de algunos mal llamados animalistas que se arguyen la potestad de abanderar un sentimiento de solidaridad y respeto hacia los más desfavorecidos, cuando en realidad lo que hacen es salvaguardar unos intereses tan mezquinos como partidistas. Utilizar un universo de horror y muerte en beneficio personal me parece de lo más ignominioso, sin embargo, no me extraña en absoluto porque hay dos cosas que me dejaron de sorprender hace tiempo, la bestialidad de los hombres y la inteligencia de las bestias.
     El artículo de hoy versará sobre unos animales cuyo sufrimiento pasa completamente desapercibido para la mayor parte del mundo, no obstante la lástima es siempre el mismo sentimiento y no importa de dónde provenga. NO puedo, NO quiero hacer ninguna distinción sobre la génesis del esclavismo, el dolor y la injusticia más allá de si una especie pueda despertar más ternura y sensibilidad que otra. TODAS SON IGUALES y merecen nuestra solidaridad y nuestro compromiso con el mismo ímpetu. Voy a ser durante esta publicación tan perseverante e insistente como lo fue Catón en sus discursos ante el Senado de Roma con su conocida y famosa frase  "delenda est Carthago". Perseverancia que me llevará a repudiar y condenar cualesquiera circunstancias que supongan la vejación, tortura y posterior asesinato de un ser vivo e inocente. El hombre ha convertido nuestro planeta en un execrable infierno para todos los animales. La brújula de nuestra esencia señala constantemente la maldad como el norte de nuestros propósitos. Nunca cambiaremos...
     Voy a escribir sobre las abejas y sus deleznables condiciones de explotación, que si bien no levantan la misma indignación ni le conferimos la misma fuerza a la vehemencia de nuestras protestas que cuando se trata de la "fiesta" de los toros o el abandono de un perro en una cuneta, para mí, su sufrimiento, necesita y requiere el mayor de los respetos. Espero, querido lector, que una vez hayas concluido esta lectura, veas a estos laboriosos y metódicos compañeros de viaje con otros ojos, con otra perspectiva. Se lo merecen.
     Las abejas, como el resto de los animales, sienten. Un estudio realizado por los investigadores de la Universidad de Brandeis (Estados Unidos) pone de manifiesto la existencia de un ancestral mecanismo molecular que tiene como objetivo evitar el dolor. Son seres sociales, curiosos y sobre todo activos, que tienen la capacidad de reconecerse entre ellas por el olfato. Hay tres tipos, la reina cuya finalidad es poner los huevos. Las obreras, estériles y que se ocupan de realizar los trabajos de la colmena.  Y los zánganos, que fecundan a la reina y ayudan en la cría.
     ¿Y por qué las abejas entran dentro del ámbito de la explotación? Pues muy sencillo a la vez que lamentable, porque se generan pingües beneficios con la miel. El dinero no entiende de razones ni de sentimientos por lo que estos insectos son tratados de la misma forma que cualquier otro animal de granja. Cada año se producen entre doscientas y trescientas mil toneladas de este producto, lo que las condena a sufrir regímenes alimenticios artificiales, manipulaciones genéticas, constantes tratamientos con medicamentos y pesticidas, son inseminadas artificialmente y para rematar la faena mueren en enormes cantidades al ser transportadas producto del ahogo, el sobrecalentamiento o el frío. Igualmente perecen de forma sistemática y en gran número cuando se manipulan los panales, para ello es frecuente utilizar humo, corrientes de aire o bien agitándolos vigorosamente. Las que no mueren en este primer envite acaban con las extremidades rotas o las alas cortadas. En cualquier caso su final es evidente.
     Quisiera que retuvieras un dato en tu memoria, una reina, en condiciones normales, puede llegar a producir unos quinientos mil huevos en su vida, sin embargo, en el "mundo comercial" y en aras de la calidad de la miel, únicamente le permiten producir alrededor de trescientos mil en dos años con el consiguiente acortamiento premeditado de su existencia. La asesinan cuando consideran que ya no es de utilidad porque decrece la calidad de la producción y en algunas explotaciones este acto cruel se lleva a cabo anualmente. La abeja reina es inseminada artificialmente con el esperma extraído de los zánganos a los que, una vez concluida esta función, SE LES CORTA LA CABEZA. La inclemencia no termina ahí, porque suele ser una práctica habitual que a la reina se le corten las alas para impedir, de ese modo, que pueda enjambrar y llevarse consigo a las obreras para formar una colmena silvestre.
     No quiero que pienses ni por un momento que por el hecho de ser insectos están exentos de la capacidad de sentir. Cuando se les cercenan las extremidades o se les cortan las alas... SUFREN. También quiero decirte que tienes la oportunidad de poner tu granito de arena para evitar esta continuada masacre, adoptando alternativas tan válidas en tu alimentación como el sirope, la melaza, el azúcar moreno o los zumos concentrados de frutas. Sé solidario, las abejas te lo agradecerán.
     La especie humana no deja títere con cabeza, la alargada sombra de nuestra avaricia y crueldad es tremendamente siniestra y no hay animal, esté donde esté y sea de la condición que sea, libre de peligro. El daño que hacemos sin cuartel no tiene límite ni clemencia, por lo que tan solo me queda pedir humildemente perdón  a todos aquellas criaturas bondadosas e inocentes que en este preciso instante están padeciendo dolor o muriendo miserablemente,  y por todas aquellas que irremediablemente serán asesinadas.

domingo, 28 de agosto de 2011

Soy una foca, ¿te divierte apalearme?

     -En ocasiones veo muertos!!... Haciendo referencia a esta frase de la famosa película de Shyamalan debo de confesar abiertamente que durante la preparación de este artículo he sentido una amargura y una impotencia fuera de lo habitual. Cualesquiera vejaciones, humillaciones y asesinatos de animales tanto humanos como no humanos merecen la más agria de las repulsas, la más firme de nuestras condenas, sin embargo, lo que voy a relatar a continuación, no tiene nombre ni razón de ser. La bestialidad, la crueldad y la ira que se exhiben en la matanza de focas nos demuestra claramente cómo el Hombre se ha convertido en el rey de las bestias porque su brutalidad excede en mucho a la de cualquier animal. Desgraciadamente nos alimentamos y vivimos de la muerte de otros, nos hemos transformado en auténticos cementerios. Pero volviendo a la frase del principio, y sin ánimo de que acabe por convertirse en un vacío aforismo, quiero decirte que...  -En ocasiones veo MASACRES!!
     Cada año, el gobierno de Canadá, presionado por los pescadores que insisten en que las focas son las responsables de la rotura y contaminación de sus redes, fija una cuota de matanza para estos bondadosos seres. Argumentación totalmente partidista y subjetiva que no se sustenta por sí misma, salvo por la ceguera de la codicia, porque la disminución de las capturas de bacalao y otras especies marinas no viene propiciada por la acción de las focas, ni muchísimo menos, sino por un exceso constante y progresivo de apresamientos por parte de los pesqueros. Otro triste dato que habla muy a las claras del "compasivo" gobierno canadiense es que entre los años 1995 y 2001 se concedieron más de 20 millones de dólares en subvenciones para favorecer esta masacre. Lamentable.
     Otro factor a tener en cuenta es la gran presión que ejerce la industria de la moda, principalmente europea y asiática, a la hora de perpetrar esta barbarie. Quiero que recuerdas y grabes a fuego en tu memoria que empresas como PRADA o VERSACE son abanderadas de esta sinrazón, utilizando constantemente pieles de animales en general y focas en particular a la hora de confeccionar tanto sus prendas de vestir como sus complementos.
     Se ha esgrimido reiteradamente que este múltiple asesinato consentido se realiza en aras de la industria alimentaria... Vergonzoso engaño. La mayor parte de estos mamíferos apaleados son abandonados literalmente para que mueran y sus cuerpos se pudran sobre el hielo. La cantidad tanto de carne como de aceite que se aprovecha es MÍNIMA. Y aseverar que es "necesario" para el abasteciemiento de la población indígena, es una falacia, porque tan solo el uno por ciento de las muertes de las focas engrosan esta estadística... ¿A quién quieren engañar?
     Volvamos a Canadá. Según sus "expertos", la campaña internacional contra el holocausto al que hago referencia, está más guiada por las "emociones" que por consideraciones científicas, manifestando que la población de estos mamíferos es la mayor de los últimos 100 años. Es curioso como grandes organizaciones no gubernamentales en pro de los derechos de los animales como Greenpeace, han dejado de cuestionar su caza a raíz de estos comunicados. Si continuamos por estos derroteros sería justo decir que la población humana es en la actualidad no ya la más alta de los últimos 100 años sino de toda la historia y aumentando sin parar, además, contamos con el "valor añadido" de ser la especie que más contamina y degrada el medio ambiente, pero yo no he visto JAMÁS que lo aplicado con tanto rigor a las focas por "alterar" el ecosistema se emplee en el ser humano.
      Pocos animales se encuentran en la naturaleza tan desprotegidos como la foca bebé del Ártico. Estos pequeños peludos son demasiado lentos para huir del ataque de los cazadores mientras están sobre el hielo y no poseen el suficiente pelaje que les permita soportar las gélidas temperaturas del agua. Esta sangrienta injusticia consiste en machacar a palazos a estas inofensivas criaturas para sacarles la piel mientras AÚN ESTÁN VIVAS, porque si el animal muriese se pegaría a la carne rompiéndose al arrancarla y ya no servirían para ser utilizadas en peletería. No es extraño ver a crías con el cráneo abierto, despellejadas y arrástrándose por el suelo hasta morir en medio de una atroz agonía ahogándose en su propia sangre.
     En el año 2005 vio la luz un trabajo realizado por veterinarios independientes en donde se publicaba la insultante memez de que el método de la porra con un clavo adherido a ella provocaba una pérdida de conciencia rápida e irreversible y posteriormente la muerte. Para ahondar aún más en esta mayúscula estupidez, esta caterva de matarifes con título aducían que, por consiguiente, era una muerte "sin crueldad". A mí me encantaría saber dónde están estos descerebrados disfrazados de veterinarios cuando podemos ver continuamente imágenes de focas dadas por muertas, arrástrándose por el suelo en medio de una lenta agonía, envueltas en un manto confeccionado con su propia sangre y transidas por un dolor espantoso.
     Quisiera que recordaras un dato harto elocuente, cada año sobre los hielos de la península de EL Labrador y de Newfoundland, al iniciarse la primavera, cientos de miles de víctimas indefensas son asesinadas por su piel, pero con el infame agravante de que la mayor parte de ellos son crías, concretamente el 96 por ciento tienen entre 12 días y 3 meses. Ten presente que son animales que en condiciones normales podrían alcanzar hasta los 35 años de edad. Evidentemente la estulticia humana no les va a concedar su legítima oportunidad de disfrutar de una vida digna, por el contrario sí nos va a proporcionar la posibilidad de observar con impotencia cómo estos bebés completamente indefensos, que ni tan siquiera han comenzado a tomar alimento sólido y continúan mamando de sus madres, son brutalmente apartados de la vida por su precioso pelaje. El primer y único baño que tomarán será, no el del agua, sino el de su propia sangre al ser arrastrados por los bicheros de los cazadores mientras aún permanecen conscientes en medio de una crudelísima agonía y son despellajadas vivas.
     Namibia tampoco se constituye precisamente por ser un santuario para estos hermosos seres, aproximadamente novental mil ejemplares perderán la vida este año en sus costas producto de la misma irracionalidad que nos invade por doquier, utilizándose los mismos métodos despiadados e inclementes de crueldad y apaleamiento. No tenemos remedio.
     He dejado, querido lector, para el final, una cuestión que merece por nuestra parte el rechazo y la condena más absolutos. En Noruega, país abanderado y defensor de los derechos fundamentales donde los haya, en el que no hace demasiadas fechas podíamos ver a un pueblo compungido y maltratado por un execrable crimen, parece no mostrarse tan "sensible" cuando los ultrajados no son sus súbditos humanos. Al margen de la bochornosa complicidad e intervención directa en la caza de ballenas, permiten y fomentan la creación de un turismo basado en el horror y el asesinato... como lo estás leyendo; al no tener una infraestructura peletera importante los cazadores no están interesados en la matanza de focas, de modo que no se les ha "ocurrido" otra cosa a estos vikingos que diseñar un plan turístico para que sean las personas que visiten el país, quienes dando rienda suelta a sus más bajos instintos y perversiones, propicien esta masacre. Algunas empresas del sector en total connivencia con el gobierno noruego, están  ofertando dentro de sus paquetes a estos macabros turistas, la posibilidad de asesinar impunemente a dos focas como parte de sus servicios, en los que no hay alojamiento ni comida pero sí la devolución del dinero en caso de que no haya "suerte" y no puedan machacar a estos nobles animales. El esperpéntico paquete incluye un entrenamiento específico para principiantes y las preciadas fotos de rigor donde el "valiente guerrero" exhibirá el cuerpo exánime de su "gallardía". Las "excelencias" del servicio no acaban ahí, ya que por un "módico" suplemento en el precio le confieren la posibilidad a la desgracia humana que lo solicite el abatimiento de una foca bebé. Creo que huelga cualquier otro comentario. La desfachatez y la inmisericordia de nuestra especie hablan por sí solas.   
     Cuando evoco la simpática y a veces tristona imagen de una foca, con esos grandes y expresivos ojos negros llenos de bondad, me resulta muy difícil de creer que haya engendros disfrazados de personas capaces de tener la determinación y la sangre fría necesarios para asesinar, con esa inusitada violencia, a un ser vivo que lo único que desprende es amor y ternura. Lo único que se me ocurre pensar en un momento así, es que hasta que el Hombre no sea capaz de ampliar su círculo de respeto y compasión a todos los seres vivos que le acompañan en este viaje, es imposible que pueda hallar la paz.





