lunes, 8 de agosto de 2011

África: cuna de antepasados, tumba de coetáneos

     Siento muy dentro de mí que pertenezco a esta hermosa tierra. La sangre corre más deprisa por mis venas cuando contemplo sus idílicos amaneceres y mi pulso se agita irremediablemente al observar una de sus maravillosas puestas de Sol. Los latidos de mi corazón aumentan su sonido cuando recorro sus inmensos y magníficos valles o en el momento que desciendo por una de sus regias montañas. Me encanta África. Es majestuosa, eterna pero también se ha convertido en una tumba demasido temprana para los que en ella vivimos o mejor dicho... sobrevivimos.
     Por este motivo la decisión estaba tomada. Desde que vino aquel desconocido a nuestro pueblo, con esa extraña máquina que proyectaba imágenes mostrándonos que en otros países allende los mares se encontraba la felicidad y el paraíso terrenal, mi familia y yo estuvimos de acuerdo en que había que intentarlo.
     El futuro, ángel inmisericorde para con nosotros, nos deparaba pertinaz sequía, miseria indolente, hambruna y finalmente muerte atroz. Había que evitarlo a toda costa, y yo, el más joven del clan sería el encargado de llevarlo a cabo. Según dijo aquel hombre, mis dieciséis años eran una ventaja por no sé qué de unas leyes que regían el país y me facilitaría las cosas allí. Nos dijo que el viaje era completamente seguro y que por una cantidad de dinero, desorbitante para nosotros, unos amigos suyos se encargarían de llevarme hasta ese lugar.
     No os he contado nada de mi familia, tengo dos hermanos mayores que trabajan, como yo, de sol a sol en una plantación de cacao, nos tratan como esclavos y apenas ganamos para comer. Es un trabajo peligroso, utilizamos herramientas con las que si no tenemos cuidado podemos acabar malheridos, además estamos permanentemente expuestos a pesticidas y plaguicidas... Quizá por este motivo mi padre murió hace dos años envuelto en un interminable agonía y unos dolores horrorosos.
     Mi madre apenas puede moverse y no sale de la chabola. Contrajo leishmaniasis hace un tiempo y aunque se salvó de milagro las secuelas de la enfermedad han sido terribles. Pobre mujer.
     Para poder pagar el pasaje hemos tenido que vender lo único que poseíamos, a Kima, nuestra vaca. Espero que esto salga bien y pueda enviar dinero pronto a mi hogar porque de lo contrario nuestra situación será aún más desesperada de lo que ya es.
     Tengo esperanza de que las cosas irán bien, en aquella película se veía a la gente sonriente, feliz y tenían de todo. Se les notaba tan sanos y bien alimentados, nada que ver con nuestra esquelética apariencia, creo que en un sitio así todo el mundo será maravilloso. Teniendo comida en abundancia, ropa para vestirse y un techo bajo el que cobijarse... ¿qué problemas pueden tener allí?
     Tras un largo viaje desde el interior, donde han ido uniéndose a nuestro séquito otros jóvenes como yo para emprender este éxodo, al fin hemos llegado a la costa. Ya falta menos para alcanzar esa dorada y mágica tierra donde no falta de nada.
     Nuestra sorpresa ha sido mayúscula al descubrir la embarcación en que vamos a partir. Es muy pequeña y somos muchos. Me da la sensación de que el trayecto no va a ser tan seguro como me dijeron, además, nos hablan de muy malos modos y nos tratan sin ninguna consideración, como hacían en la plantación de cacao. Qué ganas tengo de llegar a ese mundo nuevo para que me miren como una persona y dejar de sentir este permanente desprecio. Seguro que allí no pasan estas cosas.
