jueves, 11 de agosto de 2011

Tu capricho... mi secuestro

     En la medida que se van alcanzando mayores cotas de bienestar dentro de una sociedad se produce, simultáneamente, un decaimiento gradual y progresivo de los valores fundamentales y de los principios más honorables. Tener las necesidades básicas perfectamente cubiertas direcciona nuestras apetencias hacia excentricidades y deseos que poco o nada tienen que ver con la nobleza o la solidaridad, desembocando de forma inexorable, en la cultura más popular en nuestros días... la cultura del "yo". Cultura que por otra parte es abrazada con suma facilidad, donde conceptos como "yo puedo", "yo lo valgo", "yo antes que nadie" o "qué sería el mundo sin mi inestimable presencia en él",  se encuentran profundamente arraigados y empiezan a dar forma a un preocupante principio de egocentrismo mal entendido.
     La superficialidad, la comodidad y la vida fácil hacen que caminemos en sentido contrario del estoicismo, la perseverancia y la concienciación. Todo vale, todo es lícito para satisfacer nuestras apetencias y caprichos que serán debida y puntualmente saciados por una caterva de fríos personajes, surgidos de la inmisericordia más tenebrosa, que ostentan la codicia  por estandarte y el lucro por bandera.
     Hoy voy a escribir sobre execrables antojos y despreciables extravagancias, muy "humanas", que propician otra industria más en la explotación, esclavitud y muerte de animales... el tráfico de especies.
     Podemos afirmar, categóricamente y sin temor a equivocarnos, que hoy en día el exterminio de especies no está relacionado de forma directa con la escasez de alimentos ni mucho menos, sino que es el Hombre su verdugo principal mediante acciones violentas como el comercio ilegal de animales salvajes y la caza, o bien, de manera indirecta, mediante la introducción de especies alóctonas que compartirán los recursos con las nativas provocando la destrucción de hábitats naturales.
     Este tráfico ilícito acaba en el lucrativo mercado negro norteamericano, europeo, japonés y el existente en gran parte del sudeste asiático. Como podemos comprobar la vesania humana no conoce de razas ni fronteras extiendiéndose por doquier, y gracias a nuestro "excelso" comportamiento nos encontramos que 700 especies se hallan al borde de la extinción, a las que hay que sumar otras 2300 animales y 24000 vegetales con una seria amenaza de desaparición pesando sobre ellas. 
    La culpa de esta desgarradora situación es debida a la laxitud de muchos países en materia de protección para con sus animales, con controles inequívocamente insuficientes a la hora de detener el creciente deterioro de la biodiversidad. Ante esta pasividad, a todas luces interesada de los gobiernos locales, se propicia un exponencial aumento de industrias y negocios relacionados con la caza y comercio de seres vivos poniendo en peligro la propia existencia de las especies y por ende todo el ecosistema.
     Vamos a ser consecuentes y realistas, esta lacra no es una simple menudencia que afecta o exaspera a un grupo de fervientes animalistas, sino que es un problema ambiental que involucra el futuro de la supervivencia en el planeta. Pero lo que es patéticamente claro y evidente, es que donde alcanza la decrépita mano del dinero, cual Atila llegado del averno, no vuelve a crecer la hierba. No es dato baladí significar que este comercio de vida silvestre ocupa el tercer lugar, tras el de armas y drogas, en el ámbito mundial con cifras que sobrepasan los veinte mil millones de dólares anuales en ventas. Puede parecer cosa de mafias, de hecho están ahí, pero como he mencionado anteriormente los gobiernos de algunos países están plenamente involucrados en este holocausto consentido, gracias a la ingente cantidad de divisas que reporta esta deleznable supresión de los derechos más elementales e inalienables de un ser que siente y padece.
     Nosotros, los europeos por poner un ejemplo, tan "dignos" y "sensibles" ante los atentados terroristas y las vejaciones contra el ser humano, somos "grandes consumidores" de tal vileza y en consecuencia propiciadores de esta crudelísima realidad. En España no nos escapamos de esta bajeza y además nos constituimos en puerta clave de entrada en este comercio de horror y muerte, vaticinándose que el treinta por ciento del contrabando discurre por nuestras fronteras. Seguidamente voy a dar unos datos que afectan a la vieja Europa: Somos el primer importador de felinos y papagayos vivos. Segundo de primates, boas y pitones. Y para terminar esta abominable clasificación, tercero de tortugas y plantas.