Criminal en acción

martes, 23 de agosto de 2011

¿Es una guerra perdida?

     El mes de agosto se constituye como perfecto anfitrión en gran número de pueblos y ciudades para celebrar sus fiestas patronales, donde ríos de gente ávidas de sangre y crueldad azuzan a políticos medrosos para que les permitan "paladear" su ración anual, que no única, de vejación y tortura hacia un animal. La irracionalidad de la masa en total connivencia con el más que mediocre gobernante de turno, que pasará por encima de cualquier indicio de moralidad para seguir "amarrado" al sillón, van a propiciar que los de siempre sucumban al sinsentido más vergonzoso en aras de satisfacer las obscenidades y bajezas del ser humano. Porque no nos engañemos, el que legisla no es más que la representación, la cabeza visible de la gente que le ha elegido, un claro exponente de lo que es la generalidad hoy en día. Egoísmo, insolidaridad, preocupante falta de principios y valores mantienen a flote una inmensa nave cuyo puerto de destino se llama antropocentrismo.
     Cuando escucho hablar a los que tienen en sus manos las riendas y el futuro del país, sean del signo que sean, no me queda más remedio que esbozar una sonrisa irónica ante tanto simplismo y mediocridad, preguntándome qué pensarían grandes maestros de la oratoria como el populista Temístocles o el idealista Demóstenes ante este elenco de ramplones y poco originales pseudopolíticos que tenemos que soportar.
     Insisto, estos ostentadores del poder son un fiel reflejo de la sociedad en la que nos hayamos inmersos, donde la ley del mínimo esfuerzo y el apoltronamiento más reclacitrante justifican una hedonística existencia. Cuando los escucho "debatir", siendo muy generoso en el término empleado, me sobreviene una más que galopante vergüenza ajena, la misma que, a buen seguro, sentirían si levantaran la cabeza dos consumados maestros y amantes del litigio como Hortensio y Cicerón.
     En el momento en que miro a mi alrededor observando con actitud honesta y objetiva lo que me circunvala, me doy perfecta cuenta de que esta lucha en favor de un mundo más compasivo con nosotros mismos y con los animales que nos acompañan, está irremediable y completamente perdida. Es triste y decepcionante ver que hay más "bultos" que personas campando alegremente por doquier, patética realidad que se traduce en un aumento progresivo, año tras año, de seres inocentes que son destinados al sacrificio para satisfacer la demanda muy "humana" de alimentarse de violencia y muerte; asimismo, puedo asistir con impotencia a la paulatina degradación de un planeta que nos han prestado nuestros hijos y del que estamos haciendo un uso totalmente irresponsable... pero qué más da, ya se apañarán los que vengan detrás.
     Si eres, querido lector, una persona que frecuente regularmente páginas en internet de contenido favorable a los derechos de los animales o seas miembro de asociaciones de corte animalista, puede que estés bajo los efectos de un espejismo que te induzca a pensar que hay más gente en esa línea de pensamiento que lo que indica la realidad. Somos realmente pocos en proporición, una ínfima minoría donde además, y dentro de ella, he podido observar que la hipocresía está mucho más presente de lo que sería de esperar. Estoy HARTO de gente que proclama a los cuatro vientos cuán sensible y compasiva es por colocar mensajitos de consternación bajo una lamentable fotografía de un ser desvalido o de individuos que creen ser grandes amantes de la fauna por sacar dos veces a su perrito a pasear.... vamos a ser serios y consecuentes, mientras que en tu frigorífico guardes bandejas de carne, botellas de leche y porciones de queso, además de consumir productos que han sido testados en animales porque no te has tomado la molestia de buscar soluciones alternativas, y si a todo esto le sumamos la posibilidad de encontrar en tu armario zapatos y bolsos de piel estás siendo un HIPÓCRITA. Tu falta de esfuerzo y tu abulia significan explotación, dolor y asesinato. Así de claro, aquí no hay medias tintas ni pactos baratos como a  los que se abonan con gran facilidad estos insulsos e inoperantes políticos que tenemos como abanderados. La parte positiva, que la hay, es que tú puedes darle la vuelta a esta aberración, puedes ser protagonista principal de un guión aún por escribir donde hagas desaparecer toda esta lacra de tu vida. Inicia una revolución personal que haga de ti un ser más compasivo y recuerda que pasar por este mundo propiciando el menor daño posible está al alcance de tu mano. Sé humilde y solidario con los animales y con aquellos seres desvalidos que jamás tuvieron una oportunidad. Hazlo por ellos, por ti.
     Me consta que existen personas íntegras, involucradas y concienciadas que han hecho de esta guerra totalmente desnivelada la razón de su existencia. Libertad por estandarte y respeto por bandera constituyen las herramientas esenciales de gente muy especial que inhala saberes y exhala revelaciones. Sin embargo, la comodidad del aborregamiento, el peso de la tradición y la fuerte inercia de una sociedad codiciosa y depredadora exenta del más mínimo atisbo de remordimiento, hacen que aquellos que rompen el molde se conviertan, desgraciadamente, en "elementos" exóticos cuando esta "rareza" debería constituir la más absoluta normalidad... es lo que hay.
     Por mi parte, aún perteneciendo a esa inmensísima minoría, continuaré defendiendo y siendo consecuente con lo que transmite el veganismo, que no es otra cosa que respeto, compasión y salvaguarda de la dignidad de aquellos más desfavorecidos. Modestamente seguiré intentando que, a través de mis escritos, aquellas personas que tienen a bien leerme puedan estar informadas de lo que realmente pasa a nuestro alrededor, de la patética y atroz realidad que nos envuelve en su manto de inclemencia y muerte. No obstante, soy perfectamente consciente de que todo esto es como asestar un golpe a una tormenta. Si existiera un instrumento lo suficientemente delicado y preciso para mensurar el efecto de ese golpe nos revelaría que, a pesar de haber empleado mi voluntad, toda mi energía en el intento de disminuir su devastación, ésta seguiría su curso infligiendo el mismo daño en el mundo como tenía previsto, aunque nadie supiese jamás que hubo una persona que intentó, con todas sus fuerzas, contrarrestar su efecto.