     El primer día de travesía ha tocado a su fin, estamos tan apiñados que prácticamente no tenemos espacio ni para mover las piernas, hay algunos que padecen unos calambres terribles fruto de la inmovilidad pero lo que más sentimos son los cambios de temperatura, mucho calor durante el  día y un frío horrible de noche.
     El cuadro que presentamos hoy es dantesco, la comida escasea y lo que es peor, apenas nos queda agua. Hay compañeros que no se encuentran muy bien, están muy débiles y su piel es pálida y fría. No me gusta nada lo que está pasando aquí. Ojalá lleguemos pronto porque sino habrá que lamentar alguna desgracia.
     Esta noche nos ha sobrevenido el infortunio, había luna nueva y por ende la oscuridad era total, de repente hemos empezado a escuchar un ruido que cada vez se hacía más estridente. De súbito el mar ha comenzado a embravecerse como por arte de magia y el guía de la embarcación se ha puesto neviosísimo. Ha dado un golpe de timón con la idea de variar el rumbo pero ha sido demasiado tarde, un barco inmenso ha pasado casi rozándonos provocando un oleaje de tal calibre que ha volteado la patera. Gritos de terror se escuchaban por doquier, la gente nadaba como podía para asirse nuevamente a nuestra única tabla de salvación, la diminuta barcaza. Los más desfallecidos, aquellos que presentaban síntomas inequívocos de falta de coordinación o temblores incontrolables, se han ido hundiendo hacia el fondo con la mirada perdida, con su sueño destrozado, con la esperanza de una vida mejor rota en mil pedazos.
     Tras varias horas que a mí me han parecido semanas, los pocos que quedamos tras el desastre y a base de esfuerzos dignos de titanes, hemos conseguido auparnos nuevamente al cayuco. El guía ha desaparecido y con él buena parte de nuestra confianza. Navegamos sin rumbo ni capitán. Estamos agotados y descorazonados. Empiezo a creer que no lo voy a conseguir.
     Hace rato que ha amanecido, un amanecer que poco o nada tiene que ver con aquellos que veía junto a mis hermanos en mi lejana y ahora añorada tierra. Esta noche han muerto varios más, las ropas mojadas y el descenso de la temperatura se han convertido en severos e inclementes verdugos de los más débiles. Somos un grupo de fantasmas a bordo de una embarcación llamada muerte en la que solo hay miradas vacías provenientes de ojos sin vida.
     Ya he perdido la noción del tiempo, todo es quietud y calma cual mortaja silenciosa que se cierne sobre nosotros sin prisa pero sin pausa, sabedora de su seguro e incontestable triunfo sobre un montón de sueños y esperanzas reducidos a una pobre caricatura de si mismos. Tengo la impresión de estar caminando sobre lo que los musulmanes llamamos El Sendero Recto, un puente de hilo que separa al paraíso del infierno, conduciendo a los buenos al primero y a los malvados al segundo.
     No sé si es de día o de noche, el agua se acabó hace eones y ya no palpita ningún corazón a mi alrededor. Las manos y los pies me tiemblan, me noto cansado, muy cansado, mi piel está fría como las cumbres de las montañas que rodean mi hogar y mi respiración es tan lenta como los latidos de mis entrañas.
     No sé si estoy confundido porque ya no hay agua a mi alrededor, ni estoy en una patera ni veo a los desdichados que murieron en su búsqueda de una oportunidad en un mundo que los tratara como iguales, como seres humanos. Ahora me encuentro en mi valle y veo al fondo a mi padre que viene hacia mí con una dulce sonrisa y con los brazos abiertos para compartir, como hicimos tantas y tantas veces, una puesta de sol.
            