     Voy a seguir con un plato que sé no es de buen gusto pero sí necesario para que tomes conciencia del problema, aquí tienes una macabra relación de damnificados por esta brutalidad... Se estima que más de quince millones de pieles se venden anualmente provenientes de nutrias, zorros, osos, castores, leopardos, chinchillas, focas y visones. Se calcula además una cifra superior a las diez millones de pieles procedentes de reptiles para engordar esta demencial lista. Esto no se acaba aquí, nuestra estulticia da para mucho más juego y tenemos que peces, aves de vivos colores, ardillas, camaleones y loros son apresados para ser vendidos como exóticas mascotas. Los más perjudicados en este esperpéntico comportamiento son el oso panda, la tortuga marina, el águila imperial ibérica, el cocodrilo del Nilo, el gorila de montaña (si Dian Fossey levantara la cabeza...), el rinoceronte, el guacamayo escarlata y el lobo marsupial. Para que te hagas una idea, solo en las selvas de Brasil y a consecuencia del tráfico animal son capturados treinta y ocho millones de seres inocentes cada año.
     Es curioso que cuando se declara de forma oficial a una especie en peligro de extinción su precio aumenta automáticamente y de forma desorbitada para "coleccionistas" y mafiosos, incrementando el riesgo de su desaparición. Por otra parte internet se ha convertido en un auténtico paraíso para estas transacciones, convirtiéndose en el canal principal de distribución de animales en peligro de extinción. Comprador y traficante, que pude llegar a ofrecer y vender cientos de especies, contactan de un modo sencillo a través de la red cerrando la operación fácilmente y con total impunidad.
     Voy a sumar a toda esta villanía una información irritante, y es que debido a las nefastas condiciones en que son transportados, producto de la clandestinidad, SOLO un diez por ciento de los animales capturados logran sobrevivir. ¿Y qué hacen estos inclementes descerebrados para paliar este "inconveniente"? Pues muy sencillo, incrementan de forma desorbitada el número de capturas acelerando de esta forma la gravedad de la situación en sus puntos de origen, donde los ecosistemas se degradan con mayor rapidez, desencadenado asimismo la disminución de ciertas especies esenciales para el equilibrio en la cadena alimenticia dando lugar a un peligroso incremento de plagas.
     Esta triste historia se produce porque somos así y no tenemos remedio. Sé que es predicar en el desierto pero quiero decir que los "consumidores" tienen una responsabilidad fundamental a la hora de combatir esta problemática... si no se compran especies amenazadas no habrá motivos para seguir promoviendo el contrabando. La adquisición de animales ilegales atenta contra la primigenia y auténtica conciencia ecológica que asume que el mejor lugar para la fauna y la flora es su hábitat natural. Pero mucho me temo que nuestra irracionalidad seguirá percutiendo sobre esta ignominia y estos seres majestuosos seguirán sufriendo el implacable martillo de la sinrazón y la codicia del Hombre.




3 comentarios:

  1. magnifico comentario francisco jose yo por desgracia he sufrido las consecuencias de esos desalmados insensibles sinverguenzas y todos los calificativos despectivos q podamos derles.La pena es q siguen pasando estas cosas y no hay quien pueda con ellos son como demonios indestructibles........

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  2. Nunca he logrado entender por qué el hombre cree "necesitar" tener animales salvajes en casa. No le encuentro aliciente a tener una Pitón, un camaleón que cambia de color según sea el del sitio en el que esté enganchado, un terrario en el que vemos a las hormigas hacer sus caminitos en la arena, peces de colores en peceras y cosas semejantes. No se dan cuenta que la única casa posible para estos animales es la NATURALEZA ABIERTA, donde desarrollan sus instintos y aprenden a sobrevivir. Que alguien les diga a todos esos seres "humanos" que coexitimos con los animales bajo un mismo cielo, pero no convivimos en la misma casa, ¿serán capaces alguna vez de hallar la diferencia???

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  3. HORROROSO!!! GENTE ASI NO DEBERIA DE EXISTIR!PAT.

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