sábado, 20 de agosto de 2011

¿Por qué lloran los niños soldado? Parte II. (Relato)

     Hoy he marcado dos goles, ha sido un partido estupendo y he disfrutado como pocas veces lo había hecho. Me encanta el fútbol, correr, driblar, chutar y tener la sensación de ser parte de algo, pero lo que me hace más ilusión de todo es lo bien que nos los pasamos juntos. Algunos de mis amigos sueñan con hacerse profesionales e incluso llegar a jugar en Europa. Qué difícil debe ser alcanzar esa meta aunque hay que intentarlo, los sueños son para perseguirlos con ahínco porque nunca se sabe lo que el futuro nos puede deparar. Yo intentaré con todas mis fuerzas ser médico, un buen médico, que tanta falta nos hace en mi país donde siempre estamos rodeados de enfermedades y sobre todo de personas que tristemente nos abandonan para siempre a la más mínima adversidad.
     Intento aprender todo lo que puedo, para eso voy cada mañana al colegio que está a unos cinco kilómetros de nuestro poblado, pero no me importa caminar tanto porque mi padre está muy orgulloso de mí, piensa que un día seré alguien muy importante para nuestra gente y que salvaré muchas vidas. Yo lo quiero mucho, como a mi madre y a mi hermana pequeña, porque sé que se sacrifica por todos nosotros, siempre me apoya y me anima para que siga estudiando... es tan bueno. Es pescador, como antes lo fue mi abuelo, y no hay nada que le impida salir cada día a faenar, haga frío o calor, llueva o tengamos un sol de justicia. No nadamos en la abundancia pero afortunadamente, no como otros muchos, el hambre pasa de largo por nuestra puerta.
     Mi país se desangra por las constantes luchas, no he visto jamás en mis doce años de vida un momento de respiro, cuando no es una cosa es otra, y siempre hay alguien que se cree en posesión de la verdad absoluta dispuesto a asumir que puede arreglarlo todo, pero invariablemente con la misma receta que sus antecesores, matando. Vivimos de forma permanente con miedo, atentos a cualquier mínimo alboroto y con el corazón en un puño. Lo mejor para nosotros es que el olvido se adueñe de este lugar y que se convierta en invisible a ojos del mundo mientras no obtengamos la tan ansiada libertad.
     Hoy vamos a celebrar que mi hermanita cumple dos años, está tan guapa que me la comería a besos. Mi madre anda loca de contenta yendo de un sitio a otro con la preocupación de conseguir que sea un día mágico. Va a preparar una comida  muy especial e incluso mi padre ha terminado antes de pescar para estar con nosotros. Ojalá fuera siempre así.
     Estábamos todos a punto de comer cuando de súbito se han escuchado ruidos por todas partes, perecían disparos, la pequeña se ha puesto a llorar y la cara de mis padres denota nerviosismo y preocupación. Se empiezan a escuchar gritos por doquier, la gente corre aterrorizada y hay varias chabolas contiguas a la nuestra envueltas en llamas. Disparan a quemarropa asesinando a ancianos, hombres, mujeres y niños sin distinción... ¿quiénes son estos bárbaros? Hemos salido de la choza y corremos sin rumbo fijo y totalmente asustados, mi padre lleva a mi hermana en brazos y mi madre nos sigue a corta distancia. Hay un bosque cerca, lo veo, intentaremos llegar hasta él. Otros como nosotros intentan, la mayoría en vano, alcanzarlo también.
     Acabo de oír el grito desgarrador de mi madre, la han alcanzado de un disparo y mi padre se ha detenido en seco. Está en en el suelo y no puede levantarse, veo que a su alrededor se está formando un charco de sangre y me mira, me mira sin proferir ni un sonido pero sus ojos, ahora serenos, me trasmiten el profundo amor de toda una vida de dedicación y ternura mientras poco a poco se van apagando. Mi padre, con la pequeña aún en sus brazos me chilla para que siga coriendo, que no me detenga. Tardo en reaccionar pero hago lo que me dice, el bosque está cerca, muy cerca, pero me están alcanzando, cada vez los tengo más pegados a mí, no sé si lo lograré...
     Cómo me duele la cabeza, me han golpeado muy fuerte con algo duro y creo que tengo un buen chichón. Estoy en el interior de una camioneta, hay más niños como yo aquí dentro, algunos lloran, otros permanecen todavía inconscientes y el resto tiene la mirada vacía, perdida. ¿Qué le habrá pasado a mi padre y a mi pequeña?
     Nos tienen encerrados en una especie de cobertizo muy oscuro, apenas nos dan de comer y de vez en cuando entran como fieras salvajes profiriendo alaridos y pegándonos con varas de madera. Cuando se han marchado nos apretamos unos contra otros temblando de miedo y lo que es peor, no sabemos qué futuro nos aguarda. Estamos aterrorizados.
     Hoy nos han vendado los ojos y nos han obligado a repetir en voz alta y durante varias horas cosas terribles como "matar es tu deber", "la sangre de tu enemigo debes derramar" y frases por el estilo. Luego nos han estado diciendo que nuestras familias no valían nada, que eran unos cobardes y que nosotros somos el futuro de una nueva era. ¿Por qué me está pasando esto?
     No sé cuánto tiempo llevo aquí, me han enseñado a disparar y se ha convertido en una especie de juego para mí, además, pelearme es algo cotidiano y soy el más fuerte. Apenas recuerdo el rostro de mi madre ni los consejos de mi padre, y si alguna vez tuve una hermana pertenece más al reino de los sueños que a la realidad. Todo me da igual, sobre todo después de que me inyectan en el brazo esa rara sustancia que hace que lo vea todo diferente, noto que me transforma en alguien invencible.
     Hay un gran alborozo porque han traído prisioneros al campamento, los han capturado en una razia esta mañana. Están muy asustados y nosotros azorados porque nos han dicho los jefes que será nuestra gran prueba de fuego, que hoy nos convertiremos en verdaderos hombres por fin.
     Tengo la metralleta en mis manos y han colocado a un infeliz delante de mí, tiembla, balbucea, reza y suplica, pero no le servirá de nada, está perdido. El elixir del poder que me han inyectado hace un rato me dará la fuerza necesaria para que no dude ni un instante en acabar con él, voy a cumplir con mi deber de soldado, de patriota. Lo miro por última vez, sus ruegos no me conmueven y apunto mi arma .... pobre desgraciado. Ha caído como un espantapájaros, hay sangre por todos lados. Lo he hecho, lo he conseguido, todos mis compañeros me vitorean y mis superiores me felicitan. Ya soy un hombre, un gran guerrero del nuevo orden.
     Por fin entramos en combate, vamos a cazar rebeldes y no debe de quedar con vida ni uno de esos cobardes. Acechamos un poblado, voces de mujeres y niños se escuchan en lontananza, no sé por qué pero todo esto me resulta vagamente familiar, los árboles, los campos, el mar, es como si tuviese toda esta información guardada en un cajón de mi memoria pero que se negara tozudamente a salir. De repente nos dan la orden de atacar y como un resorte comenzamos todos a disparar, sin miramientos, sin distinciones, van cayendo a nuestro alrededor hombres y mujeres cuyo único pecado ha sido encontrarse en el lugar más inoportuno en el momento menos imdicado... al alcance de nuestras balas.
     La batalla o mejor dicho la masacre ha sido un rotundo éxito, no ha escapado nadie con vida. Seguro que cuando regresemos al campamento nos recompensan de alguna forma, quizá con una dosis mayor de esa extraña pócima de poder que me inyectan y consigue que me sienta invulnerable..
     Regresamos por un territorio diferente por el que vinimos, me han dicho que me adelante y que explore el terreno. Es algo peligroso, pero como soy muy valiente es un honor para mí que me encarguen estas misiones. Todo es calma y quietud y un silencio sepulcral se ha apoderado de estos parajes, no me da buena espina. De pronto escucho justo a la altura de mis pies una especie de clic y acto seguido se produce una tremenda explosión. Salgo violentamente despedido en dirección contraria aterrizando con un tremendo y descomunal golpe. Estoy tendido en el suelo, boca arriba y escucho voces lejanas, creo que son mis compañeros pero casi no las oigo, no siento dolor ni tampoco las piernas. Es curioso lo que me está pasando porque estoy mirando en dirección al Sol y no me
ciega ni tampoco me deslumbra, por el contrario sí veo con total claridad la cara de mi madre, por fin la vuelvo a recordar, sonriéndome como antaño. También veo a Emira, mi hermanita, haciéndome gestos para que me acerque con sus manecitas... no sabía que la echaba tanto de menos. Y tras ellas dos, mi padre, hablándome con dulzura y amabilidad, como hacía tantas y tantas veces, aconsejándome, protegiéndome, animándome para que estudie y me convierta en un gran médico. Siento en lo más hondo de mí una gran paz, una tranquilidad tan inmensa como no podía imaginar que pudiera volver a sentir, y voy hacia ellos para no volver a separarme jamás de su lado, porque me quieren y me esperan.
    