     Siempre he dicho que las palabras jamás podrán describir en toda su plenitud el verdadero dramatismo de estas patéticas historias, historias que son tan reales como la vida misma y a las cuales NO deberíamos permanecer ajenos ni indiferentes. Seres humanos, como tú o yo, se debaten en una delgadísima línea que les separa de una vida sin esperanza o de una muerte sin remisión. Su único pecado constituye haber nacido en un lugar diferente, haber nacido en una hermosa tierra que está siendo sistemáticamente esquilamada y expoliada por nuestra "sensible" sociedad occidental, ahogándolos en su propia miseria y no permitiendo de forma inclemente otrogarles una mínima oportunidad de respirar.
     Guerras intestinas, ancestrales odios tribales, corruptelas inmisericordes unidas a un pocentaje de analfabetismo alarmante son caldo de cultivo propicio para la explotación más artera y denigrante. Si a ello le sumamos los más rastreros intereses políticos y sobre todo los mezquinos beneficios comerciales de grandes empresas multinacionales, el resultado de la ecuación nos plantea un resultado muy poco alentador sobre el futuro de estas desdichadas gentes. Hay una máxima que sería muy interesante y necesaria poner de manifiesto aquí... aquellos que no actúan contra criminales también son criminales.
     El ser humano, en su implacable camino de avasallamiento sistemático por este mundo, explota y esclaviza todo aquello que puede ser susceptible de generar un rendimiento económico a costa de lo que sea y de quien sea. Bosques, océanos, ríos, el subsuelo de nuestro planeta, seres humanos, animales... la lista de damnificados es interminable. La codicia y la avaricia de nuestra especie no tiene fin.
     Voy a centrarme en el tema que ha protagonizado el relato anterior, la inmigración clandestina que arriba constantemente, si la suerte les acompaña, a nuestras costas. En primer lugar hemos de tener muy clara una cuestión, muchos de los  que emprenden el viaje no llegan a su destino, gran cantidad de los que lo intentan se quedan por el camino.   
     Todas las mafias que se dedican a esta execrable y vergonzosa "actividad" operan de un modo muy similar, tienen un exhaustivo conocimiento de cómo funcionan las cosas en España y así se lo "venden" a las familias en estos países de origen. Les cuentan que los chicos van a ser acogidos en nuestro país sin que exista la posibilidad de que sean devueltos si son menores de edad. Les dicen que podrán estudiar, con el tiempo regularizar legalmente su situación y a posteriori tener la posibiliddad de trabajar. Fundamentalmente hacen hincapié en una cuestión, que el viaje es seguro; y en el colmo de la vileza más supina les enseñan parte de un vídeo del programa Informe Semanal en el que aparecen los centros a los que van a ir los chicos.
     Es evidente que ante la triste realidad que les rodea, los jóvenes ven en este viaje la solución a todos los males, tanto los suyos propios como los de su familia. A su vez ellos intentan convencer a sus padres o hermanos mayores, que son los que trabajan, para que aporten el dinero con el que emprender la travesía. La familia, totalmente engañada ya a estas alturas producto de la necesidad, piensa que es una buena alternativa para sus hijos y una inversión de futuro para ellos mismos.
     La odisea para conseguir el dinero para pagar el billete presenta tintes dramáticos, se vende lo poco que se tiene, se contraen deudas de por vida, algunas mujeres viajan "gratis" a costa de adquirir un débito que habrán de pagar en el mercado de la prostitución durante muchos años... y un sinfín de dramas similares para satisfacer la ambición de "personas" sin escrúpulos.
     En los últimos meses se ha detectado un aumento espectacular del número de menores que han llegado, en patera o por otros medios igualmente peligrosos, auspiciados por la nueva ley de extranjería, en la que los inmigrantes menores de edad pasan a ser tutelados por la comunidad autónoma competente viviendo en un centro de acogida hasta alcanzar la mayoría de edad. Durante ese tiempo se procede a la tramitación de sus "papeles" y hacen todo lo posible para encontrarles un empleo.
     De esta forma niños y adolescentes están sustituyendo en estos viajes disfrazados de muerte a padres y madres. La opción es clara, si eres menor no te repatrían, por el contrario a los mayores de 18 años se les envía a un centro de internamiento para ser posteriormente expulsados a sus países de origen. Esta información la conocen tanto las familias como los propios protagonistas, por lo que el hecho de enviar a un menor es algo planeado de antemano ya que con esta ley puede convertirse en sinónimo de una oportunidad. Otro dato importante es que son conocedores de la galopante crisis que sufrimos en este país mas no por ello cejan en el intento, no en vano en muchos lugares del norte de África llegan con total nitidez distintas cadenas de televisión españolas y están perfectamente enterados de la situación. Pero tristemente esto no constituye un problema para esta desdichada gente porque por muy mal que estén las cosas aquí mucho peor siguen estando allí.
     No quiero entrar en un baile de macabras cifras sobre el número de muertes que se producen en estos éxodos obligados por la necesidad más perentoria, pero sí quiero decirte que solo una muerte ya sería excesiva. Desgraciadamente la realidad nos habla de otra manera muy diferente, la hipotermia, el ahogamiento, la inanición o la deshidratación se postulan como las causas principales de fallecimiento en otra vergüenza más producto de nuestro inexcusable comportamiento. Pero lo que me produce más desolación es que los medios y la gente en general habla de ellos como números, como meras estadísticas y no como personas iguales a nosotros que merecen el mismo respeto y afecto.  
     Es tal la cantidad de crueldades, vejaciones y crímenes que cometemos a diario y por doquier que nuestra conciencia se ha insensibilizado ante semejante magnitud y barbarie. Nuestro planeta, nuestros coetáneos y especialmente los animales sufren una realidad indigna de cualesquiera comportamientos procedentes de una mente que se suponne sabe discernir lo que está bien de lo que está mal. Algún día, la naturaleza sabrá devolvernos en su justa medida todo el caos e irracionalidad que estamos cometiendo. 
    

