martes, 20 de septiembre de 2011

Veganismo: la Numancia del siglo XXI

     El ser humano es una especie incongruente, llena de contradicciones, comportamientos absurdos y fácilmente proclive al hedonismo más enervante. La comodidad y la propensión a la molicie presiden nuestros actos y nuestra existencia... con todo lo que acarrea. La inercia, el borreguismo y la tradición insensata nos empujan inexorablemente hacia la claudicación ante unas reglas establecidas por unos pocos aunque ello suponga la crueldad y el exterminio de muchos. Ya no pensamos, ni reflexionamos ni por supuesto analizamos... la indiferencia se ha adueñado de nuestra vida mientras a nuestro alrededor un grotesco baile de dolor y muerte escenifica una obscena coreografía plagada de vejación y barbarie.
     Pero lo más triste de toda esta historia es la insultante aquiescencia con la que asumimos esta patética indiferencia ante lo injusto, ante lo irracional. Alimentarse de violencia y muerte es lo habitual así como vestirse de tortura y asesinato. No nos engañemos, la inmensa mayoría de la gente sigue estas pautas de vida a pesar del universo de horror que se esconde detrás... y no nos importa. ¿Esta es una especie compasiva?
      Sin embargo el colmo de la estulticia no acaba aquí, porque resulta que aquellos escasísimos "numantinos" que a pesar de la fortísima presión resisten y son fieles a unos ideales de respeto y misericordia para con los demás, son señalados con el dedo acusador de la ignorancia al mismo tiempo que se les tacha de "locos", "enajenados"... en definitiva, apestados leprosos que están "equivocados". Es decir, poner un cuchillo en la garganta todos los días a cientos de miles de cerdos, de corderos o de patos es lo "lógico". Tener esclavizados hasta la muerte a millones de vacas, gallinas o abejas es lo "normal". Machacar sin piedad a monos, conejos o cobayas para fabricar productos con los que tu piel sea más tersa o tus pestañas más atractivas es lo "racional". Apalear y despellejar aún en vida a focas, visones y cocodrilos para que te vistas a la última moda es lo "humano"...  BASTA YA de tanta hipocresía y estupidez. NO QUIERO ser así.
     El Hombre es cobarde e incoherente y una de sus primeras víctimas es la VERDAD. El comportamiento de una inmensa mayoría no legitima, al amparo de ese hecho, las consecuencias que se derivan de sus actos ¿o es que ya se nos ha olvidado que en la década de los años treinta del siglo pasado, en un país centroeuropeo, una inquietante a la vez que enfervorizada marea de fanatismo envolvía a la mayoría de sus habitantes en torno a un líder con complejo divino? Los pocos que se posicionaron contra la barbaridad que estaba por llegar se exiliaron rápidamente a otros países, y los que decidieron quedarse fueron acosados y privados de su libertad. Y yo te pregunto ¿quién estaba en posesión de la verdad, la mayoría que siguió a ese engendro de la naturaleza o los escasísimos alemanes que optaron por rechazar la ideología de la desigualdad y la violencia? Creo que la respuesta es OBVIA. Al igual que es meridianamente claro que las pautas de conducta preestablecidas como "normales" generan tortura, dolor y muerte. Sinceramente, no veo grandes diferencias de compasión entre lo que pasaba en Treblinka a lo que ocurre en un matadero, como tampoco logro discernir dónde está la clemencia en una matanza de delfines en Taiji con respecto a lo que pasaba en Auschwitz-Birkenau. Estoy muy cansado de las excusas, de las cortinas de humo, de las mentiras que esgrime la gente para justificar lo injustificable, porque lo real, lo trágicamente verdadero, es que hemos convertido este planeta en un auténtico infierno para los animales y para los más desvalidos.