    
    
    
    

miércoles, 17 de agosto de 2011

¿Por qué lloran los niños soldado? Parte I. (Artículo)

     Cuando hago un recorrido a través de la historia de la humanidad puedo observar que, como si de un gigantesco letrero de neón se tratara, los personajes que han dejado su impronta de una manera más categórica y contundente en nuestro mundo, atienden a personalidades muy similares entre sí. Sus objetivos,  tan desarrapados como inherentes a la condición humana, han sido perseguidos de forma indolente sin que las distancia o el tiempo hayan supuesto una barrera. La conquista del mundo y la instauración de un nuevo orden, o de una nueva civilización, eran los sueños y quimeras de personajes tales como Alejandro Magno, Aníbal, Julio César, Atila, Carlomagno, Gengis Khan, Napoleón, Hitler y una larga, larguísima lista impregnada en su mayoría por, tal y como lo relatan las crónicas, "grandes" señores de la guerra. Y yo me pregunto, ¿desde cuándo la guerra puede hacer "grande" a alguien? Elevamos en consensuada aquiescencia a la categoría de héroe, mito o leyenda a individuos por su denodada capacidad de sembrar la muerte y la destrucción. Y lo vemos tan normal... Muy "humano".
     Esta es, en definitiva, nuestra desgraciada herencia del pasado y constituye, además, nuestro rabioso presente donde luchas, conflictos, matanzas y barbarie reflejan el lado más grotesco de nuestra personalidad. El futuro aún no está escrito, pero a buen seguro que letras acuñadas con sangre de inocentes serán las encargadas de narrar y atestiguar el sinfín de despropósitos que todavía nos quedan por pertrechar.
     Siempre he escrito que la injusticia e irracionalidad humana no tienen parangón y su límite está, probablemente, muy próximo al esperpento más absoluto, pero cuando además incluimos en esta macabra ecuación el factor niño, la vesania que se desprende como resultado adquiere visos de la obscenidad más execrable. Ese va a ser el tema de hoy, los niños y su demencial protagonismo en ese acto tan genuinamente humano... la guerra.
     La participación de los infantes en conflictos bélicos es una cruel realidad que pasa totalmente despercibida en el mundo, lo cual es muy "lógico" y a nadie debería de extrañar, porque en nuestro "sensible" e "ilustrado" país, por poner un ejemplo, estamos inmersos a día de hoy en la muy preocupante tesitura de si habrá o no huelga de futbolistas el próximo domingo al igual que nuestra atención está completamente colapsada ante los pros y los contras de la inminente llegada a estas tierras de un líder espiritual... como bien puedes comprender la magnitud y trascendencia de estas "preocupaciones" no dejan espacio ni lugar para otras "nimiedades".
     Voy a centrarme ya en el tema que nos ocupa donde puedo asegurarte que, si hay algo muy real y fuera de toda duda, es que los niños africanos son reclutados por ejércitos regulares o grupos paramilitares para la lucha armada. Países como Burundi, Costa de Marfil, República del Congo, Sierra Leona, Somalia, Sudán y Uganda están sufriendo disputas bélicas intestinas donde estas víctimas inocentes se constituyen como tristes protagonistas. Conflictos, por otra parte, interminables, porque la patética realidad de África es que cada vez que se encuentra algo de valor sus habitantes sufren y mueren en la miseria. Lúgubres y funestas causas motivadas por el tráfico comercial de marfil, caucho, oro, petróleo o diamantes con cuya venta propician la compra de armas y la financiación de una nueva guerra civil.
     Los niños reclutados para estos aberrantes despropósitos no supera los quince años, aunque hay datos que confirman que le estupidez no acaba ahí, confirmándose casos, y no pocos precisamente, de chavales de siete u ocho años que son aprehendidos para engrosar las filas de esta estulticia. Se les encomiendan tareas muy variopintas que van desde la carga de armamento, municiones y víveres hasta ejercer de guardaespaldas de sus superiores, aunque más que escoltas los pobres críos se constituirán en auténticas dianas humanas porque ya me dirás, apreciado lector, qué puede hacer o defender un chiquillo de siete años. Lastimoso. Pero no pienses que esta locura ha concluido aquí, en absoluto, lo peor es que son utilizados como avanzadilla para detectar campos minados y así evitar la mutilación o pérdida de un soldado más "valioso"... creo que la mostruosidad no merece más comentarios.
     Más cosas, que esta tétrica historia no termina aún, cuando se les obliga a integrarse a estos grupos es con el objetivo, además, de convertirlos en esclavos sexuales, siendo sometidos a todo tipo de abusos y vejaciones. La peor parte en este apartado se la llevan, como no podía ser de otra manera, las niñas, soportando embarazos no deseados, abortos naturales o provocados, así como constantes anemias y hemorragias. Y lo que es más grave, el padecimiento de enfermedades venéreas o el contagio del VIH debido a las constantes y continuadas violaciones.
     ¿Cuál es la verdadera razón para incorporar niños? Muy sencillo, son baratos y prescindibles, así de simple, al margen de que ofrecen una obediencia incondicional. El modus operandi a la hora de realizar este alistamiento forzoso es siempre el mismo, se procede al secuestro del menor en escuelas, orfanatos, centros de refugiados o barrios marginales. Posteriormente se les envía a campos de instrucción, donde son manipulados en el aprendizaje de tácticas de guerra y tras un breve período de estancia aquí son traladados con celeridad al campo de batalla.
     De forma paralela al enrolamiento forzoso está también el "voluntario", donde niños ingresan en estos ejércitos de la muerte tras haber sido apartados de su familia y verse expuestos a la miseria y pobreza más devastadoras. La quiebra de servicios sociales básicos en materia de salud y educación no contribuyen precisamente a que esta decisión pueda tomar otro rumbo. Todo está en contra, es la eterna maldición de África.
     El dramático desenlace para aquellos que "afortunadamente" logran sobrevivir a este amargo trance tampoco invita al optimismo. La adicción a las drogas es una rémora cruel y despiadada que se abate sobres estas criaturas (recuerda que seguimos hablando de NIÑOS) puesto que son obligados en su fase de "formación militar" a ingerirlas. Sustancias como la cocaína, el crack o la heroína son frecuentemente utilizadas en ellos para que pierdan el miedo a combatir y lleguen a cometer verdaderas atrocidades. Otro factor a tener en cuenta a la hora de enumerar estas secuelas, son los campos de minas que anteriormente he citado y en las que servían de triste escudo humano cuando actuaban a modo de avanzadilla, provocándoles numerosísimas mutilaciones en sus brazos y piernas. Hay un recuento estimativo confirmando que aproximadamente unas 26000 personas mueren cada año producto de la acción de estas asesinas invisibles, ocupando los niños un destacado y vergonzoso lugar en esta macabra lista. Tenemos, además, las consecuencias psíquicas, gravísimas, de todo este padecimiento traducidas en miedo permanente, insomnio, violencia desmedida, sentimiento constante de culpa y temor al rechazo. Tampoco se libran de que su nivel de comprensión de lo que les rodea disminuya, asimismo carecen de pautas de conducta y dado su traumático pasado la jerarquía militar está plenamente internalizada en ellos con todo lo que conlleva.
     El tercer mundo no es, no debería ser un mundo aparte. Desgraciadamente la mayor parte de las impiedades e inmoralidades que se cometen se ceban cruelmente sobre este ya de por sí castigado continente. África ya ha sufrido bastante, ya ha sido suficientemente vilipendiada, ultrajada y vejada para que aún sigamos soslayando con impúdica indiferencia las tropelías que aquí se cometen. BASTA YA de desangrar de forma sistemática a los africanos y sus recursos naturales, los cuales legítimamente les pertenecen. Y nadie, repito NADIE, tiene derecho a robarlos y exportarlos en aras de nuestro bienestar y nuestro desmedido afán de consumismo. Pero las cosas, lamentablemente, no cambiarán, hay demasiados intereses, demasiado dinero, demasiada codicia para que este filón disfrazado de explotación y asesinato vea su fin. Lo que yo sí veo es que la tierra de África tiene un color rojo más acentuado por toda la sangre inocente que se ha derramado sobre ella.