    

2 comentarios:

  1. Todo esto me hace recordar una novela de Vazquez Figueroa que leí hace mucho tiempo, se titula, El señor de las tinieblas, en ella el autor hace una reflexión sobre el bien y el mal y te hace pensar en que si hoy en dia existiera el señor de las tinieblas o el demonio tendria que ser un ente de una inteligencia sublime y una frustración aun mayor, porque lo que este ser perseguiria seria un alma pura, un alma capaz de morir por sus principios, principios por supuesto inmaculados, y hoy encontrar algo asi que no sea de una forma o de otra corrupto es sumamente dificil. Tu relato me ha hecho pensar en que hoy, ayer y siempre el hombre ha sido tan dañino en tantos campos, que ¿donde está la pureza de espiritu? ¿tenemos algun tipo de salvación? ¿acaso nos merecemos la misma? una razon más para no creer en las religiones y pensar que estas estan hechas solo y exclusivamente por el hombre para intentar enderezar el desastre que nosotros mismos ocasionamos, para intentar hacernos ver la diferencia entre el bien y el mal y que es aqui en la tirra donde estan y cohabitan los angeles y los demonios.

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  2. Desde luego, si nuestra morada final dependiera de lo bien que lo hemos hecho en este mundo, está claro que todos iríamos de cabeza al horno eterno. Tristes son los hechos que narras, todos los sabemos. No podemos ignorar que tras todas esas penurias, hay gente desalmada que busca lucrarse a costa del sufrimiento ajeno, ya que hay más papeletas para ese malogrado fin, que para el de conseguir una vida digna. Mienten, embaucan, abusan, explotan, y por qué no tildarlo, asesinan. Todos los peores "pecados" son llevados a cabo por maleantes, GENTUZA, que solo ven dinero en su "ayuda" a los demás. ¿Dónde estan los gobiernos para erradicar esas mafias? ¿será que desde el origen hay ocultas manos que mueven los hilos para quitarse personal del medio? Hace algunos años salió en televisión la noticia de que personas repatriadas a su país no fueron recogidas por su gobierno, si no que fueron abandonadas en el desierto. ¿Cómo es posible que un mandatario que presume de cuartos de baño de oro, pueda ver impasible que su gente está muriendo y no hacer nada?? Me niego a pensar que no tiene parte de culpa, o toda, de toda esa "matanza". Con su indiferencia está consiguiendo aniquilar a su pueblo, ¿con qué objetivo? Hay alguna respuesta para ello...?? estoy segura de que se podría hacer más por esa gente si su alta cúpula lucha por exterminar todo el daño y sufrimiento que padece su pueblo.

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