     Por todo esto que acabo de escribir valoro muchísimo la fuerza interior y la encomiable actitud de esos pocos veganos que soportan, que aguantan, que resisten día a día los tremendos embates de una sociedad enferma y egoísta, carente de la más elemental noción de la sensibilidad, como igualmente admiro 2144 años después el valor y el arrojo que demostraron unos pocos, en defensa de su libertad, ante el inmenso poderío del mayor imperio de la antigüedad. La historia de la humanidad nos ha dejado algunos testimonios, convertidos con el paso del tiempo en auténticos mitos y leyendas, donde se relatan desiguales batallas en las que el corazón y la gallardía hacían frente a la intolerancia y el avasallamiento. Numancia se ha convertido en el icono de los que resisten, en la bandera de los que aguardan con estoicismo un final tan agónico como inevitable. Veinte largos años tuvo que emplear la maquinaria de guerra más perfecta de la época para doblegar la indómita valentía de un pueblo condenado a la muerte. Veinte años de enconada resitencia que situaron un minúsculo punto del centro de la península Ibérica en el olimpo de los elegidos, en el olimpo de los llamados a la gloria.
     Valerosos vacceos, irreductibles lusones y aguerridos arevacos pertrechados de nervio y ansia, de coraje y honor, ridiculizaron y amendrentaron a las legiones romanas durante dos décadas. Pequeños en número pero grandes en determinación, hombres libres... valientes guerreros, llevaron hasta las últimas consecuencias su amor por la libertad. Tuvo que ser uno de los más grandes generales y estrategas que ha dado la todopoderosa Roma, Publio Cornelio Escipión Emiliano, nieto del gran "Africanus", vencedor de Cartago, quien tras trece meses de crudelísmo asedio pudo al fin rendir la voluntad de unos pocos supervivientes. Los demás, muertos en combate o suicidándose antes de ser tomados como esclavos, ríen con soberbia desde el más allá porque jamás darán la satisfacción a Roma de ser capturados para vivir una vida de sometimiento y esclavitud. Los que quedan, niños, mujeres y ancianos, famélicos hasta el insulto pero con altivez en su mirada, desfilan ante el general romano y su inseparable Polibio, con la dignidad de un pueblo sometido en cuerpo pero libre de pensamiento.
     Una vez más, la pesada losa de la codicia y el poder amparada en la ceguera y protección de la inmensa mayoría ha salido victoriosa. La opresión vence a la libertad, la intolerancia a la razón, el puño al corazón... sin embargo todos conocemos Numancia y su leyenda, Numancia y su valor, Numancia y su resistencia. Hace más de 21 siglos un puñado de hombres y mujeres sin ninguna oportunidad pero libres, combatieron y murieron en aras de un sentimiento, de una convicción. Sangre y fuego, muerte y honor, acompañan con respeto el nombre de un pequeño pueblo de Hispania, masacrado y reducido a cenizas, que ha conseguido tener un lugar en la historia y su eco en la eternidad.

1 comentario:

  1. Cuánta verdad hay en lo que dices. Es increíble como la sociedad ha aceptado como lo "normal" una práctica totalmente inmoral y cruel hacia los animales. Es curioso como las personas ven horroroso algunas situaciones como las corridas de toros, o que una persona maltrate a su perro y sin embargo es impasivo ante la muerte de cientos de millones de animales cada día. Lo peor no es su muerte, sino como los tenemos dentro de la industrialización durante TODA su vida. Qué nos hemos creído que somos? Yo no creo que todas las personas que coman carne sean malas personas, porque entonces tendríamos que señalar al 95% de la población. Yo creo que simplemente no se paran a pensar críticamente en la situación en la que viven esos animales, porque tampoco se muestra.... Pero sin embargo, si una persona me dice que es vegetariana/vegana automáticamente se enciende un chip en mi cabeza que hace que me sea más fácil fiarme de ella, hay algo en la energía que emanan esas personas diferente al resto. Una persona que ha elegido vivir su vida de forma respetuosa, merece por supuesto mis respetos.
    Como experiencia personal he de decir, que pasarme a la alimentación vegetariana (de momento es ovovegetariana), ha sido lo mejor que he hecho en mi vida. Gracias por el artículo.

    Libertad Animal.

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