domingo, 14 de agosto de 2011

Réquiem por los niños de África

     A menudo me pregunto por qué en este país de charanga y pandereta, de tradición desfasada y gloria perdida, aparece tan frecuentemente la discutible "virtud" de otorgarle más importancia al mensajero que al mensaje. Y digo esto porque he observado en innumerables ocasiones cómo el más que cuestionable y dudoso "icono" de turno, de esos que florecen con lamentable profusión en tiempos de carestía moral, pronuncia a través de una red social o por un medio convencional la sandez más esperpéntica y acto seguido es vitoreado y ciegamente seguido por un más que considerable elenco de personas que olvidaron, al parecer, la loable costumbre de razonar el día que dejaron en el fondo del armario el nostálgico triciclo y los cuentos de los hermanos Grimm.
     Una nación que se halla a la cabeza en la venta de libros pero que paradójicamente es donde menos se lee y donde la orla universitaria constituye un delicado elemento de ornamentación en muchos hogares, me cuestiono, con pesar, en qué momento de nuestra vida nos "obligaron" a dejar de pensar por nosotros mismos, cuándo borraron de nuestra mente la necesidad de leer, investigar y cuestionar la triste realidad que nos envuelve para abrazar la inercia, el costumbrismo y la ortodoxia establecida. Nos marcan el camino, y nosotros, convenientemente aborregados, seguimos la senda trazada por unos cuantos indeseables poseedores de la infausta herencia dejada por las Parcas, desviando nuestra atención de aquellos problemas, de aquellas injusticias que deberían presidir nuestros pensamientos y acciones, conduciéndonos hacia una vida fácil, vacía y carente de solidadridad... Problemas reales e injusticias verdaderas como la explotación y asesinato de animales o la humillación y privación de los derechos más elementales de otros seres humanos.
     Hoy voy a escribir sobre la dramática situación de los niños en África, que podría ser idéntica a la que están sometidos en tantas y tantas partes del mundo, pero que en este continente cobra un especial sentido dada la crudeza y frecuencia con que se repite. Niños que son iguales, idénticos a los que vemos por nuestras calles, con ilusiones, sueños... pero sin una oportunidad, sin un futuro que les permita esbozar ni tan siquiera una media sonrisa con la que alegrar sus transidos corazones.
     Decir que la situación de los más jóvenes en África es crítica resulta una obviedad, sin embargo, no por ello y su cronificación en el tiempo, deberíamos darle menor importancia o adoptar cierto aire de indiferencia como algo que está ahí inerte y que no merece mayor consideración. Estamos hablando de MUERTE. Ten en cuenta que de los 2.200 millones de niños que viven en el planeta un porcentaje muy significativo reside en el continente negro.
     Castigados incensamente por las absurdas guerras internas, vapuleados por un clima tan cruel como caprichoso que en nada benefecia a una agricultura rudimentaria y todo ello unido al expolio y mal reparto de tierras en manos de unos pocos terratenientes, obtenemos un cuadro dantesco en el que están  grotescamente pintados la violencia, los abusos sexuales, la explotación laboral y el fallecimiento por hambre o enfermedades perfectamente tratables.
     Voy a ahondar un poco en estas deplorables condiciones... has de saber que muchos de ellos sufren de desnutrición crónica (mientras en otros lugares del mundo las madres se soliviantan porque al niño no le da la gana de comer...), y como las desgracias nunca vienen solas, podrás imaginarte que esta falta de alimentos trae consigo una mayor vulnerabilidad ante enfermedades como el sarampión, el cólera, la malaria o la poliomielitis, sobre las que difícilmente pueden actuar ante la falta de medicamentos primarios. Esta situación trae consigo un deterioro gradual pero constante de las familias, donde además los niños que aún permanecen "razonablemente sanos" se ven obligados a abandonar las escuelas para realizar trabajos, peligrosos en su mayoría, para mantener a su clan. Otra lacra es que la crisis permanente deja indefensas tanto a niñas como mujeres ante la explotación sexual, viéndose obligadas a prostituirse para proveerse de las necesidades más básicas.
     A todas estas calamidades hay que sumar otro dato contundente y es que en gran número estas criaturas se quedan huérfanas debido a la ingente cantidad de adultos que fallecen, entre otras causas, bajo el opresor yugo del SIDA. ¿Y qué propicia este contexto? Pues una situación auténticamente maquiavélica producto de la depravada y perversa esencia humana... a los niños se les secuestra para entrar en un obsceno mercado en el que son comprados y vendidos, pero ahí no acaba la historia , ni mucho menos, lo peor es que después son sacrificados para traficar con sus órganos vitales, DEMENCIAL.
     Todo esto va adquiriendo, paulatinamente, tintes caóticos, pero lo más preocupante es que cada día que pasa las condiciones empeoran en la mayoría de las naciones, y sobre todo en la actualidad, con esa devastadora sequía que está asolando el cuerno del continente. Te voy a dejar un par de escalofriantes datos más, traducidos en cifras para vergüenza de nuestra especie y su modo de comportarse...  de los once países que ocupan el deshonroso "honor" de poseer el índice de mortalidad más alto en niños menores de cinco años, diez están en África, la nación restante para completar esta macabra lista es Afganistán. El otro dato es que el noventa por ciento de los infantes que han adquirido el VIH (SIDA) residen en el África Subsahariana. Ciertamente lastimoso y lamentable.
     Posiblemente este último apunte puede venir motivado porque las estructuras sociales que llevaban a término la labor de prevención y curación de niños enfermos, están siendo destruidas como consecuencia de la creciente pobreza y por ende a la falta de recursos que azota a las naciones africanas.
     Lo que está muy claro es que la problemática de estas gentes no se resuelve con reuniones o convenciones burocráticas sobre la pobreza, aquí el único imperativo es actuar con presteza y eficacia para intentar paliar el drama de millones de personas en situación desesperada. El dinero destinado a impúdicos conflictos armados debería ser redirigido para la noble tarea de salvar vidas, pero mucho me temo que esa sabia decisión es tan utópica como lejana en la cavernosa y retorcida conciencia del Hombre. Como siempre, la falta de voluntad política de la comunidad internacional aunada a la esperpéntica y desesperante actitud de los corruptos y sanguinarios gobiernos locales, provocan este sonrojante genocidio. Y ya el colmo de la desfachatrez más execrable y la hipocresía más supina, es que "civilizados" países occidentales se dedican a la lucrativa venta de armas a estas naciones africanas, azuzando convenientemente el fantasma de la guerra, en las que hombres morirán dejando en una alarmante situación de indefensión a niños, mujeres y ancianos.
     Quiero dejarte para el recuerdo otra patética cifra, cada tres segundos en África muere una persona de hambre o por una enfermedad perfectamente curable... cada tres segundos. Haz un cálculo del número de personas que han muerto mientras leías este artículo, personas como tú y como yo... aterrador. Sin embargo tuvieron la desgracia de ver la luz en un lugar donde los dados del destino nunca jugaron a su favor, estaban trucados para no concederles la más mínima oportunidad, no es justo. La humanidad NO puede cerrar los ojos ante una tragedia de esta magnitud. Simplemente te digo, querido lector, que mientras se continúe derramando sangre de criaturas inocentes NO puede haber paz, ni armonía, ni libertad entre los seres humanos. La explotación, la esclavitud y el asesinato NO pueden convivir con la justicia. Piensa de forma objetiva y honesta sobre todo lo que has leído en este artículo, reflexiona y dime qué crees realmente en que nos hemos convertido...



jueves, 11 de agosto de 2011

Tu capricho... mi secuestro

     En la medida que se van alcanzando mayores cotas de bienestar dentro de una sociedad se produce, simultáneamente, un decaimiento gradual y progresivo de los valores fundamentales y de los principios más honorables. Tener las necesidades básicas perfectamente cubiertas direcciona nuestras apetencias hacia excentricidades y deseos que poco o nada tienen que ver con la nobleza o la solidaridad, desembocando de forma inexorable, en la cultura más popular en nuestros días... la cultura del "yo". Cultura que por otra parte es abrazada con suma facilidad, donde conceptos como "yo puedo", "yo lo valgo", "yo antes que nadie" o "qué sería el mundo sin mi inestimable presencia en él",  se encuentran profundamente arraigados y empiezan a dar forma a un preocupante principio de egocentrismo mal entendido.
     La superficialidad, la comodidad y la vida fácil hacen que caminemos en sentido contrario del estoicismo, la perseverancia y la concienciación. Todo vale, todo es lícito para satisfacer nuestras apetencias y caprichos que serán debida y puntualmente saciados por una caterva de fríos personajes, surgidos de la inmisericordia más tenebrosa, que ostentan la codicia  por estandarte y el lucro por bandera.
     Hoy voy a escribir sobre execrables antojos y despreciables extravagancias, muy "humanas", que propician otra industria más en la explotación, esclavitud y muerte de animales... el tráfico de especies.
     Podemos afirmar, categóricamente y sin temor a equivocarnos, que hoy en día el exterminio de especies no está relacionado de forma directa con la escasez de alimentos ni mucho menos, sino que es el Hombre su verdugo principal mediante acciones violentas como el comercio ilegal de animales salvajes y la caza, o bien, de manera indirecta, mediante la introducción de especies alóctonas que compartirán los recursos con las nativas provocando la destrucción de hábitats naturales.
     Este tráfico ilícito acaba en el lucrativo mercado negro norteamericano, europeo, japonés y el existente en gran parte del sudeste asiático. Como podemos comprobar la vesania humana no conoce de razas ni fronteras extiendiéndose por doquier, y gracias a nuestro "excelso" comportamiento nos encontramos que 700 especies se hallan al borde de la extinción, a las que hay que sumar otras 2300 animales y 24000 vegetales con una seria amenaza de desaparición pesando sobre ellas. 
    La culpa de esta desgarradora situación es debida a la laxitud de muchos países en materia de protección para con sus animales, con controles inequívocamente insuficientes a la hora de detener el creciente deterioro de la biodiversidad. Ante esta pasividad, a todas luces interesada de los gobiernos locales, se propicia un exponencial aumento de industrias y negocios relacionados con la caza y comercio de seres vivos poniendo en peligro la propia existencia de las especies y por ende todo el ecosistema.
     Vamos a ser consecuentes y realistas, esta lacra no es una simple menudencia que afecta o exaspera a un grupo de fervientes animalistas, sino que es un problema ambiental que involucra el futuro de la supervivencia en el planeta. Pero lo que es patéticamente claro y evidente, es que donde alcanza la decrépita mano del dinero, cual Atila llegado del averno, no vuelve a crecer la hierba. No es dato baladí significar que este comercio de vida silvestre ocupa el tercer lugar, tras el de armas y drogas, en el ámbito mundial con cifras que sobrepasan los veinte mil millones de dólares anuales en ventas. Puede parecer cosa de mafias, de hecho están ahí, pero como he mencionado anteriormente los gobiernos de algunos países están plenamente involucrados en este holocausto consentido, gracias a la ingente cantidad de divisas que reporta esta deleznable supresión de los derechos más elementales e inalienables de un ser que siente y padece.
     Nosotros, los europeos por poner un ejemplo, tan "dignos" y "sensibles" ante los atentados terroristas y las vejaciones contra el ser humano, somos "grandes consumidores" de tal vileza y en consecuencia propiciadores de esta crudelísima realidad. En España no nos escapamos de esta bajeza y además nos constituimos en puerta clave de entrada en este comercio de horror y muerte, vaticinándose que el treinta por ciento del contrabando discurre por nuestras fronteras. Seguidamente voy a dar unos datos que afectan a la vieja Europa: Somos el primer importador de felinos y papagayos vivos. Segundo de primates, boas y pitones. Y para terminar esta abominable clasificación, tercero de tortugas y plantas.
     Voy a seguir con un plato que sé no es de buen gusto pero sí necesario para que tomes conciencia del problema, aquí tienes una macabra relación de damnificados por esta brutalidad... Se estima que más de quince millones de pieles se venden anualmente provenientes de nutrias, zorros, osos, castores, leopardos, chinchillas, focas y visones. Se calcula además una cifra superior a las diez millones de pieles procedentes de reptiles para engordar esta demencial lista. Esto no se acaba aquí, nuestra estulticia da para mucho más juego y tenemos que peces, aves de vivos colores, ardillas, camaleones y loros son apresados para ser vendidos como exóticas mascotas. Los más perjudicados en este esperpéntico comportamiento son el oso panda, la tortuga marina, el águila imperial ibérica, el cocodrilo del Nilo, el gorila de montaña (si Dian Fossey levantara la cabeza...), el rinoceronte, el guacamayo escarlata y el lobo marsupial. Para que te hagas una idea, solo en las selvas de Brasil y a consecuencia del tráfico animal son capturados treinta y ocho millones de seres inocentes cada año.
     Es curioso que cuando se declara de forma oficial a una especie en peligro de extinción su precio aumenta automáticamente y de forma desorbitada para "coleccionistas" y mafiosos, incrementando el riesgo de su desaparición. Por otra parte internet se ha convertido en un auténtico paraíso para estas transacciones, convirtiéndose en el canal principal de distribución de animales en peligro de extinción. Comprador y traficante, que pude llegar a ofrecer y vender cientos de especies, contactan de un modo sencillo a través de la red cerrando la operación fácilmente y con total impunidad.
     Voy a sumar a toda esta villanía una información irritante, y es que debido a las nefastas condiciones en que son transportados, producto de la clandestinidad, SOLO un diez por ciento de los animales capturados logran sobrevivir. ¿Y qué hacen estos inclementes descerebrados para paliar este "inconveniente"? Pues muy sencillo, incrementan de forma desorbitada el número de capturas acelerando de esta forma la gravedad de la situación en sus puntos de origen, donde los ecosistemas se degradan con mayor rapidez, desencadenado asimismo la disminución de ciertas especies esenciales para el equilibrio en la cadena alimenticia dando lugar a un peligroso incremento de plagas.
     Esta triste historia se produce porque somos así y no tenemos remedio. Sé que es predicar en el desierto pero quiero decir que los "consumidores" tienen una responsabilidad fundamental a la hora de combatir esta problemática... si no se compran especies amenazadas no habrá motivos para seguir promoviendo el contrabando. La adquisición de animales ilegales atenta contra la primigenia y auténtica conciencia ecológica que asume que el mejor lugar para la fauna y la flora es su hábitat natural. Pero mucho me temo que nuestra irracionalidad seguirá percutiendo sobre esta ignominia y estos seres majestuosos seguirán sufriendo el implacable martillo de la sinrazón y la codicia del Hombre.




lunes, 8 de agosto de 2011

África: cuna de antepasados, tumba de coetáneos

     Siento muy dentro de mí que pertenezco a esta hermosa tierra. La sangre corre más deprisa por mis venas cuando contemplo sus idílicos amaneceres y mi pulso se agita irremediablemente al observar una de sus maravillosas puestas de Sol. Los latidos de mi corazón aumentan su sonido cuando recorro sus inmensos y magníficos valles o en el momento que desciendo por una de sus regias montañas. Me encanta África. Es majestuosa, eterna pero también se ha convertido en una tumba demasido temprana para los que en ella vivimos o mejor dicho... sobrevivimos.
     Por este motivo la decisión estaba tomada. Desde que vino aquel desconocido a nuestro pueblo, con esa extraña máquina que proyectaba imágenes mostrándonos que en otros países allende los mares se encontraba la felicidad y el paraíso terrenal, mi familia y yo estuvimos de acuerdo en que había que intentarlo.
     El futuro, ángel inmisericorde para con nosotros, nos deparaba pertinaz sequía, miseria indolente, hambruna y finalmente muerte atroz. Había que evitarlo a toda costa, y yo, el más joven del clan sería el encargado de llevarlo a cabo. Según dijo aquel hombre, mis dieciséis años eran una ventaja por no sé qué de unas leyes que regían el país y me facilitaría las cosas allí. Nos dijo que el viaje era completamente seguro y que por una cantidad de dinero, desorbitante para nosotros, unos amigos suyos se encargarían de llevarme hasta ese lugar.
     No os he contado nada de mi familia, tengo dos hermanos mayores que trabajan, como yo, de sol a sol en una plantación de cacao, nos tratan como esclavos y apenas ganamos para comer. Es un trabajo peligroso, utilizamos herramientas con las que si no tenemos cuidado podemos acabar malheridos, además estamos permanentemente expuestos a pesticidas y plaguicidas... Quizá por este motivo mi padre murió hace dos años envuelto en un interminable agonía y unos dolores horrorosos.
     Mi madre apenas puede moverse y no sale de la chabola. Contrajo leishmaniasis hace un tiempo y aunque se salvó de milagro las secuelas de la enfermedad han sido terribles. Pobre mujer.
     Para poder pagar el pasaje hemos tenido que vender lo único que poseíamos, a Kima, nuestra vaca. Espero que esto salga bien y pueda enviar dinero pronto a mi hogar porque de lo contrario nuestra situación será aún más desesperada de lo que ya es.
     Tengo esperanza de que las cosas irán bien, en aquella película se veía a la gente sonriente, feliz y tenían de todo. Se les notaba tan sanos y bien alimentados, nada que ver con nuestra esquelética apariencia, creo que en un sitio así todo el mundo será maravilloso. Teniendo comida en abundancia, ropa para vestirse y un techo bajo el que cobijarse... ¿qué problemas pueden tener allí?
     Tras un largo viaje desde el interior, donde han ido uniéndose a nuestro séquito otros jóvenes como yo para emprender este éxodo, al fin hemos llegado a la costa. Ya falta menos para alcanzar esa dorada y mágica tierra donde no falta de nada.
     Nuestra sorpresa ha sido mayúscula al descubrir la embarcación en que vamos a partir. Es muy pequeña y somos muchos. Me da la sensación de que el trayecto no va a ser tan seguro como me dijeron, además, nos hablan de muy malos modos y nos tratan sin ninguna consideración, como hacían en la plantación de cacao. Qué ganas tengo de llegar a ese mundo nuevo para que me miren como una persona y dejar de sentir este permanente desprecio. Seguro que allí no pasan estas cosas.
     El primer día de travesía ha tocado a su fin, estamos tan apiñados que prácticamente no tenemos espacio ni para mover las piernas, hay algunos que padecen unos calambres terribles fruto de la inmovilidad pero lo que más sentimos son los cambios de temperatura, mucho calor durante el  día y un frío horrible de noche.
     El cuadro que presentamos hoy es dantesco, la comida escasea y lo que es peor, apenas nos queda agua. Hay compañeros que no se encuentran muy bien, están muy débiles y su piel es pálida y fría. No me gusta nada lo que está pasando aquí. Ojalá lleguemos pronto porque sino habrá que lamentar alguna desgracia.
     Esta noche nos ha sobrevenido el infortunio, había luna nueva y por ende la oscuridad era total, de repente hemos empezado a escuchar un ruido que cada vez se hacía más estridente. De súbito el mar ha comenzado a embravecerse como por arte de magia y el guía de la embarcación se ha puesto neviosísimo. Ha dado un golpe de timón con la idea de variar el rumbo pero ha sido demasiado tarde, un barco inmenso ha pasado casi rozándonos provocando un oleaje de tal calibre que ha volteado la patera. Gritos de terror se escuchaban por doquier, la gente nadaba como podía para asirse nuevamente a nuestra única tabla de salvación, la diminuta barcaza. Los más desfallecidos, aquellos que presentaban síntomas inequívocos de falta de coordinación o temblores incontrolables, se han ido hundiendo hacia el fondo con la mirada perdida, con su sueño destrozado, con la esperanza de una vida mejor rota en mil pedazos.
     Tras varias horas que a mí me han parecido semanas, los pocos que quedamos tras el desastre y a base de esfuerzos dignos de titanes, hemos conseguido auparnos nuevamente al cayuco. El guía ha desaparecido y con él buena parte de nuestra confianza. Navegamos sin rumbo ni capitán. Estamos agotados y descorazonados. Empiezo a creer que no lo voy a conseguir.
     Hace rato que ha amanecido, un amanecer que poco o nada tiene que ver con aquellos que veía junto a mis hermanos en mi lejana y ahora añorada tierra. Esta noche han muerto varios más, las ropas mojadas y el descenso de la temperatura se han convertido en severos e inclementes verdugos de los más débiles. Somos un grupo de fantasmas a bordo de una embarcación llamada muerte en la que solo hay miradas vacías provenientes de ojos sin vida.
     Ya he perdido la noción del tiempo, todo es quietud y calma cual mortaja silenciosa que se cierne sobre nosotros sin prisa pero sin pausa, sabedora de su seguro e incontestable triunfo sobre un montón de sueños y esperanzas reducidos a una pobre caricatura de si mismos. Tengo la impresión de estar caminando sobre lo que los musulmanes llamamos El Sendero Recto, un puente de hilo que separa al paraíso del infierno, conduciendo a los buenos al primero y a los malvados al segundo.
     No sé si es de día o de noche, el agua se acabó hace eones y ya no palpita ningún corazón a mi alrededor. Las manos y los pies me tiemblan, me noto cansado, muy cansado, mi piel está fría como las cumbres de las montañas que rodean mi hogar y mi respiración es tan lenta como los latidos de mis entrañas.
     No sé si estoy confundido porque ya no hay agua a mi alrededor, ni estoy en una patera ni veo a los desdichados que murieron en su búsqueda de una oportunidad en un mundo que los tratara como iguales, como seres humanos. Ahora me encuentro en mi valle y veo al fondo a mi padre que viene hacia mí con una dulce sonrisa y con los brazos abiertos para compartir, como hicimos tantas y tantas veces, una puesta de sol.
            



     Siempre he dicho que las palabras jamás podrán describir en toda su plenitud el verdadero dramatismo de estas patéticas historias, historias que son tan reales como la vida misma y a las cuales NO deberíamos permanecer ajenos ni indiferentes. Seres humanos, como tú o yo, se debaten en una delgadísima línea que les separa de una vida sin esperanza o de una muerte sin remisión. Su único pecado constituye haber nacido en un lugar diferente, haber nacido en una hermosa tierra que está siendo sistemáticamente esquilamada y expoliada por nuestra "sensible" sociedad occidental, ahogándolos en su propia miseria y no permitiendo de forma inclemente otrogarles una mínima oportunidad de respirar.
     Guerras intestinas, ancestrales odios tribales, corruptelas inmisericordes unidas a un pocentaje de analfabetismo alarmante son caldo de cultivo propicio para la explotación más artera y denigrante. Si a ello le sumamos los más rastreros intereses políticos y sobre todo los mezquinos beneficios comerciales de grandes empresas multinacionales, el resultado de la ecuación nos plantea un resultado muy poco alentador sobre el futuro de estas desdichadas gentes. Hay una máxima que sería muy interesante y necesaria poner de manifiesto aquí... aquellos que no actúan contra criminales también son criminales.
     El ser humano, en su implacable camino de avasallamiento sistemático por este mundo, explota y esclaviza todo aquello que puede ser susceptible de generar un rendimiento económico a costa de lo que sea y de quien sea. Bosques, océanos, ríos, el subsuelo de nuestro planeta, seres humanos, animales... la lista de damnificados es interminable. La codicia y la avaricia de nuestra especie no tiene fin.
     Voy a centrarme en el tema que ha protagonizado el relato anterior, la inmigración clandestina que arriba constantemente, si la suerte les acompaña, a nuestras costas. En primer lugar hemos de tener muy clara una cuestión, muchos de los  que emprenden el viaje no llegan a su destino, gran cantidad de los que lo intentan se quedan por el camino.   
     Todas las mafias que se dedican a esta execrable y vergonzosa "actividad" operan de un modo muy similar, tienen un exhaustivo conocimiento de cómo funcionan las cosas en España y así se lo "venden" a las familias en estos países de origen. Les cuentan que los chicos van a ser acogidos en nuestro país sin que exista la posibilidad de que sean devueltos si son menores de edad. Les dicen que podrán estudiar, con el tiempo regularizar legalmente su situación y a posteriori tener la posibiliddad de trabajar. Fundamentalmente hacen hincapié en una cuestión, que el viaje es seguro; y en el colmo de la vileza más supina les enseñan parte de un vídeo del programa Informe Semanal en el que aparecen los centros a los que van a ir los chicos.
     Es evidente que ante la triste realidad que les rodea, los jóvenes ven en este viaje la solución a todos los males, tanto los suyos propios como los de su familia. A su vez ellos intentan convencer a sus padres o hermanos mayores, que son los que trabajan, para que aporten el dinero con el que emprender la travesía. La familia, totalmente engañada ya a estas alturas producto de la necesidad, piensa que es una buena alternativa para sus hijos y una inversión de futuro para ellos mismos.
     La odisea para conseguir el dinero para pagar el billete presenta tintes dramáticos, se vende lo poco que se tiene, se contraen deudas de por vida, algunas mujeres viajan "gratis" a costa de adquirir un débito que habrán de pagar en el mercado de la prostitución durante muchos años... y un sinfín de dramas similares para satisfacer la ambición de "personas" sin escrúpulos.
     En los últimos meses se ha detectado un aumento espectacular del número de menores que han llegado, en patera o por otros medios igualmente peligrosos, auspiciados por la nueva ley de extranjería, en la que los inmigrantes menores de edad pasan a ser tutelados por la comunidad autónoma competente viviendo en un centro de acogida hasta alcanzar la mayoría de edad. Durante ese tiempo se procede a la tramitación de sus "papeles" y hacen todo lo posible para encontrarles un empleo.
     De esta forma niños y adolescentes están sustituyendo en estos viajes disfrazados de muerte a padres y madres. La opción es clara, si eres menor no te repatrían, por el contrario a los mayores de 18 años se les envía a un centro de internamiento para ser posteriormente expulsados a sus países de origen. Esta información la conocen tanto las familias como los propios protagonistas, por lo que el hecho de enviar a un menor es algo planeado de antemano ya que con esta ley puede convertirse en sinónimo de una oportunidad. Otro dato importante es que son conocedores de la galopante crisis que sufrimos en este país mas no por ello cejan en el intento, no en vano en muchos lugares del norte de África llegan con total nitidez distintas cadenas de televisión españolas y están perfectamente enterados de la situación. Pero tristemente esto no constituye un problema para esta desdichada gente porque por muy mal que estén las cosas aquí mucho peor siguen estando allí.
     No quiero entrar en un baile de macabras cifras sobre el número de muertes que se producen en estos éxodos obligados por la necesidad más perentoria, pero sí quiero decirte que solo una muerte ya sería excesiva. Desgraciadamente la realidad nos habla de otra manera muy diferente, la hipotermia, el ahogamiento, la inanición o la deshidratación se postulan como las causas principales de fallecimiento en otra vergüenza más producto de nuestro inexcusable comportamiento. Pero lo que me produce más desolación es que los medios y la gente en general habla de ellos como números, como meras estadísticas y no como personas iguales a nosotros que merecen el mismo respeto y afecto.  
     Es tal la cantidad de crueldades, vejaciones y crímenes que cometemos a diario y por doquier que nuestra conciencia se ha insensibilizado ante semejante magnitud y barbarie. Nuestro planeta, nuestros coetáneos y especialmente los animales sufren una realidad indigna de cualesquiera comportamientos procedentes de una mente que se suponne sabe discernir lo que está bien de lo que está mal. Algún día, la naturaleza sabrá devolvernos en su justa medida todo el caos e irracionalidad que estamos cometiendo. 
    

    

jueves, 4 de agosto de 2011

¿Zoológicos?... NO gracias

     Alguien pronunció acertadamente en una ocasión esta simbólica frase: "La NO violencia conduce a la ética más elevada, que es la meta de toda evolución hasta que dejemos de dañar a los seres vivos"... Evocadoras palabras envueltas de una notable sensibilidad y profunda sapiencia, sin embargo, nos topamos con la realidad que nos presenta una triste coreografía muy distante de lo que sería verdaderamente deseable; cuando miramos en derredor podemos observar que el comportamiento así como los principios y valores mayoritarios de las personas caminan en dirección contraria a la cita que he expuesto con anterioridad. Gobernantes, políticos, poderosos empresarios e influyentes hombres de negocios empujan a una sociedad desinformada y lo que es peor, desinteresada, en pos de unos objetivos e intereses bañados en el lucro y la avaricia más deshonestos; y si para ello es necesario vejar, vilipendiar y esclavizar a los más débiles no te quepa la menor duda de que lo harán. El remordimiento o la compasión son conceptos abstractos que no figuran, ni figurarán, en su vocabulario.
     El mundo lleva siglos, milenios girando así, donde unos pocos mueven los hilos para que los demás, con unas vendas convenientemente colocadas y fuertemente apretadas que no permitan ver la cruenta realidad, continúen bailando a su antojo y conveniencia. La sociedad en general tiene una clara predisposición a la vida cómoda, al hedonismo más recalcitrante mezclado además con grandes dosis de egoísmo, por lo que el producto de este cóctel sin sentido no nos puede deparar un resultado más desalentador... desigualdad, humillación y explotación.
     El sometimiento, ya sea a seres humanos como no humanos, es acreedor a una interminable y aberrante lista de crueldades para vergüenza de nuestra especie, sin embargo, en esa lista hay algunas con una carga mayor de obscenidad implícita por el mero hecho de utilizar la participación de niños, aprovechando su candidez e inocencia, haciéndolos cómplices de este maltrato consentido hacia los animales. Me estoy refiriendo, naturalmente, a los zoológicos.
     Se nutren de ese amor primigenio que sienten los más pequeños por estos seres para introducirles mensajes erróneos sobre su naturaleza y comportamiento, permitiendo que crezcan pensando que es lícito y divertido someter al débil, lanzando el comunicado de que es legítimo practicar conductas violentas con ellos, oprimiéndolos y ridiculizándolos.
     Este es un negocio más de explotación animal, donde los de siempre son convertidos en esclavos para favorecer el beneficio de unos pocos y en el que nos convertimos en secuaces en aras de nuestro deleite personal. NOSOTROS, al abrigo de nuestros caprichosos deseos debidamente satisfechos, propiciamos una vez más que criaturas inocentes tengan que vivir en unas condiciones para las que no nacieron.
     Me hace mucha gracia que uno de los argumentos que justifican la existencia de estas cárceles sea el de salvarlos de la extinción... ¡Muy loable!, sino fuera porque el 95 por ciento de los animales encerrados en los zoos NO están en peligro de extinción. En la misma línea de razonamiento está
la hipocresía del "programa europeo de nacimientos en cautividad", lo cual sería muy plausible sino fuera porque el noventa y siete por ciento de los animales que pertenecen a estas penitenciarias NO forman parte de este programa. Además, ¿sabías que una de las misiones, y en teoría razones de su existencia, de estas "altruistas instituciones" es reintroducir a los animales en su hábitat natural? Pues bien, tan solo el uno por ciento es reintroducido con éxito, y en especies como el tigre, el chimpancé o el elefante NUNCA se ha conseguido. Esperpéntico.    
     Otra de las argumentaciones exhibidas es la de mantener al animal fuera de peligro, pero la cuestión es si de esta manera se está proveyendo al animal de todas sus necesidades, lo cual es una tremenda incongruencia una vez que se halla confinado en un recinto limitado y reducido contra su voluntad; es más, ¿desde cuándo una superprotección es buena para un ser tanto humano como no humano? Este celo excesivo con la "supuesta" protección quizá no sea del todo deseable para su salud tanto física como mental, hay que tener en cuenta que se está coartando su desarrollo normal en la naturaleza.
     Otro gran mito, que no se sostiene de ninguna forma, es el que avala a estos centros como grandes abanderados en la investigación animal, pues bien, la realidad nos arroja una apreciación muy diferente, el 85 por ciento de los zoológicos NUNCA han hecho una publicación científica... demoledor.
     Un grave problema que generan los hábitats artificiales en los animales en cautividad, es que afectan directamente a su comportamiento al igual que los animales hacinados en los circos, desembocando en pautas de conducta neuróticas como automutilación, zoocosis, alteraciones alimentarias, movimientos estereotípicos y desórdenes reproductivos. Un dato tan alarmante como preocupante es que más del ochenta por ciento de los animales exhibidos en los zoos presentan anomalías en su comportamiento. Otro triste detalle es que en algunas de estas prisiones (Barcelona, por ejemplo) se les cortan los colmillos a las elefantas para forzar su asociación. Además, la mayoría de los zoológicos españoles presentan una situación de riesgo de fuga de los animales; creo que podrás imaginar cuál es el final, en la mayoría de las ocasiones, de un animal que se escapa. Patético.
     Me gustaría que hicieras una reflexión... capturar animales encerrándolos de por vida en un espacio minúsculo  y mostrarlos en público atentando contra su naturalidad ¿crees que es la mejor manera de aprender sobre la vida salvaje? Me parece que la respuesta es evidente y si no lo piensas así o no lo ves claro solo tienes que mirar a un pájaro encerrado en una jaula y preguntarte ¿por qué las aves tienen alas?.
     Como has podido leer a lo largo de toda esta publicación, nos encontramos ante otra lacra más del despropósito en el que deriva nuestra idiosincrasia. Tú puedes aportar tu importante granito de arena no sumándote y no fomentando este abuso. No permitas que te engañen ni a ti ni a tus hijos con espejismos atroces, crueles y retrógrados. NO VAYAS AL ZOOLÓGICO.

lunes, 1 de agosto de 2011

El cazador, una especie a extinguir

      Es muy temprano, tan temprano que solo se atisba en el horizonte un proyecto de lo que constituirá un nuevo día. Sin embargo, agazapada entre la maleza podemos intuir una silueta, oscura y silenciosa, que aguarda el momento oportuno para dejar impresa su huella de cobardía, vileza y muerte.
     La espera obtiene su fruto cuando un inocente cervatillo, al amparo de la protección del único hogar que conoce, tiene la desgracia de inmiscuirse en el radio de acción de la villanía e insensibilidad más arteras. El animal, con ojos llenos de una inmensa bondad aderezada con ligeras dosis de curiosidad, posa su limpia mirada sobre la silueta, que impertérrita y ajena a cualquier sentimiento remotamente parecido a la compasión y al remordimiento, alza el arma del sinsentido más absoluto y con una frialdad forjada en el averno más recóndito de la mente humana... dispara.
     El gran cazador, el magno guerrero carga orgulloso el cuerpo inerte de su cándida víctima y marcha ufano en pos de los halagos de una sociedad marchita y enferma que aplaudirá con aquiescencia su gallardo comportamiento.


     Estoy convencido de que has sentido al igual que yo cuando he imaginado esta historia, una amarga sensación de rabia e impotencia. Desgraciadamente, este absurdo proceder se repite con maquiavélica frecuencia a lo largo y ancho de nuestra geografía, pero no vayas a pensar que esta sinrazón es patrimonio exclusivo de nuestro país, ni muchísimo menos, es inherente al ser humano y como tal, globalizado. El placer de matar por el simple hecho de matar que es en definitiva de lo que va la caza, es un sentimiento demasiado arraigado en nuestros genes al igual que esa cómplice indiferencia que mostramos en la utilización de los animales para nuestra conveniencia... todo rema en la misma dirección y las víctimas siempre son las mismas.
     Me hace especial gracia cuando leo o escucho estupideces mayúsculas como la ética o el código de honor en la caza deportiva, ¿desde cuándo existe "honor" matando a un ser vivo en total desigualdad de condiciones?. NO puedo entender de ninguna forma la finalidad o el por qué de este comportamiento... ¿Nuestra hombría o nuestro valor deben de ser  refrendados mediante actos de semejante calaña? No alcanzo a ver dónde esta la "valentía" o la "audacia" en el asesinato de un animal que no tiene opción alguna de sobrevivir. También deploro, en un ejercicio de supina arrogancia, cómo el Hombre y por LEY, se arroga la potestad de dar legitimidad a este cobarde comportamiento de masacrar animales en su hábitat natural para divertimento y disfrute de unos desalmados ávidos de sangre y muerte. Y el colmo de la hipocresía consiste en calificar de "deporte" a esta criminalidad consentida, para cualquier deportista esta comparación resulta harto humillante.   
     La caza es un negocio que mueve en este país verdaderos ríos de dinero, se estiman cantidades próximas a los 160 millones de euros cada temporada y ya sabemos que casi todo aquello que toca el dinero acaba estrechando la mano de la codicia y la mezquindad. Durante los cuatro meses que dura la veda, dos millones de españoles obtendrán beneficios de la caza, desde los hoteles más cercanos a los cotos hasta las granjas de cría de especies cinegéticas. Sólo en concepto de utilización de los cotos, los cazadores desembolsarán en torno a los 90 millones de euros. España es en la actualidad uno de los países europeos que dedican más terreno a este esperpento.Con todos estos antecedentes ya tenemos el abono perfecto para sembrar la más indigna barbarie de donde únicamente recolectaremos muerte inmisericorde y gratuita.
     Voy a lanzar unos datos que son estremecedores, cada año en torno al millón de cazadores que hay en nuestro país más los 25.000 que vienen de fuera auspiciados por nuestro "paraíso" cinegético, se cobran la vida de alrededor de 60.000 ciervos, 120.000 jabalís y otros 30.000 animales más de las especies gamo, muflón, corzo, rebeco, arruí, cabra montés y lobo. También acaban con la vida de un millón de liebres, cuatro millones de conejos y 140.000 zorros. Las aves tampoco se libran de los disparos de los cazadores. Cada temporada extinguen a más de tres millones de perdices, un millón de codornices y cinco millones más de otras aves entre las que se encuentran faisanes, palomas, ánades y patos. 
     Recalquemos que el negocio de la caza se fundamenta en la obtención de beneficios a costa del asesinato cobarde e impune de seres inocentes. Otra industria más de la explotación animal, generadora de lucro y enriquecimiento, a costa de los de siempre, donde la finalidad es que un depravado obtenga una "satisfacción personal" por el mero hecho de finiquitar la vida de un ser indefenso. Los cazadores se han nutrido de una sociedad que no reconoce las libertades innatas que todo ser merece.   
     La triste y obscena realidad es que muchos de ellos, tras ser heridos, mueren en una atroz y lenta agonía. Se extermina a madres e hijos, a familias enteras, destrozándose una y otra vez grupos ya constituidos con el perjuicio que conlleva para los supervivientes. 
     Como dije anteriormente, una de las cosas que me produce mayor vergüenza es que las autoridades , carentes de la más mínima sensibilidad, defiendan y promulguen decretos para esta matanza apelando al impacto mediambiental que provocan determinadas especies. Postura que solo podemos albergar si abrazamos un punto de vista completamente especista, discriminando, como siempre, a los animales por no pertenecer a nuestra especie y arrogándonos un papel de superioridad que no nos pertenece. Si somos ecuánimes en esta cuestión, si somos sinceros y honestos, deberíamos admitir que el Hombre, especie alóctona por antonomasia en la mayoría de los hábitats, es el principal instigador en los desajustes del medio ambiente y hasta el momento, que yo sepa, no hemos promulgado aún ningún decreto que dictamine la caza de seres humanos. 
     Cuando mi mente evoca la imagen de un cazador, acuden a mí sensaciones tales como la cobardía, la insensibilidad, la crueldad y la estulticia más despreciable. No tan solo somos capaces de explotar, esclavizar y torturar animales hasta matarlos para nuestro consumo, sino que también hemos de ahondar en esta impúdica herida asesinándolos para satisafacer los instintos más bajos y canallescos de una legión de descerebrados.
     En una ocasión, un abogado, político y mundialmente conocido pacifista hindú pronunció muy acertamente esta frase: "La grandeza de un país y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que sus animales son tratados".  Si nos rigiéramos por este criterio a la hora de dictaminar nuestra sentencia, diría, sin temor a equivocarme, que todas las naciones del planeta irían camino del cadalso.